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Editorial
Medellín, de villa a ‘Capital Creativa’ en 350 años
En 1675, el valle del Aburrá se convirtió en “villa” por una cédula real y en 1826, en capital de Antioquia.
El Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el metro y la Plaza Botero, íconos de la ciudad histórica y de la actual. Foto: JAVIER NIETO / EL TIEMPO
El 2 de noviembre de 1675 un poblado de menos de 300 familias se convirtió en villa, gracias a una cédula real sancionada por la reina regente Mariana de Austria el año anterior. Le dieron por nombre Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín en agradecimiento a don Pedro Portocarrero, conde de Medellín, población de la provincia de Badajoz en Extremadura, y promotor del cambio ante el Concejo de Indias.
Pasados 350 años, la villa en el valle del Aburrá es una ciudad conocida simplemente como Medellín y poblada por 2,6 millones de personas, pero que impacta la vida de nueve municipios de los alrededores, con los cuales conforma un área metropolitana de más de 4,2 millones de habitantes, la duodécima de Suramérica, vertebrada por el río Medellín como patrimonio de todos.
La villa entre las montañas, cruce de caminos que se volvió capital de Antioquia en gran parte por su clima benevolente, ha sido pionera en muchas facetas de la historia del país, gracias a un espíritu, que como dice el secretario de Cultura Ciudadana de la ciudad, Santiago Silva Jaramillo, “asume los cambios sin perder lo esencial, que se traduce en ser capaces de sacar adelante cualquier cosa, en la disposición al trabajo colectivo, en la laboriosidad y la hospitalidad. La ciudad se transforma, pero lo fundamental se mantiene”.
Medellín fue pionera en las actividades mercantiles y de la minería, al final del siglo XVIII tenía ya cuatro bancos y durante gran parte del siglo XX forjó su imagen como la capital industrial de Colombia, especialmente por el desarrollo de su sector textilero y de confecciones.
Como todo el país, sufrió el embate de la violencia de la mitad de siglo y la posterior de la guerrilla, que la hicieron crecer a mayor ritmo. Hoy, después de superar tres décadas marcadas también por el deterioro social y la violencia del narcotráfico, ha logrado un cambio muy notorio que tiene diferentes escenarios.
Por un lado, distintas alcaldías se han dedicado a atender las comunas, que la violencia hizo reconocidas. “Dejaron de significar simplemente una fuente de problemas o de miedo y se convirtieron en una responsabilidad colectiva”, recuerda Silva. Por otro lado, apareció otro motivo de orgullo paisa y un nuevo elemento articulador: el metro, que sigue siendo el único del país después de más de 30 años. “La cultura metro, se basa en que todos lo reconocen como un logro compartido”.
Puntal del cambio también ha sido el surgimiento de la ‘Capital Creativa’ de categoría internacional, especialmente por el talento de artistas de la música -desde Juanes hasta Karol G-, lo cual, dice el secretario Silva, “no es un milagro que ocurrió en los últimos años, sino que es producto de todo un proceso que empezó casi desde la fundación de la ciudad”. En el se encadenaron al bambuco de las montañas la devoción al tango, afincada por la tragedia de Carlos Gardel, y las notas de la música tropical, alrededor de la cual se construyó una exitosa industria disquera local. Hoy la ciudad tiene una red de música próxima a cumplir 20 años que forma más de 7.000 niños todos los años, resalta Silva. Y la Medellín creativa incluye estudios de grabación gratuitos en los barrios, y formación y proyección musical también gratuitos.
Si el ruido de la narcoviolencia le dio reconocimiento internacional a la ciudad y empezó a traer turistas luego de los años más duros, hoy el éxito de los artistas paisas, pero también su recuperación como ciudad, “está recontextualizando la forma como Medellín se presenta al mundo”, dice Silva, y ha llevado a sus habitantes a trabajar en cómo conectarse con lo que implica esa popularidad turística.
La ciudad de los turistas es parte del cambio de la ciudad industrial a ciudad de los servicios. Unos tradicionales y otros menos. Algunas de las más importantes empresas de servicios financieros siguen teniendo sus cuarteles centrales en Medellín, pero también el entretenimiento se ha vuelto una industria fundamental en los últimos años, en los cuales, igualmente, ha ido creciendo la apuesta por la ciencia, la tecnología y la innovación.
El Jardín Botánico fue uno de los regalos que recibió en el primer centenario de la Independencia. Foto:JAVIER NIETO / EL TIEMPO
Un gran encuentro con el futuro
Santiago Silva, secretario de Cultura Ciudadana de Medellín, ¿cómo celebrará la ciudad este aniversario?
Celebrar 350 años es la oportunidad para recordar el camino recorrido, pero también para imaginar el futuro. Y ese es precisamente el trabajo que vamos a realizar durante todo el año. Hay una agenda académica de movilización y de intervenciones artísticas que empezará a implementarse en las próximas semanas. Alrededor del 2 de noviembre, que es el día de la celebración, vamos a tener una agenda robusta con varios encuentros de ciudad y eventos de amplio alcance, para recordar todo el camino recorrido y plantearnos cómo seguimos imaginando lo que viene. La historia siempre es determinante. La ciudad ha demostrado durante estos 350 años su capacidad de cambio y de adaptación, que ha sido fundamental. Estamos también en el momento en que algunas de las transformaciones de los últimos 20 o 30 años deben consolidarse.
¿Cómo será Medellín en 50 años?
El gobierno del alcalde Federico Gutiérrez ha planteado varias apuestas grandes que son expresiones de lo que se ha trabajado con muchas organizaciones y muchos ciudadanos. En términos culturales, que es mi espacio, hay dos agendas de industria fundamentales: la musical y la industria audiovisual, que hacen parte de la consolidación de la ciudad como una capital creativa del mundo.
La intervención artística en el Puente Gilberto Echeverry (4 Sur) resalta la tradición textilera de Medellín. La ciudad se verticaliza cada día más.
El Jardín Botánico, pulmón y oasis de la ciudad, fue uno de los regalos que recibió con ocasión del primer centenario de la Independencia.