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Noticia
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‘El plan de reactivación efectivo es uno que revierta la tendencia negativa de la inversión’: Marcela Eslava, exdecana de los Andes
La economista advierte que es un mal momento para pensar en una reforma tributaria cuando la economía se encuentra estancada.
Reactivar la inversión en infraestructura, en los grandes proyectos, será clave para darle mayor impulso a la actividad económica colombiana. Foto: Jaiver Nieto
El punto de partida para la recuperación de la economía es generar condiciones para volver a dinamizar la inversión, que es el componente que viene explicando la baja dinámica económica y que es la forma de sembrar crecimiento futuro.
Lograr ese cometido no solo pasa porque haya confianza y claridad en las reglas de juego, dos factores estrechamente unidos, sino también porque en la política pública exista coherencia entre el discurso, las acciones y las perspectivas de retorno futuro de las grandes inversiones.
Es la visión que tiene desde la academia Marcela Eslava, profesora y exdecana de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, para quien, “más que la estabilidad de las reglas de juego per se, es la credibilidad de unas acciones y un discurso congruentes con que las inversiones sean promisorias” lo que hará que el país retome su senda de crecimiento. EL TIEMPO conversó con la economista y esta es su lectura sobre el rumbo de la economía del país.
¿Cómo ve desde la academia la coyuntura por la que pasa el país?
Creo que hay una preocupación bien fundada por el estancamiento del crecimiento económico, que es preocupante en sí y lo es más por sus raíces. Desde el punto de vista de la demanda, es en la inversión donde más se consolida una muy negativa tendencia, no solo mirando un trimestre contra el anterior, sino en un periodo mucho más amplio. Esa es una tendencia que resulta preocupante porque la inversión no solo influye en el crecimiento de corto plazo, sino que siembra para el crecimiento futuro.
Infortunadamente, no se ve una clara emergencia de factores que revertirían esa tendencia, pues la jalonan elementos de largo plazo con unas preocupaciones coyunturales sobre la política económica que no se despejan. Y aunque un componente de la demanda que viene jalonando desde el fin de la pandemia es el gasto de los hogares en bienes no durables y servicios, la marcada caída de la inversión hace que no capitalicemos esa potencial fuente de crecimiento de corto plazo.
¿Cómo se llegó a la situación en que estamos hoy?
Marcela Eslava Foto:Universidad de los Andes
En términos de la mala dinámica de la inversión, hay unos factores coyunturales y otros que vienen de tiempo atrás. Comparada con su tendencia de largo plazo (descontando los crecimientos extraordinarios durante e inmediatamente después de la pandemia), la inversión muestra un desánimo que precede a la actual coyuntura e incluso a la pandemia misma. Es un legado de la ‘resaca’ del muy dinámico crecimiento de la inversión que vivimos hasta más o menos el 2015-2016, relacionado con el boom de las materias primas en el mundo y sus precios, que jalonó la inversión en sectores primarios en varios países y que benefició a Colombia por el lado de la minería.
Desapareciendo ese boom, se frenó un factor que jalonaba la inversión y no logramos redireccionarnos hacia otros renglones. Pero también es cierto que esa tendencia negativa de la inversión se ha profundizado en los últimos tiempos y parece claro que ahí hay asociada una inquietud grande de los sectores económicos para continuar haciendo nuevas apuestas, y no solo una consecuencia de la política monetaria restrictiva con que se ha buscado controlar la inflación vía altas tasas de interés.
Para lidiar con esa inquietud es fundamental que el Gobierno entregue un discurso unificado que sea esperanzador y motivador para esas inversiones, y unas acciones de política pública congruentes con generar esa motivación, para que quienes están en capacidad de hacer inversiones las concreten.
Veo muy a lugar los llamados de diferentes actores para que en la política pública pasemos de plantear objetivos de cambio a tomar acciones concretas. Por supuesto, es fundamental también que esas acciones recojan de manera efectiva las inquietudes planteadas en los diálogos con los diferentes sectores. Y veo más urgente aún que el Gobierno se aparte de discursos y acciones divisorios que impiden la construcción de la confianza, sin la cual no hay inversión, y que de hecho llevan a desinversiones y destrucción de capacidades.
Un preocupante ejemplo es el debilitamiento de organizaciones y empresas del sector de salud, que combina una debilidad financiera que no se puede revertir sin el concurso decidido del Gobierno, incertidumbre sobre las reglas de juego de la actividad hacia el futuro y unos planteamientos del Gobierno que generan dudas sobre la sostenibilidad de inversiones existentes y futuras. Por supuesto, la política de desarrollo productivo es fundamental para la construcción de futuro.
Se necesitan acciones concretas para garantizar atacar lo que hoy más frena ese factor, más allá de su tendencia, y eso significa concretar los acuerdos con los sectores de la economía alrededor de las reformas, disipar las dudas que hay sobre la sostenibilidad de sectores claves como la salud.
En esta es urgente que veamos los objetivos planteados por el Gobierno, que en esencia combinan recomponer la producción desde la minería hacia otros sectores que tengan más encadenamientos y robustecer la economía popular, convertidos en una verdadera estrategia, con un diseño de acciones ambiciosas, coherentes y bien articuladas entre sí, y que se lleven a la práctica.
Vale también decir que ese objetivo de reducir la dependencia de los sectores extractivos ha estado presente en las estrategias de desarrollo productivo de varios gobiernos recientes, también sin mucho éxito. La clave, por supuesto, es que reducir esa dependencia no signifique solo contraer esas actividades, sino lograr más que compensarlas con el florecimiento de otras con mayores derrames positivos sobre la economía y el empleo.
Estamos a dos años de que concluya este gobierno y no llega el plan de choque...
Dado el peso de la desaceleración de la inversión en la baja dinámica de la actividad económica, y su magnitud, el plan de reactivación efectivo es uno que logre revertir esa tendencia negativa de la inversión. Se necesitan acciones concretas para garantizar atacar lo que hoy más frena ese factor, más allá de su tendencia, y eso significa concretar los acuerdos con los sectores de la economía alrededor de las reformas, disipar las dudas que hay sobre la sostenibilidad de sectores claves como la salud y concretar la ejecución de los temas de infraestructura que han estado frenados.
Cree que una nueva reforma tributaria encaja en todo esto…
Creo que es un mal momento para pensar en una reforma tributaria. Aunque claramente hay una preocupación válida por el recaudo, en buena parte este está frenado porque la actividad económica también lo está. Ahora, no es la limitación del gasto del Gobierno lo que tiene frenada la economía, sino la inversión, insisto. Entonces pensar que el Gobierno va a recuperar ese terreno de la inversión con gasto público si tuviera más recaudo parece ilusorio.