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Entrevista

‘El déficit fiscal de hoy es auto inducido’

María Mercedes Cuéllar, una de las economistas más importantes del país, lanzó hace poco sus memorias.

María Mercedes Cuéllar

Cuéllar fue viceministra, ministra, directora de Planeación e integrante de la junta del Emisor. FOTO: Archivo El Tiempo Foto: Grupo Energía Bogotá

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Puesto en una sola frase, es la economista más importante de su generación. Se trata de María Mercedes Cuéllar, una profesional “adelantada a su época”, como dice el libro de memorias conversadas con Isabel López Giraldo que fue presentado la semana pasada en Bogotá.
Su carrera pública incluyó cargos como el Viceministerio de Hacienda, la dirección de Planeación Nacional, el Ministerio de Desarrollo y la junta del Banco de la República, entre otras responsabilidades. En el sector privado lideró gremios como Asobancaria y participó de diferentes juntas directivas.
Quienes la conocen destacan sus cualidades humanas y su permanente interés por hacer siempre de Colombia un país mejor. Sobre este y otros temas dialogó con EL TIEMPO.
¿Por qué decidió sacar sus memorias?
Hace más de cuatro años falleció Roberto Junguito. Y para honrar su memoria, me senté a recordar y escribir sobre los momentos que compartimos. Esto me impulsó a seguir el consejo que a lo largo de mi vida he dado a varias personas que iro y que han ocupado posiciones destacadas: que cuenten sus propias historias para entender el proceso de toma de decisiones y, así, comprender la historia de Colombia. Lo que no se escribe es como si nunca hubiera sucedido.
¿Cómo fue ese ejercicio?
Al poner en blanco y negro esas vivencias, me di cuenta de que nada de eso había ocurrido en el vacío. Mi historia está entrelazada con mi participación en eventos que reflejan la historia de Colombia. Fue una bonita forma de agradecer a todas las personas que han jugado un papel importante en mi vida. Me gusta agradecer. Esto no es solo mi legado. Es el legado de una generación de la que me alegro de haber pertenecido.
¿A usted quién la influyó profesionalmente?
He tenido la enorme suerte de contar con mentores valiosos. Dentro de estos destaco a Rodrigo Botero, que en esencia me transmitió su gusto por lo público y el deseo de colaborar en la creación de un mejor país. Trabajé con él cerca de quince años. También Roberto Junguito, que fue mi amigo y profesor y a quien acompañé como Viceministra de Hacienda en el manejo de la crisis de 1984. Hubo un tercero con quien nunca trabajé directamente, pero que me ayudó al compartirme su fascinación por la política monetaria. Este es Pacho Ortega, que desafortunadamente murió muy joven, a los 55 años, siendo gerente del Banco de la República. Digo que suerte, porque cuando miro a mi alrededor, eso no es lo común. Poca gente tiene mentores. Y tan importantes que son.
Roberto Junguito Bonnet*

