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Los problemas detrás del desplome de las cifras de la industria automotriz en Colombia
Los efectos, si se prolonga la desaceleración por más tiempo, podrían impactar miles de empleos.
Al comprar un usado mucha gente se fija más en el motor, que se puede arreglar, y deja de lado otros elementos que se deterioran más y son costosos de reparar. Foto: iStock
Superados los problemas causados por la pandemia en el 2020, y la sobreviniente falta de suministros, el sector automotor colombiano enfrenta hoy una nueva crisis reflejada en la caída en un 39,3 por ciento en las ventas de carros nuevos. Van apenas 118.527 unidades vendidas durante los primeros ocho meses de este año, frente a las 171.385 del mismo periodo del 2022.
Pero, curiosamente, las preocupaciones no lo son tanto para esta industria que, a pesar de las adversidades, ha logrado enfrentarlas. El problema es que ahora la solución no está en sus manos ni tampoco está a la vuelta de la esquina, esta depende de los giros de la economía colombiana y de las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional.
La batalla del Gobierno por contener la inflación y la subida del dólar mediante el alza de las tasas de interés, que ha encarecido el crédito y el al mismo, a lo que se suma la política de estabilización de precios de los combustibles con el consecuente aumento del precio del galón de gasolina, desaniman la clientela y la aleja de las vitrinas, que es lo que está ocurriendo hoy.
Con esos nubarrones en el horizonte el gasto en los hogares se ha frenado y eso afecta a todos los renglones del comercio. En este escenario las personas dejan de comprar bienes durables como los carros y la vivienda, y para la normalización hay que esperar el resultado de las movidas económicas del Gobierno. Pero no es fácil.
“Muchos pueden pensar que si baja el dólar, el precio de los insumos a nivel mundial y ceden las tasas de interés, producir será más barato; sin embargo, esto solo pasa si las empresas compran las cosas el mismo día que las producen y las venden, lo cual no es lo más común, ya que dependemos de cosas que debemos comprar hasta seis meses antes, a las tasas y tipo de cambio del momento”, explica el fundador de Raddar, Camilo Herrera, en una columna de Portafolio.
Pero volviendo a los carros y a la industria, lo bueno es que esos “seis meses” de los que habla Herrera ya pasaron. Ahora el problema es que muchos importadores tienen un inventario disponible en sus vitrinas y empiezan a salir las promociones y a buscar fórmulas para venderlo en medio de la ‘apatía’ de la gente por comprar un carro nuevo.
Lo cierto, y lo tienen claro quienes están en el negocio (ver entrevistas), es que esta desaceleración afectará los balances de las empresas, pero al país le podría ir peor.
El declive en las ventas ya redujo las expectativas para este año a 170.000 unidades, si se prolonga impactaría renglones como el empleo. La industria automotriz genera más de 45.000 empleos directos y 370.000 indirectos. Y la contribución del sector automotor representa el 1,7 por ciento del producto interno bruto (PIB).
¿Vas a vender o comprar carro usado? Pilas a estos consejos de seguridad. Foto:iStock
En 2021, el parque automotor contaba con un total de 17 millones de vehículos en circulación; de los cuales, 6,7 millones, es decir el 39 por ciento, eran automóviles.
El segmento de mayor venta es el de autos familiares, con un 41 por ciento de participación, seguido de vehículos tipo SUV con el 39 por ciento. El freno en las ventas es un golpe directo para el empleo en talleres, almacenes de autopartes, estaciones de servicio (este año se ha reducido el consumo de gasolina corriente en 5 por ciento), y en general a todas las actividades de comercio asociadas a los carros.
En otras palabras, la industria automotriz, el sector de autopartes, el comercio de vehículos y de repuestos, además de la generación de empleo (2,5 por ciento), le da un valor agregado a la economía colombiana, pues no es solamente la producción, el comercio y el consumo final, sino que su influencia se extiende a frentes productivos como el de la metalmecánica, eléctrico, electrónico, textil, cauchos, vidrios y tecnologías de la información, aseguradoras, sector financiero, entre otros.
