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Indy 500, una máquina de hacer dinero
A la 107.ª edición de las 500 Millas de Indianápolis marcó un nuevo récord para la bolsa.
En torno al Indianápolis Motor Speedway —el autódromo de la capital del estado de Indiana, Estados Unidos, donde desde 1911 se corre la mítica carrera de las 500 Millas— no solo giran los 33 monoplazas que clasifican para la competencia cada año. Si estas son potentes y veloces máquinas, producto de la ingeniería, alrededor de la Indy 500 —que hace parte del calendario de la Indy Car Series— gira una bien calibrada máquina de hacer dinero, producto del marketing y la publicidad. La bolsa de premios de esta edición marcó un segundo récord consecutivo al sumar un total de US$1 7’021.500.
La 107.ª edición de las 500 Millas de Indianápolis que se disputó el fin de semana pasado dejó otros altos registros para la historia de la competición, que junto a las 24 Horas de Le Mans y el Gran Premio de Mónaco de la Fórmula Uno, son las más apetecidas por el público y los pilotos.
Jossef Newgarden del Team Penske, ganador de la carrera, recibió el mayor pago en la historia: 3.666 millones de dólares, es decir, 254.263 veces más la suma que ganó Ray Harroun en la primera edición en 1911, apenas 14.250 dólares de la época, que ya era plata y que reafirma que esta es la carrera automovilística que otorga los mayores premios a los ganadores.
La barrera de los 100.000 dólares la rompió en 1957 Sam Hanks, quien se llevó a casa 103.000 dólares, la de los 500.000, Danny Sullivan (517.662 dólares).
La primera victoria ‘millonaria’ fue para un suramericano, el brasileño Emerson Fittipaldi, quien en 1989 ganó 1’001.604 dólares. Su cheque fue mucho más que el total de la bolsa de premios de todas las carreras desde 1911 hasta 1970.
Antes de Newgarden, Marcus Ericsson en el 2022 y Helio Castro Neves en 1989 ostentaban el récord de ser los que se habían llevado el mayor premio en dinero.
Y tal vez el piloto más ‘desafortunado’ de la historia, en términos de ganancias de premios, es Takuma Sato. Su victoria en la primera Indy 500 sin público de la historia —corrida en agosto de 2020 (debido a la pandemia de COVID-19)— le reportó apenas 1,3 millones de dólares. Menos mal que en su primer triunfo en 2017 y con lleno total obtuvo 2’458.129 dólares.
El dinero de los premios lo concede el Indianápolis Motor Speedway y como la cuantía de la bolsa es declarada con antelación a la carrera, el tesoro de los Estados Unidos también se lleva una buena parte en impuestos que se pagan previamente.
Los ingresos de un piloto dependen en gran medida de las circunstancias del momento, incluida la salud financiera del organismo regulador, así como los detalles del acuerdo televisivo y la venta de entradas.
El ganador de la carrera recibe alrededor del 20 por ciento del fondo de premios, que luego se destina en una escala móvil al resto de los 33 autos participantes.
También hay premios en dinero para el piloto que obtenga la pole position y el que lidere el mayor número de vueltas.
Los pilotos tienen contratos con sus equipos en los cuales se establece el porcentaje de las ganancias que se llevan, mientras que el propietario del auto lo reparte entre el equipo, además de llevarse su propia parte. Este año el pago promedio para los pilotos es de US$ 500.600.
500 millas de Indianápolis Foto:EFE
En 2022, la bolsa de las 500 Millas de Indianápolis fue de US$ 16’ 000.200 y el pago del ganador del año fue de 3,1 millones de dólares. Antes de 2022 fue de 14,4 millones en la carrera del 2008.
“Esta es la carrera más grande del mundo y fue un mes de mayo especialmente monumental, con tribunas repletas e intensa acción en la pista”, dijo el presidente y director ejecutivo de Penske Entertainment, Mark Miles. “Ahora tenemos la mejor tarjeta final posible para la 107.ª edición de las 500 Millas de Indianápolis: una bolsa récord para los libros de historia”.
'Welcome Fans’
Si hay algo que marca la diferencia entre Indy Car Series y Nascar —las dos competiciones automovilísticas más atractivas de los Estados Unidos—, con la Fórmula 1 es la conexión entre los organizadores y la afición. En todo sentido.
