En el ocaso de una larga guerra un resplandor enceguecedor estremeció Japón. Los traumas sumieron a poblaciones en un proceso culposo de reconstrucción física y comunitaria y de lento reconocimiento de responsabilidades.
Físico italiano. En 1938 ganó el Nobel de Física por sus avances en elementos radioactivos y reacciones nucleares. Al igual que muchos de sus colegas, con el avance de las políticas antisemitas en Italia implementadas por el gobierno de Mussolini emigra a Estados Unidos junto con su esposa, quien era de origen judío.
Físico y matemático húngaro de orígen judío. En la Universidad de Humboldt conoce a Szilard y en general a la comunidad húngara en Berlín. Más tarde trabaja en Princeton y finalmente se une a Szilárd y Fermi en sus investigaciones sobre una posibilidad de una reacción en cadena de fisión inducida. Recibe el Premio Nobel de Física en 1963.
Nació en Budapest y de origen judío, fue un físico hungáro-americano. Estudió en la Universidad Técnica de Berlín y más tarde en la Universidad Humboldt. Obtuvo la ciudadanía alemana en 1930; sin embargo, con el clima político de los siguientes años se refugió en Inglaterra, donde comenzó sus investigaciones sobre la fusión nuclear en cadena.
Físico estadounidense de familia judía. En 1942 fue nombrado director científico del proyecto Manhattan. Dimitió en 1945, tras el éxito de la prueba Trinity. Dos años después fue elegido presidente de la Comisión para la Energía Atómica estadounidense, cargo que ejerció hasta 1952. Desde allí hizo un llamado para el control internacional de armas nucleares.
Físico y químico nacido en Fráncfort. Descubrió la fisión de uranio y torio en núcleos atómicos de peso medio. Estuvo entre los científicos alemanes presos en Inglaterra, acusado injustificadamente, de trabajar en el programa alemán de armas nucleares. Se le otorgó el Premio Nobel de Química en 1944, pero solo pudo recibirlo hasta terminada la guerra.
Físico de origen húngaro, nacionalizado estadounidense. Al igual que muchos de sus colegas adelantó estudios en Alemania, teniendo que emigrar en 1935 debido a las políticas implementadas en el país. Trabajaría en el proyecto, aunque se le reconoce principalmente por ser el padre de la bomba H, la bomba de hidrógeno.
Los avances científicos a comienzos se siglo XX, fueron de gran importancia para el avance del Proyecto Manhattan, un proyecto secreto desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial para la construcción de armas nucleares. Surgió como una preocupación por los supuestos avances hechos por la Alemania Nazi y su eventual logro de una arma poderosa. Frente a esto, Estados Unidos comenzó a trabajar en la investigación y posterior desarrollo de la bomba atómica. Reunió importantes científicos e ingenieros norteamericanos, y a los más destacados físicos y químicos europeos exiliados por la guerra.
Nombre en clave del primer proyecto nuclear de EE. UU. orientado a superar al proyecto nuclear nazi.
La investigación científica fue dirigida por el físico Julius Robert Oppenheimer y las operaciones militares estuvieron a cargo del general Leslie Richard Groves. Posteriormente, el Consejo de Investigación de la Defensa Nacional se hizo cargo del Proyecto Uranio. El presidente Roosevelt, junto con el ingeniero y cientifico Vannevar Bush, creó la Oficina de Desarrollo en Investigación Científica con el fin de ampliar los esfuerzos. El 9 de octubre de 1941, Roosevelt autorizó el desarrollo del Proyecto Manhattan.
El proyecto empleó cerca de 130.000 personas, con un presupuesto (al día de hoy) de 26 billones de dólares. El proyecto se llevó a cabo en numerosos centros de investigación, de los cuales el más importante fue el Distrito de Ingeniería Manhattan, en el Laboratorio Nacional Los Álamos, en Nuevo México.
Igualmente, el comité ejecutivo de la S-1 selecciona a la compañía Stone & Webster para realizar la construcción de Oak Ridge.
Truman informó a Stalin (líder de la URSS) que tenía a punto la bomba. Japón había solicitado a Stalin su mediación para una rendición honrosa con EE. UU., lo que nunca ocurrió. El gobierno japonés estaba dividido y había posturas que pedían llevar la guerra hasta sus consecuencias más extremas. Truman ordenó a las Fuerzas Aéreas lanzar las bombas en cuanto estuvieran listas. Todo el uranio 235 y el plutonio que había en Los Álamos fue instalado en dos bombas que serían entregadas en la isla de Tinian (Islas Marianas, 2.415 km al sur de Japón), donde las esperaba un escuadrón de bombarderos B-29 especialmente entrenado.
