La luz llegó a Villavo en una rueda impulsada por el agua

Los rayos templados del Sol y el sofocante calor, no fueron impedimento para que llegara un pomposo desfile hasta el edificio de la planta eléctrica en la Plazuela Ricaurte, hoy Parque Infantil. y diera comienzo oficial a la ceremonia de inauguración de la planta eléctrica. 

Los instrumentos musicales animaron la reunión y sonaron con ímpetu, armonizados por la banda de San José y un sexteto de instrumentos de cuerda, como lo evoca el libro ‘Los Forjadores de Villavicencio cuentan su historia’.

Y no era para menos. Había suficiente motivo para festejar por lo que sería el inicio de un crucial episodio de la historia de ese villorio que para la época apenas tenía cerca de 420 casas, una población aproximada de algo más de 3.000 habitantes y contaba con apenas dos plazas públicas: la plaza Sucre y la plaza Ricaurte, según lo narra el libro ‘El esfuerzo de un pueblo por convertirse en ciudad’, editado por la Unimeta.

Sin embargo, hubo momentos dulces y otros amargos que dificultaron el proceso. Relatos de la historia de Villavicencio, recogidos en el libro ‘Lo que nos contó el abuelito’ del sacerdote Mauricio Dieres Monplasir, dicen que desde 1912 sus pobladores hablaban de la instalación de una planta eléctrica para tener el servicio de luz y que, en 1915, el Cabildo firma un contrato con Jorge Ricardo Vejarano, dueño de la planta, con ese fin, pero hubo problemas que le causaron gastos y amarguras al dueño de la planta.

La publicación detalla que Vejarano no tenía la pericia ni poseía conocimientos técnicos ni rudimentarios para manejar el negocio, lo que provocó innumerables reclamos de parte de los beneficiados con el servicio Los primeros elementos o materiales que trajeron no eran de primera calidad ni adaptados para el servicio que se les exigía.

Pasó un tiempo y Jorge Ricardo Vejarano le entregó la planta al ingeniero Abelardo Cajiao quien hizo reformas substanciales y mejoró el servicio sin que llegara al tope máximo de eficiencia para la época. Sin embargo, para ese entonces intervino el Ministerio de la Economía Nacional y el camino hacia un servicio más eficiente y aprovechable, se empezó a ‘iluminar’.

El Ministerio exigió de todos, un gran sacrificio y aparece entonces la planta de "Susumuco que debía prestar un servicio eficiente y permanente y las líneas tendidas con las debidas condiciones de seguridad. Los particulares costearon la nueva instalación técnica prescindiendo de los zarzos, llevando entre tubos de protección los alambres eléctricos", relata la publicación del sacerdote.

Así se dio el primer gran paso para traer a Villavicencio la principal herramienta con la que se apalancó el desarrollo de comienzos de siglo y su evolución: la energía eléctrica. El servicio arrancó brindando el servicio a unas 4.000 personas y hoy llega por lo menos a 400.000 viviendas.

Cuenta Camilo Torres Puentes, ingeniero contratista de la Electrificadora del Meta (EMSA), que a inicios del siglo XX el servicio de la energía eléctrica se hacía con pequeñas plantas hidroeléctricas centrales que inicialmente abastecían solamente el alumbrado público en las vías, pero no el servicio domiciliario en las viviendas. 

"En Villavicencio eran de iniciativa privada familiar, había una planta hidroeléctrica con turbinas Pelton en la quebrada Susumuco, en los límites entre el Meta y Cundinamarca y desde allá se generaba la energía, se traía y se distribuía en Villavicencio, eso fue ya en la primera mitad del siglo XX", relata.

Recordó que la rueda Pelton estaba en Susumuco y que la línea llegaba al sector del parque infantil porque las alturas que hay en el caño parrado no eran suficientes para generar una buena cantidad de energía. "En cambio en la quebrada Susumuco había unas diferencias de alturas bastante altas en cortas distancias y por eso ahí estaban instaladas esas plantas y llegaban a una subestación en el parque infantil", dijo Torres.

