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‘Cultura y biodiversidad’: un canto de marimba por la tierra y el río
Cultura y naturaleza son indivisibles y por eso deben cuidarse entre ellas con reciprocidad.
El exalcalde de Barranquilla Jaime Pumarejo, el Mamo Camilo, de la tribu arhuaca, y el presidente de CAF Sergio Díaz-Granados, Foto: Ana Luz Castillo para EL TIEMPO
A veces se vale comenzar por el postre: ese ‘Cocolón’ (conocido como pega del arroz) del proyecto musical Pitekus, salido de las entrañas del Pacífico ecuatoriano, a ritmo de marimba, guasá y percusión, puso a bailar a más de uno y emocionó a todos los asistentes al conversatorio ‘Cultura y Biodiversidad’ que colmó los hermosos espacios del Teatro Municipal de Cali, el pasado 26 de octubre, en el marco de la COP16.
Su bella voz principal, la esmeraldeña Crislejany Preciado, ya empieza a calar fuerte entre el público vallecaucano, pues fue la más reciente ganadora del premio Voces del Pacífico del Festival Petronio Álvarez. Con sus poderosas interpretaciones hizo erizar la piel al punto que una anciana le gritó desde la platea “Dios le bendiga siempre esa voz, mi niña”.
La crisis climática y de la pérdida de biodiversidad es una crisis de la humanidad y viceversa. Ahora es que somos más conscientes de que ambos han andado por la vida siempre juntos; son indivisibles.
El evento, que hizo un cierre sublime con esta presentación, fue un espacio para reflexionar sobre el relacionamiento entre el ser humano y la naturaleza, que debe mantenerse presente día tras día en la memoria y el quehacer diario. Y quiénes mejor que los invitados por CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- para lograr este propósito: los antropólogos y arqueólogos que más han testificado para sí mismos, para sus libros y proyectos, y para el mundo entero, la interrelación cotidiana de las comunidades indígenas con la tierra que cultivan y el agua que les da vida.
Entre ellos, Wade Davis, el antropólogo canadiense que más ha escrito sobre los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta y el Amazonas, y que desde que llegó a este país en 1968 desarrolló un amor incontrolable por él, por su biodiversidad y por su gente.
Durante sus intervenciones no se cansó de recalcar que la relación entre humanos y biodiversidad debe ser, sobre todo, de reciprocidad: “La crisis climática y de la pérdida de biodiversidad es una crisis de la humanidad y viceversa. Ahora es que somos más conscientes de que ambos han andado por la vida siempre juntos; son indivisibles. La tierra tiene que darle vida a los hombres y los hombres tienen que darle su fe a la tierra”.
Otro de los honrosos invitados fue Martin von Hildebrand, antropólogo colombiano que se fue a la región amazónica durante los tiempos de la explotación cauchera (1971), “cuando los indígenas aún eran esclavos de los colonos”, y se deslumbró con la capacidad de entereza, resiliencia y cosmovisión de los asentamientos autóctonos de la zona: “Cultura y biodiversidad son lo mismo. Cuando hablamos de naturaleza estamos hablando de todo, del universo entero. La relación profunda con la naturaleza debe ser desde esa conciencia. Los doctorados nuestros son una cosa pequeña comparado con el conocimiento de los indígenas y sus chamanes. Por eso, no es que cuestione la ciencia, sino que cuestiono que sea la ‘única verdad’ del mundo occidental. La tierra no es nuestra. La tierra es de todos. Esto me enseñaron los indígenas del Amazonas”.
La agrupación ecuatoriana Pitekus emocionó hasta las lágrimas con sus aires musicales del Pacífico colombo-ecuatoriano. Foto:Ana Luz Castillo para EL TIEMPO
Hace 30 años creó la Fundación Gaia y ahora está a la cabeza de la coordinación del Tratado para la Protección del Amazonas.
Para la antropóloga, activista y madre de dos hijas Silvia Gómez, otra de la invitadas de lujo, lo fundamental son las conexiones entre las comunidades, la biodiversidad y la tierra: “Son sencillamente irrompibles. Para mí ver cómo las madres indígenas del Amazonas consideran a las más de 60 especies de yuca –que salen de sus cultivos y les proveen alimento a toda su descendencia– sus hermanas ha sido una de las más importantes enseñanzas”.
