El sector minero, jalonador del tejido empresarial local

“En el momento tenemos aproximadamente un millón de árboles sembrados en las dos áreas de influencia del proyecto minero, venimos cumpliendo el objetivo y estamos participando en esta feria porque queremos ofrecer nuestros servicios y replicar lo que hoy hacemos con otras firmas del sector”, afirma Luis Joaquín Rojas, representante de Pisadas Zenú SAS, que nació en la parcela indígena Zenú Centroamérica, al sur de Córdoba.

Entre los más de 65 expositores que se dieron cita en MinExpo Colombia 2024, celebrada en Medellín los días 23 y 24 de abril, también estuvo la Asociación de Caficultores Especiales de la Ribera del Cauca (Asoribera), producto de la unión de 17 marcas que, con el apoyo de otra organización minera, pudo crear un centro especializado de transformación de cafés, en el occidente antioqueño. Ellos llegaron a la feria para mostrar lo que hacen, vender sus cafés a otras compañías e incluso pensar en exportar.

Y es que, de acuerdo con Juan Camilo Nariño, presidente de la Asociación Colombiana de Minería (ACM), gremio organizador de este encuentro que reunió a los principales actores de la industria, el gran propósito de la feria era plantear una conversación al país alrededor de que con la presencia de la minería en los territorios, por lo general en aquellos lugares que no reciben gran inversión y donde no se genera mucho empleo, las compañías del sector generan un impacto importante y profundo en el tejido empresarial local que, según su percepción, es muy pocas veces visto y valorado.

Así, frente a la incidencia del sector minero en aspectos como la innovación, el encadenamiento productivo y la competitividad de las regiones, el directivo explica que para que las firmas mineras puedan operar deben adquirir una gran cantidad de bienes y servicios, tanto en el área local como en el ámbito nacional (unos $14 billones), lo que equivale a la reforma tributaria del expresidente Duque o a lo que genera como oportunidades comerciales un país como Panamá.

“En las áreas de influencia y los municipios cercanos a los proyectos, las empresas mineras compran $4,8 billones anualmente, que es lo mismo a si toda la demanda agregada o las oportunidades comerciales se concentraran solo en esos municipios; ese monto es igual a nuestro noveno socio comercial: Perú, es decir, como si esa nación solo se dedicara a comprarles a las compañías que están en los entornos mineros. Esa es la magnitud de los encadenamientos que genera esta industria”, precisa Nariño.

En relación con el consumo, indica que cuando una empresa minera se establece en un territorio genera y dinamiza el consumo local, lo cual está directamente ligado con el empleo.

Y agrega que, según una reciente encuesta del Dane, el sector minero es el que más altos empleos paga. Esos ingresos llevan a mayores consumos y, a su vez, ese jalonamiento redunda en más industria y comercio locales.

“Una manera objetiva de medir esto es por medio del impuesto de Industria y Comercio que se paga en las poblaciones mineras. Ese impuesto es 45 por ciento más alto en los municipios del entorno minero que en sus pares del resto del país, es decir, hay más tejido empresarial”, precisa.

Un tercer indicador tiene que ver con la competitividad laboral, pues afirma que al tener compañías mineras que llevan a los territorios conocimiento, innovación, buenas prácticas laborales, seguridad y salud en el trabajo y formalización, en esos lugares la productividad laboral —medida por el Dane— es superior a cualquier otro municipio similar en Colombia.

A todo esto se suma el valor agregado en el Producto Interno Bruto (PIB). “Cuando se miran los departamentos mineros, por ejemplo La Guajira, el 62 por ciento de todo el PIB se genera en los municipios mineros; lo mismo ocurre en el Cesar, con el 56 por ciento; al igual que entre un 18 y un 20 por ciento del PIB en Córdoba, y en un departamento amplio y diverso en materia industrial como Antioquia, el 3 por ciento lo generan esas poblaciones mineras. Esto se traduce en más oportunidades laborales, encadenamientos productivos y tejido empresarial en el ámbito local”, anota el directivo.