“Hiroshima era una ciudad de considerable importancia militar. Contenía el 2o cuartel general del Ejército, que comandaba la defensa de todo el sur de Japón. La ciudad era un centro de comunicación, un punto de almacenamiento y un área de reunión para las tropas."
Hiroshima estaba todo en terreno bajo, plano, y era más o menos de forma circular. En el centro de Hiroshima había edificios de hormigón armado, así como estructuras más ligeras. Fuera del centro, había una colección de pequeños talleres de madera ubicados entre casas japonesas. Las casas eran de construcción de madera con techos de tejas.
Los supervivientes ubicados en las regiones urbanas fueron generalmente expuestos a mayores niveles de radiación, mientras que los sobrevivientes ubicados en las regiones rurales fueron generalmente expuestos a niveles más bajos.
El objetivo inicial era la ciudad de Kokura, pero por problemas climáticos fue reemplazada por Nagasaki, al ser era una de las pocas ciudades importantes que quedaron en Japón que aún no se había quemado, además de ser un puerto importante en la vida económica. Además, los torpedos de Mitsubishi utilizados en Pearl Harbor se manufacturaron allí.
Nagasaki estaba muy cortado por colinas y espolones de montaña, sin regularidad a su forma. Los sobrevivientes ubicados en las regiones rurales fueron generalmente expuestos a niveles más altos de radiación, mientras que los sobrevivientes ubicados en regiones urbanas, particularmente al sureste del hipocentro, fueron generalmente expuestos a niveles más bajos.
La bomba explotó aproximadamente a 3 km al noroeste del centro urbano de la ciudad, en lo alto del valle industrial de Nagasaki, casi a medio camino entre el Mitsubishi Steel y Arms Works, en el sur, y el Mitsubishi-Urakami Ordnance Works (Torpedo Works), en el norte.
“Los japoneses empezaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto ese golpe multiplicado… Es una bomba atómica. Es la explicación del poder básico del universo. La fuerza de la cual el Sol adquiere su poder, ha sido lanzada en contra de quienes llevaron la guerra al Lejano Oriente”.
HARRY TRUMAN
Presidente de Estados Unidos
Agosto 6 de 1945
“Supimos que el mundo no sería el mismo…Ahora, me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”.
ROBERT OPPENEHEIMER
Director de Laboratorio del Proyecto Manhattan.
“El uso de las bombas atómicas en contra de Japón es una de las grandes equivocaciones en la historia”.
LEÓ SZILÁRD
Físico del Proyecto Manhattan, Premio Nobel de Química.
“Hubo un silencio temeroso que hizo sentir que todas las personas y todos los árboles y la vegetación estaban muertos. El silencio era el único sonido que los muertos podían hacer”.
TESTIMONIO
Sobreviviente que estaba en un Parque Urbano en Hiroshima.
“El sol se hizo pedazos y cayó. El cielo, que siempre me había parecido tan lejano, quedó sin el sostén que le daba el sol y se vino abajo casi al mismo tiempo. La luz creció tanto que no pudo soportarlo. De modo que la luz también murió aquel día”.
Makiko Kada
Sobreviviente en declaraciones a Tomás Eloy Martínez.
Agosto 6 de 1945 - 8:15 a.m. El oficial estadounidense de las Fuerzas Aéreas Robert Eatherly apoya el sobrevuelo, en el Pacífico, del bombardero B-29 ‘Enola Gay’, comandado por el coronel Paul W. Tibbets y ordenado por el presidente Harry Truman, con la misión de lanzar sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica, apodada ‘Little Boy’. En el marco de estas acciones, Churchill, Truman, Attlee y Stalin se habían reunido en Potsdam una semana antes para acordar la rendición del ejército alemán y de las fuerzas militares japonesas desplegadas a lo largo del sudeste asiático.
Sin embargo, Truman, ansioso por el repentino relevo presidencial estadounidense tras la muerte de Roosevelt, ordena el inminente ataque a Japón; cuatro toneladas de Uranio-235 caen sobre la ciudad de Hiroshima, una ciudad de considerable importancia militar ya que contenía el segundo cuartel general del Ejército, el cual comandaba la defensa de todo el sur de Japón. Tres días después, el 9 de agosto, un segundo bombardero apodado ‘Bockscar’ arroja la bomba ‘Fat Man’, de Plutonio, sobre Nagasaki. Un mes después, Japón firma su rendición.