Ella fue directora la iniciativa para Perú y Colombia Climate and Land, encargada exitosa de diferentes funciones de liderazgo desde entidades regionales y nacionales del medioambiente y ahora es la directora ejecutiva de la Fundación Gaia.
Por su parte, Carl Langebaek, antropólogo arqueólogo colombiano, quien ha realizado contribuciones esenciales para el estudio y la comprensión de la historia y la cultura de los pueblos indígenas de Colombia, a quien su padre, danés, le enseñó a amar este país recorriéndolo entero con su ‘escarabajo VW’, compartió de manera jocosa la comprensión del concepto “riqueza” de la naturaleza desde sus vivencias: “Este se ha acogido en términos de explotación, de abundancia. Eso es lo que nos está metiendo en problemas. Y resulta que los indígenas lo han acogido simplemente como lo que se necesita para vivir. Ellos no luchan por ganarse un cielo, sino que lo hacen por ganarse lo que les da la tierra aquí, en vida. Lo importante son esas conexiones entre el pasado prehispano y el presente. Por eso me he dedicado a escribir textos que hagan comprensible eso para solucionar el presente y garantizar el futuro”.
Mensaje desde el río, mensaje de celebración
El conversatorio fue presentado por el presidente de CAF, Sergio Díaz-Granados, quien en su introducción resaltó la contundencia de esa política del organismo que lo está llevando a convertirse en un “banco verde y azul”. A tono con esto se han desarrollado estrategias innovadoras, como la creación de la gerencia de Acción Climática y Biodiversidad Positiva, a la cabeza de Alicia Montalvo, moderadora del conversatorio, y el programa de canjes de deuda por naturaleza, materializado en hechos como la recuperación del Río Lempa, el más grande de Centroamérica, desde El Salvador, y, ahora, del río Magdalena y otros de Colombia, como el Cauca y el Atrato, a través del Proyecto Río Arriba, liderado por el escritor e investigador Wade Davis, el exalcalde de Barranquilla Jaime Pumarejo, y el Mamo Camilo, de la tribu arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esto últimos exhortaron, no solo a los asistentes, sino también a todos los latinoamericanos, a devolverles la vida a las fuentes de agua de nuestra región con hábitos positivos desde casa.
El conversatorio fue presentado por el presidente de CAF, Sergio Díaz-Granados, quien en su introducción resaltó la contundencia de esa política del organismo que lo está llevando a convertirse en un “banco verde y azul”. Foto:Johan Sebastian Saldarriaga de CAF
“Nos dijeron que era imposible recuperar el Magdalena, pero encontramos personas, como Sergio, que creyeron en nosotros; así podemos decirle al mundo que es posible retornar la vida a sus aguas, con actividades tan reales como limpiarlo librándolo de sus contaminantes”, manifestó Pumarejo.
“CAF ha venido a esta COP16 con un espíritu de celebración porque es la fiesta de la biodiversidad”, dijo emocionado, por su parte, Díaz-Granados.
Al finalizar la socialización de esta esperanzadora iniciativa, el mamo Camilo transmitió un mensaje profundo: “La naturaleza, el agua, la tierra y los humanos somos todos hermanos, así que no debemos pelear entre nosotros”.
Fue entonces cuando llegó el momento para la música, el canto, los movimientos cadenciosos y los sonidos evocadores de la naturaleza a cargo de Fidel Minda, director de Pitekus, y su grupo de brillantes intérpretes de las expresiones musicales del Pacífico colombo-ecuatoriano mezclados con hip hop: “El arroz se está quemando, el arroz se está… el tiempo va pasando, el calor va aumentando, al planeta deshielando… Los polos del planeta están por colapsar… Es una olla de presión que quiere reventar… Sociedades viendo ciegas las pantallas, mientras en el corazón del monte las minas estallan… La tierra está llorando, no la queremos ver. Nos implora su ayuda, está por perecer…”.
MÁS CONTENIDO*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO en alianza con CAF.