Según el Dane, en el año 2012, la fabricación de vehículos automotores, remolques y semirremolques y de otros tipos de equipo de transporte representaba 2,86 por ciento del PIB manufacturero y un 0,38 por ciento del PIB total. El año pasado estas cifras disminuyeron al 2 por ciento y al 0,25 por ciento, respectivamente.
Y entre 2019 y 2022, las exportaciones de vehículos automotores se redujeron un 44 por ciento, al pasar de 577,2 millones de dólares a 322,7 millones de dólares. Esto representó una caída del 46,7 por ciento.
En números redondos, la industria representa el 8,8 por ciento de las importaciones totales del país y el 0,8 por ciento de las exportaciones, y el 6,6 por ciento del PIB industrial. De acuerdo con datos ‘prepandemia’, el sector automotor aportaba alrededor de 160 billones de pesos en valores agregados encadenados, equivalente al 17 por ciento del PIB para el año 2019.
El 25 por ciento de ese aporte provino de la remuneración al trabajo, 52 por ciento de la de créditos del capital y 22 por ciento por impuestos. Y según Andemos, la contribución impositiva del sector automotor fue de 23 billones de pesos.
Según esa agremiación, por cada peso de producción en el segmento industrial, se genera 1,24 pesos de valor agregado y por cada peso de producción en el segmento comercial resulta en 2,01. El efecto multiplicador total ponderado del sector es de 1,73 pesos de valor agregado por cada peso de producción sectorial. Las actividades complementarias generan un aporte de 121 billones de pesos.
Estas cifras reflejan la operación de más de 40 marcas, más de 800 concesionarios y más de 45.000 establecimientos dedicados al comercio y al mantenimiento de vehículos en Colombia, que esperan salir de este bache que los tiene con las alarmas encendidas.
Esto para no citar la informalidad, la cual, si hubiera formas de estimarla, arrojaría cifras aún más dramáticas, representadas en talleres pequeños, mecánica “de andén”, centros de metalmecánica, reparaciones electrónicas, cambios de aceite, montallantas, etc.
‘No estamos viendo un panorama positivo’: Asopartes
Carlos Andrés pineda, presidente ejecutivo de la asociación automotriz y sus partes, asopartes, habla del impacto de la crisis en el sector.
Carlos Andrés Pineda Osorio, presidente de la Asociación del Sector Automotriz y sus Partes, Asopartes. Foto:Asopartes
¿Cómo analizan la situación en Asopartes?
Desde Asopartes el panorama no es positivo, la caída de más del 30 por ciento en las ventas de vehículos y de más del 20 por ciento en las de motocicletas indica claramente que el año no va a estar bien en la medida en que las tasas de interés permanezcan altas y que no haya una generación de mayor confianza, no solo en la inversión, sino en el gasto de los hogares, nos va a traer un año que no va a ser de buenos resultados y se va a ocasionar un impacto en todo el ecosistema.
Específicamente en la parte de repuestos, ¿cómo está el negocio?
Ya vemos un resentimiento en la compra y en el consumo de las partes, los rios y servicios, producto de esta incertidumbre que se genera en el país. Vemos un panorama más quieto después de dos años de mucho crecimiento, luego del 2021, cuando crecimos más del 40 por ciento en pesos la venta de repuestos, partes, piezas y rios, y un 2022 donde crecimos más del 35 por ciento. Este año estamos creciendo a una tasa cercana al 5 y 7 por ciento, pero que descontada la inflación no presenta unas cifras positivas al final del año.
¿Qué tan fuerte ha sido el impacto?
Cuando hay una reducción en la venta de vehículos la posventa tiene un buen comportamiento porque gente tiende a reparar su carro, a invertirle a la moto. Este año hemos tenido un crecimiento leve. Con lo que está pasando, ese crecimiento ya es bajo, y se nota la preocupación de la gente en gastar en estrictamente lo necesario y ha reducido los índices de consumo tanto de mano de obra como de piezas.
¿Cuántos empleados están vinculados en el sector?