Cabe recordar que, como lo explican fuentes de la ACM, durante los últimos 25 años, las necesidades básicas insatisfechas de las áreas de influencia directa de las operaciones mineras se han reducido a cerca de la mitad, gracias a la actividad económica y la disponibilidad de recursos asociada a los aportes del sector.

Igualmente, que las pirámides poblacionales evidencian la retención de jóvenes en los territorios mineros, como consecuencia de las mayores oportunidades que ofrece este sector de la economía.

Frente a la acostumbrada conversación de distintos gobiernos alrededor de la necesidad de crear tejido empresarial y oportunidades productivas, Juan Camilo Nariño hace énfasis en que su punto de vista es distinto, puesto que considera que en los territorios mineros ya existe ese tejido empresarial, motivo por el cual cree que los esfuerzos deben ir orientados a cómo —junto con el Gobierno y las compañías— se fortalece para que ya no solo les vendan a las empresas del departamento, sino que esto se amplíe a otras regiones del país.

“Es más fácil apoyar y hacer crecer lo existente a ponernos a crear algo desde cero. Ese es el valor que generan en el tejido empresarial local las empresas ancla, con un fuerte poder adquisitivo de lo local. Así las cosas, las compañías mineras son organizaciones ancla en los territorios, entorno a las cuales se crea un tejido empresarial que debemos entre todos proponernos ayudar a crecer e impulsar”, puntualiza el Presidente de la ACM.

3 PREGUNTAS A: Juan Camilo Nariño -Presidente de la ACM

​¿Cuál es el balance que la ACM hace de la feria MinExpo Colombia 2024?

Muchos de ellos no solo se cumplieron sino que superaron las expectativas. Una de las metas era poder tener alrededor de unas 450 citas de negocio entre los departamentos de compras de las grandes compañías mineras y una gran cantidad de medianas y pequeñas empresas colombianas, y estas alcanzaron más de 500.
Derivado de eso también queríamos generar acuerdos reales, efectivos y cerrados en estas ruedas de negocios de US$18 millones y eso a la clausura del evento va a llegar a los US$27 millones.

¿Cómo ve la relación con el Gobierno frente a esas disposiciones que el Ejecutivo alcanzó a adelantar?

Las medidas que hoy está tomando el Gobierno Nacional en relación con la minería generan mucha presión, incertidumbre y preguntas a la inversión minera, y no solo afectan a las firmas del sector, sino a un tejido empresarial profundo que, en virtud de esas compañías, se genera en el territorio.

Sin embargo, eventos como este son una muestra de la unión y fortaleza de esta industria. Esta es una feria que ha crecido de manera significativa y, del objetivo de recibir a cerca de 1.000 personas, pasamos a más de 3.400 visitantes.

La posición del Gobierno nos sigue preocupando y este es un año de una enorme trascendencia en materia de esa regulación minera. Hay un nuevo código de minas que el Gobierno está consultando, hay un proyecto de ley para crear una empresa estatal minera y unas decisiones de la Ministra de Ambiente con relación a la suspensión de la actividad minera en cualquier parte del territorio.

Lo que espero es que exista un entendimiento de las preocupaciones que está generando, no a la gran minería, sino además a la mediana y la pequeña, al igual que a empresas de otros sectores. Espero que esto se modere y se module, y que dé una buena ley después de la discusión en el Congreso y en el Ministerio.

¿Qué otros retos tiene la minería de cara al futuro?

El mundo necesita minerales y los compromisos del cambio climático no se pueden cumplir sin más cobre o litio, y los minerales colombianos tienen un rol que cumplir en esa dinámica mundial de la conversación sobre el cambio climático.
La respuesta de los países ante esa necesidad ha sido hacer regulaciones internas que atraigan la inversión, que fomenten el desarrollo de proyectos mineros necesarios, pero en Colombia vamos por una vía contraria.