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Salvando obras, la apuesta de la Contraloría para rescatar proyectos abandonados
Estos son algunos de los proyectos que, luego de varios años de abandono, ahora funcionan en el país
El colegio cuenta con patio nuevo, 30 salones, biblioteca, laboratorio integrado, entre otras. Foto: Zizza Limberti / Contraloría
La historia de la Institución Educativa Labouré también comienza con buenas intenciones, sigue con desidia, problemas y abandono, continúa con la lucha de la comunidad y la intervención de la Contraloría General y —por fortuna— termina con final feliz.
El Labouré queda en pleno centro de Santa Rosa de Cabal, en el departamento de Risaralda y propios y extraños terminan gratamente sorprendidos con lo bonita, funcional y bien hecha que quedó la nueva edificación.
“Del infierno al cielo, definitivamente, porque antes trabajábamos de una manera terrible, teníamos jornada especial, teníamos periodos de 50 minutos, trabajábamos en varias sedes, los docentes tenían que correr, ir, venir”, cuenta Nubia Bedoya, la feliz rectora.
Ahora, todos están en un solo espacio, con 30 salones de clase, biblioteca, aula de bilingüismo, laboratorio integrado, aula de tecnología, aula polivalente, aula múltiple, baños suficientes, cocina, comedor y patio nuevo.
Aunque no siempre fue así. La pelea por rescatar del abandono al Labouré comenzó también hace tiempo. “Cada que había una reunión, más o menos mensual, cada dos meses, con la Contraloría se veía qué faltaba por construir; y para el próximo mes que nos reuníamos, ya decía: bueno, se hizo o no se hizo y por qué no se hizo, fue demasiado importante”, dice el exprofesor de Educación Física y después veedor ciudadano José María Hincapié, uno de los más felices con el nuevo colegio, que sudó la gota gorda durante años, tocando puertas, insistiendo, yendo y viniendo… Hasta que encontró aliados.
Los funcionarios de la Contraloría gestionaron nada menos que 23 mesas de diálogo, donde sentaron al Ministerio de Educación, la Gobernación de Risaralda, la Alcaldía de Santa Rosa de Cabal, el Fondo de Financiamiento de las Infraestructura Educativa, los contratistas, los veedores ciudadanos y los directivos del colegio para tratar de ponerlos de acuerdo en que el único y el mejor camino para todos era el de hacer acuerdos realizables y cumplir cada uno de los compromisos. Pues bien, la estrategia funcionó.
“Tenemos aulas iluminadas, buena conectividad, espacios adecuados para el encuentro, laboratorios, biblioteca y todo aquello que contribuye al proceso formativo”, concluye el docente Halet Liascos, justo antes de ir a uno de los salones del nuevo Labouré de 4.681 metros cuadrados, que costó 18.500 millones y que desde diciembre de 2023 engalana la señorial Santa Rosa de Cabal.
Del puente para allá
Por el nuevo puente cruzan rápidamente y sin problema más de 40.000 vehículos al día Foto:Zizza Limberti /Contraloría
El famoso puente de Juanchito —sobre el río Cauca— al otro lado de Cali, se convirtió en un dolor de cabeza para quienes lo transitaban a diario. Sin embargo, la insistencia de la comunidad, la lucha de los veedores y la gestión de la Contraloría General lograron que la nueva obra fuera una realidad.
A medida que crecía su fama, gracias a la canción que terminó por inmortalizarlo, el puente de Juanchito fue quedándose cada vez más pequeño. Así que fue necesario construir uno más grande y por eso, hace diez años, comenzaron las obras pues el paso del puente para allá y del puente para acá se convirtió, sencillamente, en un verdadero suplicio para quienes debían cruzarlo.
“Mañana, tarde y noche eran unos trancones horribles, uno a veces salía del romboy con la última vuelta, diga usted a las ocho de la noche, entraba aquí a las nueve y media, diez de la noche, ya sin ánimos de salir uno a voltiar más”, aseguró Sady Lopera, el dueño de un viejo Jeep Willys, quien lleva más de 15 años como conductor de servicio público.
El drama también lo padecían taxistas, pasajeros, motociclistas, camioneros, transportadores, todos, tal como lo expresó el veedor ciudadano del puente de Juanchito, Jesús Camacho: “Estaban jugando con la dignidad de las personas, usted someter a alguien a que se mamara ese trancón con el calor de Cali a las cuatro de la tarde, de verdad que inhumano es poco”.
El contrato se firmó en 2014 y seis años después, apenas había unas obras pequeñas abandonadas y la idea de comprar algunos predios. Y no más. Pero, la insistencia de los veedores, el apoyo de la comunidad y la intervención de la Contraloría cambiaron el destino de la obra. Entonces comenzó un trabajo conjunto para solucionar problemas, fijar metas y cumplir compromisos; y mediante la figura de la amigable composición, se logró destrabar la situación. Por eso, desde el último domingo de junio pasado, por el nuevo puente cruzan rápidamente y sin problema más de 40.000 vehículos al día. “El nuevo puente tiene un ancho de 12 metros con 70 centímetros aproximadamente, con dos vías de doble calzada y un largo de 200, pero afecta una zona de 800 metros”, explicó el gerente de la Contraloría General en el Valle del Cauca, Hernando Tejeda.
La solución vial terminó beneficiando de forma directa a cerca de un millón 800.000 personas, entre habitantes de la zona —que ha mostrado un inusitado desarrollo urbanístico— y también de Cali, Candelaria y Palmira. “La ventaja del nuevo puente es que nosotros nos estamos ahorrando más o menos dos horas de labor, por lo que antes —por los trancones— todos circulábamos por la misma parte. Ahora no, ahora nosotros plácidamente le cumplimos al público hasta las diez, diez y media de la noche”, afirmó el motorista Lopera.
Atrás quedó el padecimiento del eterno trancón del viejo puente, estrecho, pequeño, inútil… Ahora, el nuevo puente de Juanchito vuelve a ser la referencia geográfica inmortalizada en el estribillo que todos tararean mientras cruzan velozmente por el famoso lugar.
Más Contenido*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO con el auspicio de la Contraloría General de la República.