La nube ardiente en forma de hongo sobre Hiroshima, captada por el artillero de cola George Caron, recorre los principales periódicos del mundo a la mañana siguiente. Las dramáticas imágenes, acompañadas por titulares como ‘La bomba atómica ha pulverizado todos los seres vivos’; ‘La bomba que ha cambiado el mundo’; ‘La ciudad de 300.000 personas desaparecida en por una gran bola de fuego’ generaron interrogantes sobre la guerra, el significado del progreso y el precio que había de pagar la humanidad por la implantación de la democracia liberal en Japón.
El piloto Eatherly, el primero en cuestionar el sentido altruista y pacifista de su obra, rechazó la condecoración militar derivada de su acción “heroica”. La reflexión personal sobre el lanzamiento de la bomba y su papel como responsable en la ejecución de miles de vidas lo condujeron a un intento de suicidio y a otros desórdenes, hasta finalmente ser internado contra su voluntad en el Hospital de Waco (Texas) bajo el diagnóstico de esquizofrenia y ansiedad. Por su parte, Oppenheimer, ‘padre de la bomba atómica’, le expresó a Truman, 11 días después de Hiroshima, la necesidad de prohibir las armas nucleares en el mundo.
Los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki representaron para la historia mundialel uso irresponsable de la ciencia y la tecnología y la coalición de modelos políticos irreconciliables que luego se fraguarían a ambos lados del muro de Berlín. Así, el sacrificio de tantas vidas humanas eleva las dudas sobre el altísimo precio depositado por la humanidad para alcanzar la doctrina de la democracia liberal, sumando a Hiroshima y Nagasaki a la larga lista de ciudades devastadas. A lo largo de los continentes asiático y europeo comenzaron procesos largos y dolorosos de reconstrucción urbana y social, en medio del miedo constante de repetir un episodio de destrucción masiva nuclear.
GI
Integridad
REI
Respeto
YU
Coraje
MEIYU
Honor
JIN
Compasión
MAKOTO
Honestidad
CHU
Lealtad
El bushido es el código de caballería que trazó la ética y moral de la noble clase guerrera del Japón feudal. Los samuráis, que hacían parte de esta clase, debían fundamentar sus formas de lucha y su vocación en siete virtudes: lealtad, honor, honestidad, respeto, compasión, coraje y justicia. El bushido hizo parte de los códigos y filosofías de la guerra feudal —como el de la caballería europea—, los cuales se basaron en vivir por el honor y la lealtad a su Señor y fueron influenciados fuertemente por las doctrinas religiosas y morales presentes en los continentes europeos y asiáticos
En la guerra del Pacífico, los japoneses habían demostrado que cada isla era una fortaleza de selva y hombres dispuestos a morir por su nación y su emperador. Así lo revelan las fieras resistencias de Guadalcanal e Iwo Jima, en donde reclutas y conscriptos japoneses mal armados y mal alimentados se enfrentaron hasta la muerte a los marines estadounidenses en una resistencia desesperada, donde la consigna era vencer o morir eliminando a tantos enemigos como fuera posible.
Una estimación amplia señala que el costo de invadir las islas del archipiélago nipón, defendidas por estos soldados japoneses, traería bajas cercanas a los 10 millones entre ambos bandos. En este sentido, la política de Truman entendió que la utilización de las bombas atómicas evitaría un derramamiento de sangre mayor al aterrorizar a los ultranacionalistas del Imperio japonés.
El origen de este nacionalismo se remite a la riqueza milenaria, basada en narraciones de héroes y mitos, constructoras de una tradición presente en el pensamiento y la filosofía nipona, donde tiene cabida el autosacrificio por un bien mayor, un señor o un Estado. Esto último se explica mediante el estudio del sistema de creencias shintoísta, originado en la concepción de la familia imperial –la casa reinante más antigua del mundo–, como descendiente directa de Amaterasu (la divinidad del sol).
Esta le otorgaba a su patriarca un estatus de ‘divinidad viviente’ que incluso fue ratificado por la constitución japonesa de 1889. Para los militares japoneses, las tradiciones culturales y la dignidad histórica de los famosos samuráis determinaron su comportamiento frente a la adversidad en batalla durante la Segunda Guerra Mundial.