El sector automotor representa en toda su transversalidad 6,6 por ciento del PIB y en la generación de empleo tenemos una participación del 2,5 por ciento y, sobre todo, somos generadores de empleo joven, de entre los 18 y 28 años. Eso aunado a las cifras que arrojan las cámaras de comercio del país que dicen que en el sector hay cerca de 45.000 empresas de mantenimiento, reparación, comercialización de piezas y partes inscritas y asociadas a los autos y 14.000 asociadas a las motos, en total casi 60.000 empresas legalmente inscritas.
Estamos hablando que, entre la importación, ensamblaje, comercialización y producción, son más de un millón de empleos.
¿Hay una amenaza para el empleo?
Por supuesto, cuando hay una situación difícil, complicada, obviamente eso se ve reflejado en el empleo, más preocupante en la parte inicial de la cadena de comercialización, en los concesionarios de vehículos y de motos, porque es la que mayor impacto ha tenido, por eso la solicitud que se ha hecho de revisar y moderar las tasas de interés.
¿Ve una salida en el corto plazo?
Nos va a tomar más tiempo porque la bajada de las tasas no será rápida. Dar una señal en ese sentido por parte del Banco de la República y los actores del ecosistema bancario será una buena señal, un indicio de confianza, y un incentivo para que los consumidores empiecen a ver una posibilidad de empezar a recuperar esos índices de consumo.
‘No hay que pensar que esto se lo llevó el diablo’: Aconauto
Pedro Nel Quijano, presidente de la Asociación Gremial de Concesionarios de Automotores (Aconauto), hace un análisis de la situación del mercado, cuenta cómo la enfrentan sus asociados y afirma que estos episodios son cíclicos.
¿Sigue pensando que esta crisis es pasajera?
Sí, estos fenómenos no son de un mes, sino que tienen sus ciclos. Los concesionarios y la industria en general tuvieron un par de años después de la pandemia supremamente buenos porque la mejor forma de vender algo y de venderlo bien es cuando está escaso.
¿Cómo se traduce eso en el mercado?
Cuando hay mucho de algo, los precios bajan y obviamente las ventas se dan solas, pero cuando hay escasez hay el apetito de todo el mundo y entonces las promociones son menores, los precios se mantienen, no hay esta guerra de descuentos que muchas veces se presenta.
O sea, hay tiempos buenos y malos…
Para efectos de la salud del negocio fueron años muy buenos y los concesionarios y la industria en general saben eso, que este es un negocio de largo plazo, que no es un negocio para inversionistas de ocasión, de metamos aquí una plata a ver qué pasa. Este es un negocio de familias, de tradición, que llevan dos, tres, cuatro generaciones apostándole a este negocio, que tiene unas características muy particulares como cada negocio.
¿Cuáles?
En este negocio se mueve mucha plata, pero con márgenes muy pequeños, muchas personas creen que el vendedor de carros se gana infiernos de plata y los volúmenes pueden ser interesantes. Los pesos son muchos, pero los porcentajes de utilidad son muy pequeños y entonces requiere inversiones grandes. Uno no ve concesionarios en un garaje, se ven unas moles de edificaciones y en algunas marcas más que en otras, porque las exigencias siempre han sido altas, y las firmas matrices son muy cuidadosas en la elección de los concesionarios, los estudian porque su nombre queda comprometido con quienes las representen.
Entonces, ¿lo que está pasando en el mercado es normal?
Aquí no hay que rasgarse las vestiduras ni pensar que esto se lo llevó el diablo, hay que entender que son fenómenos desafortunados porque afectan indudablemente y de una manera importante los balances de los negocios y hay compañías que pierden plata, pero tienen los recursos, tiene el soporte y tienen la fortaleza para poder sortear estos tiempos, de manera que no hay ni dicha eterna ni tragedia permanente, no es que todos los años van a ser extraordinarios ni que todos los años van a ser muy malos.
