Un fenómeno que se suma a la disparada del crimen en el país y sobre el que no hay tantos reflectores puestos es el de la violencia por intolerancia, que pese a todas las medidas y campañas sigue siendo un azote.
Entre enero y mayo de este año, según las cuentas que hace el Ministerio de Defensa, tuvimos 5.263 asesinatos. Son 332 menos que los del mismo lapso del 2022 y, por lo tanto, una buena noticia en medio del muy complejo panorama de la seguridad y la convivencia. La mayor parte de esos homicidios corresponde a ajustes de cuentas entre delincuentes y, preocupantemente, hay un creciente número de robos y asaltos que terminan en la muerte de la víctima.
Pero hay un porcentaje, que históricamente ha estado entre el 10 y el 25 por ciento de los casos, que se atribuye a peleas o a problemas interpersonales. Son más de 2.000 vidas perdidas cada año, casi todas de hombres y mujeres jóvenes.
En las cifras del Instituto de Medicina Legal hay otras señales preocupantes: a corte de abril, 26 niños entre los 0 meses y los 11 años fueron asesinados. Otras 191 víctimas fatales estaban entre los 60 y los 91 años. Según los indicios preliminares, en muchos de esos casos los asesinos eran conocidos o, más aún, estaban en casa.
En cuanto a lesiones personales, Medicina Legal habla de 27.784 afectados entre enero y abril, 624 más que en el 2022. La mayoría fueron atacados a golpes o con armas blancas. De estos últimos, se infiere que la mayoría fueron víctimas de atracadores, pero de nuevo hay una parte grande, que puede estar entre el 20 y el 30 %, que corresponde a riñas.
Otra cara de esa intolerancia que se torna en agresión es la de la violencia intrafamiliar. Las estadísticas del Mindefensa señalan que en los primeros cinco meses de este año hubo 43.014 casos. Aunque hay que destacar que son 10.000 denuncias menos que el año pasado, se trata de una realidad inaceptable: son más de 280 ataques diarios, y la mayoría de víctimas son mujeres y niños. Los episodios de agresiones más graves, los que llegan a Medicina Legal para determinar incapacidades, van en aumento: entre enero y abril se registraron 19.692, frente a 19.068 del año pasado. Las víctimas en 272 de esos casos fueron niños, de entre 0 meses y cuatro años; otras 432 tenían entre 5 y 9 años. Y hubo 91 ancianos mayores de 80 años que tuvieron lesiones graves por violencia intrafamiliar.
Las afugias que vivimos por causa de la delincuencia no pueden hacer que el país descuide los esfuerzos para evitar que resolver las diferencias a golpes –cuando no a navajazo limpio, porque somos un país que se mata a bala pero que se hiere a cuchillo– siga siendo algo normal para tantos colombianos. Y también para tantos venezolanos en Colombia, porque es en esa población migrante donde más se están sintiendo y reproduciendo muchas de las violencias que ya son endémicas en nuestra nación.
JHON TORRES
Editor de EL TIEMPO
En Twitter: @JhonTorresET