Ilustra esta actitud la primera gran derrota militar del Imperio japonés en la Segunda Guerra Mundial (Batalla de Midway, 1942), en la que el vicealmirante Tamon Yamaguchi, a bordo del portaaviones Hiryu, averiado por los ataques norteamericanos, ordena a sus hombres el abandono del navío con el que él se hundiría. El peso de las ataduras morales y culturales construidas alrededor del bushido impedían que un guerrero continuara con vida tras la vergüenza de no lograr la victoria para su señor.
Esta heroica actitud fue replicada por los famosos y míticos pilotos kamikaze, o ‘viento divino’, cuyo único fin era morir por el ‘soberano celestial’. El ‘suicidio ritual’ caracterizó al militarismo nipón, fortalecido desde finales del siglo XIX, en el marco de los imperialismos occidentales en Oriente, que dejaron a Japón como el Estado moderno más poderoso del continente asiático.
Tan profundamente arraigado yacía este ethos belicista en todos los niveles de la sociedad nipona que el 14 de agosto de 1945, días después de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, un grupo de extremistas militares bajo las órdenes del mayor Kenji Hatanaka trató de irrumpir en el palacio imperial, en un último y desesperado intento por colocarlo bajo arresto domiciliario y evitar que el monarca grabase su famoso discurso de rendición.
Esteban Jaramillo definió la bomba como el más terrible elemento de destrucción inventado por los hombres para satisfacer su instinto de despedazarse unos a otros.
En Colombia, la bomba atómica causó novedad y asombro. Y fue vista como un gran avance científico y como un poderoso artefacto que cambiaría o acabaría el mundo. De este modo, las opiniones de los colombianos estuvieron entre la iración por la conquista del átomo y el miedo por la posibilidad de la devastación.
Diversas miradas recogió el semanario Sábado el 25 de agosto de 1945. Allí, Rodrigo Jiménez Mejía, catedrático de la Universidad Libre, valoró positivamente la bomba al decir que salvó vidas e hizo envejecer en un día todos los armamentos. El cambio en las guerras también fue identificado por el coronel Arturo Lema Posada, quien señaló que gracias a la bomba la aviación dominaría el mundo.
También hubo opiniones que alertaron sobre el riesgo que la bomba representaba. Una fue la del economista Esteban Jaramillo, quien definió la bomba como el más terrible elemento de destrucción inventado por los hombres para satisfacer su instinto de despedazarse unos a otros. Una visión semejante expresó el abogado Rafael Bernal Jiménez, quien encontró que con la bomba iniciaba una era de amenazas y cataclismos. No obstante, Bernal pensó que el aumento de la peligrosidad podía traer algo bueno: que el mundo se uniera para evitar la destrucción.
De manera semejante, el emigrado español Luis de Zulueta lanzó un ultimátum cuando expresó que: o se acaban las guerras o se acaba la humanidad. El mismo Zuleta, en la edición del 1 de septiembre de El Tiempo, afirmó que si la bomba atómica no acababa con las guerras, acabaría con el mundo; pero, como el mundo no quería morir, daría vida a la nueva institución de las Naciones Unidas.
Las mujeres también difundieron sus opiniones. En la edición del 15 de septiembre del semanario Sábado, la joven Beatriz Canales de Francisco dijo que si tuviera una bomba en su poder, la entregaría al Consejo de Seguridad Mundial, pues consideraba inhumano usarla. Otra mujer, Gloria Correa, de 15 años, en la edición del 6 de octubre, opinó que aunque no era científica y por eso no pensaba nada sobre la bomba, el resultado de su lanzamiento lo había visto el mundo entero: la rendición de Japón, lo que para ella no era poco.
Así, la bomba atómica ingresaba en el vocabulario de los colombianos. Era el tema de moda y de ella se hablaba en prensa, cafés, radio y literatura, lo que extendió el uso del término “bomba atómica” a la vida cotidiana para referirse a lo masivo, fuerte o impactante.
Con el inicio del proyecto nuclear Manhattan se censuraron obras de ficción y fueron prohibidos términos relacionados con el desarrollo atómico.
Los cómics de superhéroes crecieron significativamente durante la Segunda Guerra Mundial. Sobre todo en el mercado estadounidense, donde fueron usados como propaganda militar. El Capitán América y Superman ocuparon lugares preponderantes debido a que, por una lado, aludían a ataques directos contra Hitler y, por otra parte, los hacían partícipes a la hora de evitar los ataques enemigos o avanzar en contra las tropas alemanas. Sin embargo, el poder atómico en los cómics encuentra sentido en dos momentos particulares: el primero, antes del estallido de las bombas contra Japón y el segundo, después de este.