En Estados Unidos, a las entradas de las ciudades, en los alrededores de los óvalos y pistas, y en restaurantes y bares son llamativos los letreros en grandes pasacalles y avisos luminosos: “Welcome Fans”, dicen. Mientras que en la Fórmula 1, decía alguna vez José Clopatofsky, los organizadores parecen decir: “Mejor no vengan”.
Este año el Indianápolis Motor Speedway le dio la bienvenida a más de 330.000 fanáticos, lo que la convirtió en la segunda mayor cantidad de público en las 500 Millas en más de dos décadas.
Los aficionados no solo van a ver la carrera. Días antes o meses de antelación los alrededores del óvalo son invadidos por centenares de motorhomes, con sus respectivos BBQ, piscinas inflables y mucha cerveza. Por ese espacio hay que pagar, claro, pero los gringos lo disfrutan y ahí dejan unos buenos dólares.
El escenario, que tiene una capacidad permanente de 257.325 asientos, más otra cantidad estimada de 60.000 en el infield, es el recinto deportivo con mayor capacidad del mundo. Para hacerse a una idea, tiene nueve veces la capacidad del estadio Nemesio Camacho El Campín.
500 millas de Indianápolis Foto:EFE
Para los asientos reservados para el día de la carrera, las gradas a lo largo del tramo delantero y en la curva uno generalmente tiene boletos que cuestan entre 100 y 150 dólares. Las entradas para el penthouse arriba de la tribuna frontal se pueden encontrar a partir de 200 dólares; en contraste, para el Gran Premio de Miami que se corrió el pasado 7 de mayo, las boletas iban desde los 660 dólares, las más económicas, hasta 1.885 las más costosas.
Este es el valor aproximado para el día de la carrera, para las clasificaciones a Indy 500 se pagan 30 dólares, y por poco menos de ‘un puñado de dólares’ los aficionados —firmando previamente una cláusula de exoneración—, pueden estar a pocos metros de los boxes para ver en primera fila todo lo que allí pasa, esto en Nascar e Indy Car Series.
En Indianápolis, según el sitio web jeanknowscars.com, los espectadores consumen el día de la carrera 24.000 galones de productos de Coca-Cola y 145.000 galones de cerveza, cinco toneladas de carne de hamburguesa y 2.000 litros de salsas. En las instalaciones que rodean el óvalo hay 29 bares repartidos por el Indianapolis Motor Speedway, que sirven únicamente Bloody Marys y ‘margaritas’.
500 millas de Indianápolis Foto:EFE
Por último, aunque las cifras no son oficiales, se dice que las 500 Millas generan un impacto económico en la ciudad de Indianápolis que ronda los 400 millones de dólares. No hay una aproximación a los datos de lo que se percibe por la publicidad y los derechos de transmisión de la televisión, controlados por Indy Cara Media. Lo que sí tiene veracidad es que Indy 500 llega a más de 300 millones de hogares en el mundo, superando los 208 millones de tele espectadores que tuvo el Super Bowl el año pasado, y superada solo por la final del Mundial de Fútbol Qatar 2022, que según la FIFA fue vista por 517 millones de personas.
Lo cierto es que para los estadounidenses un dólar vale, y si son miles los que llegan, mejor. O sino que lo diga Roger Penske, expiloto, dueño del conglomerado Penske Corporation y del Team Penske Racing, que logró su victoria número 19 en las 500 Millas de Indianápolis este año, la escuadra más exitosa en toda la historia de la carrera. De ñapa, desde 2020 es también dueño del Indianapolis Motor Speedway, que estuvo durante 74 años bajo el control de la familia Hulman.
La pista fue construida en apenas cinco meses, desde marzo hasta agosto de 1909 con 3.2 millones de bloques de la ladrillo —no había pavimentos en ese entonces—, algunos de los cuales son conmemorativos y hoy marcan la línea de meta. El pavimento moderno llegó apenas en 1961, de ahí que se la conoce como “Brickyard”. Desde su primer día, ha sido inigualable y es el templo de la velocidad pura.
Ray Harroun, en 1911, ganó a una velocidad promedio de 119 kilómetros por hora para recorrer las 2.5 millas que se enlazan con 4 curvas de muy poco peralte y para esta edición el español Alex Pälou hizo la ‘pole’ a un promedio de 376,939 kilómetros por hora entre intimidantes paredes.