Explicó que con la distribución que se inició desde la subestación del Parque Infantil, algunas veces los cables no iban por los postes sino adosados a las fachadas de las viviendas y que incluso, la llamaban la “luz vieja” y cuando llegó la Electrificadora de Cundinamarca se le llamó “la nueva” y aparecieron los postes de la luz. La energía llegaba para distribuirse en las casas del barrio centro, el sector del parque infantil, del Banco de la República, el colegio La Salle, incluyendo el alumbrado público y esa dinámica estuvo así entre 1915 y 1960.

La población y los servicios públicos luego de los años 60 crecieron a ritmos bastante altos, lo que generó un aumento en la demanda del 10 por ciento anual. En 1970 el gobierno Nacional comienza a organizar a través del Instituto Colombiano de Energía Eléctrica (ICEL) la prestación del servicio y es asi como la Electrificadora de Cundinamarca amplia su campo de acción y pasa a ser Electrificadora de Cundinamarca y Meta y presta el servicio en Villavicencio y algunos municipios como Acacias, Restrepo y Cumaral.

Para 1971 llega la interconexión con Bogotá al sistema de transmisión nacional y posteriormente se creó la Electrificadora del Meta que se separó de la Electrificadora de Cundinamarca en 1981. Al iniciarse la interconexión en Villavicencio se contaba con una potencia instalada de 15 mil kilovatios que podían atender la demanda de unos 80.000 habitantes, y a 2025 ya se cuenta con más de 450.000 kilovatios instalados, con capacidad de suplir la demanda de cerca de 1’200.000 de habitantes.

Los contrastes empiezan a notarse. Cuando se tenía la “luz vieja” los electrodomésticos eran mínimos y el servicio era de mala calidad por el voltaje y se quemaban o no operaban en horas de demanda máxima. Al momento de instalarse redes nuevas, la misma población aumenta la demanda y empieza a comprar más electrodomésticos.

"Los refrigeradores, televisores, cargadores de celular o portátiles hacen que la demanda sea más eficiente. Anteriormente teníamos iluminación incandescente con bombillas de 100 vatios que fueron reemplazadas por luces led con iluminaciones de 20 o 25 vatios, eso ahorra mucha energía y permite que los sistemas actuales puedan atender más s rápidamente sin tener que construir mucha infraestructura adicional", explicó el ingeniero Torres.

Comparando la evolución histórica desde 1981 hasta el 2025, Villavicencio tiene una tasa promedio de crecimiento anual por encima del cuatro por ciento, que supera la media nacional que es del tres por ciento, según Torres, y eso ocurre porque la capital del Meta ha venido creciendo urbanísticamente de forma vertiginosa.

Gracias a la interconexión eléctrica y al trabajo de la Electrificadora del Meta, Villavicencio se fortaleció en la electrificación de la industria molinera del arroz, lo que facilitó el desarrollo de los molinos, que anteriormente trabajaban con una fuente motriz de un motor diesel.

La ciudad se expandió y se comenzaron a construir centros comerciales, estaciones de servicio y muchas urbanizaciones que demandaban energía, lo que hizo necesario que se adecuaran varias subestaciones para facilitar, regular y mejorar el servicio. Hoy la ciudad cuenta con subestaciones de energía en el Barzal, en la Azotea, Idema, Villa Bolivar, Caños Negros, en la vía Catama, Apiay y se fortalecieron las subestaciones de Acacias, se interconectó Granada y los municipios del Ariari.

Las ultimas interconexiones fueron Puerto López en 1990 y Puerto Gaitán, en el 2002. Y con el desarrollo de la altillanura se ha hecho una gran infraestructura hacia Puerto Gaitán desde Villavicencio con líneas de 115 Kilovatios que han permitido que se desarrolle la agroindustria.

Ya en el 2025 la Electrificadora del Meta, para mejorar la potencia y el servicio, recibe energía directa de la Central Hidroeléctrica del Guavio (CHG) y está interconectada al Sistema de Transmisión Nacional (STN) a 230KV. Ahora mismo, con la entrada en operación de la nueva subestación de Santa Helena, tendrá dos conexiones a nivel nacional en 230 Kv. por un lado, con la (CHG) y por el otro, con las subestaciones a 230 kV Reforma y Tunal.