Previamente a la Segunda Guerra, los estadounidenses tenían cierto conocimiento de lo que significaba la energía nuclear, principalmente, debido a las obras de divulgación y artículos de la prensa local. No obstante, los cómics de ficción de los años 30 y 40 lograrían un acercamiento más profundo a los conceptos propios de la energía molecular, atómica y nuclear con personajes como Flash Gordon (1934). Con el inicio del proyecto nuclear Manhattan se censuraron obras de ficción y fueron prohibidos términos relacionados con el desarrollo atómico. Por ejemplo, en el cómic de Superman ‘Battle of the atoms’, de 1944, donde Lex Luthor construye un arma a la que llama ‘Bomba atómica’. Aunque los creadores desconocían el proyecto, el cómic fue censurado por dos años y vio la luz hasta 1946, tras el final de la guerra. Es preciso reconocer que antes del estallido de la bomba habían alcanzado cierta popularidad Superman, la Mujer maravilla y Linterna Verde.
Surgirían, no obstante, nuevos héroes como Hulk y Spiderman, que alcanzaron su condición de superioridad por el dominio científico, donde la radiación les otorgó habilidades sobrehumanas. El poder del átomo se convirtió en una fuente inagotable de inspiración para la creación de héroes y heroínas y la construcción de historias que posicionan los valores de la modernidad y el progreso, propios de un sistema capitalista, materializado en las causas, controversias o ideales que defienden los superhéroes.
El estallido de la bomba constituye un punto de inflexión en la historia japonesa, derivado de la necesidad social de construir la memoria colectiva a través del dolor de los hibakusha: las víctimas bombardeadas. Por un lado, las instituciones gubernamentales de Hiroshima y Nagasaki han conmemorado los aniversarios correspondientes en honor a las víctimas, brindándoles los espacios para compartir sus testimonios y dolor como medio para mantener viva la memoria y hacer un llamado a todas las naciones a la paz global.
El trauma nacional se ha tramitado a través de la construcción de diversos monumentos como el Parque de la Paz de Hiroshima, diseñado por Kenzō Tange, en donde se encuentran el Museo y la Llama de la Paz (la cual permanecerá encendida hasta que el peligro de la destrucción nuclear haya desaparecido de la tierra), así como la monumentalización de la Cúpula Genbaku, el edificio más cercano al hipocentro en sobrevivir el bombardeo.
Estos tres elementos trazan una línea recta -desde el Museo hasta la Cúpula- a través de la cual se puede ver la reconstrucción de Hiroshima. Así mismo, en la ciudad de Nagasaki se encuentra el Parque de la Paz que integra el Museo de la Bomba, el Parque del Hipocentro y la Estatua de la Paz.
Por otro lado, la bomba ha impactado otros espacios de la cultura popular japonesa desde acciones conmemorativas no gubernamentales. Personajes como Astroboy, producto de la imaginación de Osamu Tezuka (1952), hacen honor al proceso de reconstrucción al que se sometió la ciudad después de la tragedia, además de impulsar a las nuevas generaciones a hacer un uso responsable y pacifico de la energía nuclear. Si bien el tema de la muerte es transversal en este ánime, también lo es el renacer que se ha simbolizado en el Japón de la posguerra.
La reconstrucción de las dos ciudades no solo ha sido representada como un proceso esperanzador. Keiji Nakazawa, con su manga ‘Pies descalzos’, plasmó el aumento de la orfandad, la pérdida de la etapa de la infancia para una generación de niñas y niños, y las enfermedades a causa de la radiación de quienes vivieron durante este evento y en quienes estaban por nacer. Nakazawa convierte el manga en un espacio para tramitar sus memorias, pues él estuvo a tan solo 1,4 kilómetros del hipocentro de la bomba y perdió a su padre y a su hermano en Hiroshima ese 6 de agosto de 1945.
La producción de diferentes narrativas en torno al ataque nuclear estadounidense constituyó un movimiento literario denominado Genbaku bungaku (literatura de la Bomba atómica) que abordó expresiones como los Haiku, o poemas cortos, y motivó el surgimiento de novelas como Ciudad de cadáveres (1948), escrita por Ôta Yôko.
Este proyecto nace de una iniciativa en conjunto de EL TIEMPO Casa Editorial y la Universidad Nacional de Colombia