Entre los desafíos que tendrán los alcaldes que se posesionarán el 1.º de enero hay uno que no es el primero que se viene a la cabeza y que, sin embargo, es fundamental en términos de seguridad y democracia: combatir la práctica, pero sobre todo las causas, de la justicia por mano propia.
Difícilmente pasa una semana sin que en las noticias aparezca algún caso de linchamiento en cualquier región del país. Acorralados por una criminalidad cada vez más desbordada, muchos ciudadanos deciden actuar para frenar la delincuencia que los asuela. La percepción de que las autoridades no los protegen ni a sus familias y a sus bienes, y de que la justicia es tan inoperante que ni siquiera vale la pena hacer una denuncia, están detrás de esa lógica.
Las cifras de la seguridad y no ayudan. Entre enero y octubre de este año, 308.000 personas denunciaron haber sido víctimas de un robo o un atraco. Son más de mil casos diarios, en promedio, con un agravante: cada vez hay más casos en los que los delincuentes hieren o matan, incluso sin resistencia de la víctima. Entre los 11.031 homicidios que reporta el Ministerio de Defensa en los primeros 10 meses del año –que por cierto son 448 más, 11.479, según Medicina Legal–, al menos el 20 por ciento corresponde a muertes en atracos. La falta de justicia en la mayoría de esos casos es combustible para malas decisiones de ciudadanos indignados.
Romper, con logros reales contra el hampa, la lógica de que es válido usar la justicia callejera es imperativo. Y para eso se necesita que la gente se sienta protegida contra el crimen y que esté convencida de que no solo no habrá impunidad para el delincuente, sino tampoco para el justiciero anónimo que acude al linchamiento.
No es un reto menor. Un informe de Excelencia en la Justicia, basado en la Encuesta de Seguridad y Convivencia del Dane, muestra que el 52 % de los colombianos se sienten inseguros; un 13,9 % dice que haría justicia por su mano. Esta última cifra llega al 18,4 % en Bogotá, donde 8 de cada 10 dijeron temer por su seguridad. A mayor percepción de riesgo, mayor riesgo de justicia por mano propia. Y por esa vía, a abrir la puerta a remedios tan malos como el flagelo que se pretende enfrentar.
JHON TORRES
Editor de EL TIEMPO
En X: @JhonTorresET