Pero no todos tienen el mismo músculo…
La visión del industrial, del fabricante o del ensamblador es un poco diferente a la visión del comerciante, del concesionario, porque el pulmón de un fabricante o de una ensambladora es mucho más grande, mucho más fuerte que el de un concesionario y pueden soportar más. Por sólido que sea un concesionario no se puede comparar con una ensambladora o una fábrica de carros, y estas por supuesto lo saben y apoyan a los concesionarios en momentos difíciles. Hay muchos incentivos internos para ayudarle a la gente porque sabiendo que el mercado está golpeado, el concesionario reduce gastos, pero tiene un límite para recortarlos.
¿Cuáles son esos gastos?
Los dos gastos más importantes o más fuertes en el negocio de un concesionario son el costo financiero por los inventarios, que pesa mucho, y en estos momentos muchísimo más por las altas tasas de interés. El otro es el costo de la nómina, el personal, porque generalmente un concesionario genera empleo de una persona por carro vendido, más o menos, no es una ecuación, no es una fórmula matemática, pero es muy cercana a la realidad en la práctica. Un concesionario que venda 500 carros al mes es un concesionario de 500 empleados, entre vendedores, talleres, istración, latoneros, esto es una cadena grande.
En cada escalera hay niveles. Uno diría, el fabricante a nivel mundial, por ejemplo, GM, Renault o Toyota, son unos monstruos de compañías que pueden incluso tener países donde dan pérdidas y otros donde les va bien, y en el consolidado les va muy bien, y por eso son exitosos y tienen vidas aseguradas por muchas generaciones. Después vienen los importadores, que son otras entidades de grandes recursos porque requieren manejar inventarios muy grandes. Luego vienen los concesionarios y después de este viene el vendedor, la persona. Entonces, si hay crisis en el negocio como lo estamos viviendo ahora, con una reducción de entre el 30 y 35 por ciento, obviamente eso afecta los balances, pero también la psiquis del inversionista y de todo el mundo.
Entonces el que está en mayor riesgo es el empleo…
En esa situación el concesionario dice: uno de mis costos mayores es el financiero. ¿Qué hago? Pues voy a tener un inventario menor; y mi otro costo importante es la gente, pues hombre, si tengo que salir de gente y tengo que reducir mi plantilla, lo tengo que hacer, ese es el pensamiento del concesionario. Entonces, esa reducción de personal es la parte más dolorosa.
Juan Guillermo Orozco, Sonia Martinez, Caroline Mondragon,
Pedro Nel Quijano. Foto:JUAN DIEGO BUITRAGO. Archivo EL TIEMPO
Ese es un problema grave…
Pero eso no quiere decir que los negocios se van a cerrar, que los negocios se van a quebrar, porque llevamos un año y no sabemos de un concesionario que haya cerrado. Nadie ha cerrado porque todo el mundo sabe eso, que este es un negocio de largo plazo, que es un negocio que requiere inversión fuerte y pulmones para aguantar los momentos malos.
Finalmente, ¿cómo ve lo que está pasando y el futuro?
Los mercados tienen unos comportamientos en los que la sicología masiva tiene un impacto brutal. En general, en el país todos estamos preocupados con que falta claridad en el Gobierno, con que no sabemos hasta dónde nos van a llevar, que hay preocupación y hay incertidumbre y esa incertidumbre es la que mata la economía. Porque la plata no se esfuma, la plata está ahí, el capital está, la gente podría comprar hoy un carro y ahora incluso es un buen momento para hacerlo porque hay promociones y como los concesionarios quieren bajar sus inventarios pues entonces hay mucho interés en moverlos. Hay más descuentos y se consiguen mejores condiciones.
Ahora, la otra cosa es esta: la gente dice ‘vamos a esperar a ver qué pasa en las elecciones’, y el esperemos a ver qué pasa es la frase famosa que nos mata a todos. A toda la parte productiva porque vamos a ver qué pasa y todo el mundo sabe que no va a pasar nada, pero, sin embargo, las inversiones se detienen. El cambio de casa o de carro se posterga porque la gente piensa que no es el momento de endeudarse y, claro, tienen razón por el costo del dinero. Pero si tienen la plata, es el momento porque cuando hay dificultad en una industria, es cuando es más fácil comprar porque hay mayor disposición a dar descuentos y precios especiales.