Roberto Junguito Bonnet. Foto:Archivo EL TIEMPO

Cuéntenos de Rodrigo Botero…
Rodrigo, a sus 36 años, logró que los empresarios privados le financiaran la idea de fundar Fedesarrollo. Esta entidad la orientó a generar una élite educada en economía dispuesta a trabajar por el país. Hoy –más de setenta años después- Fedesarrollo continúa siendo cuna de la tecnocracia colombiana. Entré a trabajar recién graduada de la Universidad de Los Andes, pensando que no sabía hacer nada. Fueron muchas las horas que pasé a su lado escribiendo la revista Coyuntura Económica y conociendo el país.
¿A quién ira de aquellos que fueron sus compañeros de trabajo?
Roberto Junguito que se preciaba de ser un gran técnico, creo que también fue un gran político y un político con gran don de gentes. Basta con analizar las medidas que propuso en 1984 para sacar al país del lío financiero en que estaba y cómo fue exitoso en un periodo tan corto de tiempo. Inteligencia y caballerosidad fue la exitosa fórmula de Roberto.
¿Usted cree que alguien puede ser un buen economista sin ser político?
Yo no creo que se pueda independizar la economía de la política. La economía nos da los parámetros y bases para realizar propuestas. Pero es la política la que permite llevar a buen término esas propuestas.
La economía nos da los parámetros y bases para realizar propuestas. Pero es la política la que permite llevar a buen término esas propuestas
María Mercedes CuéllarEconomista.
Su respeto por el Congreso es una anomalía en su gremio. ¿Cómo la explica?
Las ideas que tienen los economistas respecto al Congreso siempre las he considerado desacertadas. En los estados de derecho es tan importante la rama ejecutiva, como la legislativa y la judicial. A los economistas se les dificulta entender la práctica del equilibrio de poderes. El poder legislativo fija las reglas. El poder ejecutivo actúa, ejecuta. Si no se tienen buenas reglas es imposible gobernar. Acepto que el sistema electoral en Colombia ha inducido a prácticas corruptas que deben ser corregidas. Sin embargo, este problema no justifica prescindir de la institución ni debilitarla.
¿Alguna anécdota?
Recuerdo una vez que le dije a Jaime Ruiz, director de Planeación en el gobierno de Pastrana, que como nadie quería hablar en el gobierno del problema hipotecario, yo iba a buscar ayuda en el Congreso. No le gustó, pero fue en el Congreso donde logramos salvar el sector. Ahí aprendí que es diferente hacer economía a hacer política económica. A mí me gusta ejecutar, por eso siempre hice más política económica que economía.
¿Por qué esa pasión que tiene por los estados financieros y la contabilidad?
Eso es curioso y esencialmente cierto. Se lo debo a Rudolf Hommes que tiene un doctorado en esa materia. Los conocimientos que él me aportó, complementados por unas clases que tomé en los Andes, me fueron de enorme utilidad.
¿Por qué eso le sirve a un economista?
Uno de los grandes problemas de las reformas tributarias colombianas es su recurrente ignorancia del tema financiero y empresarial. El ejemplo es la reforma tributaria de este Gobierno, cuyo absurdo en materia de costos deducibles y la terrible combinación de incrementos en renta complementados con un anti técnico impuesto a patrimonio, conllevan a la eliminación por decreto de la inversión. Y con ella, la eliminación del empleo no burocrático y el crecimiento.
María Mercedes Cuéllar

María Mercedes Cuéllar fue exministra de Desarrollo Económico durante el gobierno de Barco. Foto:Cortesía

Estudió Derecho pasados los 50 años. ¿Por qué?
A eso llegué por cuenta de la crisis de 1999 en el sector hipotecario. Fue impresionante cómo el gobierno y el Banco de la República resolvieron mirar para el techo frente a la tremenda crisis que vivían el sector financiero y los deudores. Ante semejante lío se formaron asociaciones y las personas resolvieron recurrir a las cortes y estas empezaron a producir sentencias, arrebatándole al ejecutivo y al legislativo la potestad de tomar decisiones. Cuando eso ocurrió, pensé que tenía que entender ese mundo si quería seguir adelante. Entonces me inscribí a una especialización en derecho en Los Andes.
¿Quién fue responsable de la apertura de los 90?
Es de mal gusto buscar asignar propietarios a las políticas económicas. Son la combinación de muchos esfuerzos. La decisión de apertura se tomó en el Gobierno de Barco, siendo yo ministra de Desarrollo. Lo que hice fue crear los espacios intelectuales y políticos para generar un cambio que era y sigue siendo fundamental para el país. Las medidas fueron diseñadas y ejecutadas por gente que hizo un excelente trabajo, destacándose Rudolf Hommes, a quien le tocó gran parte de la implementación como ministro de Hacienda de Gaviria.
¿La apertura acabó con la industria en Colombia?
A la industria la acabó el haber montado al país en una economía petrolera. La tasa de cambio resultante de los precios del petróleo prevalecientes no correspondía a la realidad del resto de la actividad económica. Adicional a eso, apertura real nunca hubo. Llevamos 30 años persiguiendo un fantasma.
A la industria la acabó el haber montado al país en una economía petrolera. La tasa de cambio resultante de los precios del petróleo prevalecientes no correspondía a la realidad del resto de la actividad económica. Adicional a eso, apertura real nunca hubo. Llevamos 30 años persiguiendo un fantasma
María Mercedes CuéllarEconomista
¿El exceso de derechos asociados a la Constitución hizo inviable fiscalmente al país?
La inclusión de derechos en la Constitución estuvo bien y ha servido para alcanzar una mayor cobertura en servicios básicos. Es importante determinar cómo se avanza de manera progresiva en la atención de más derechos, en simultáneo con la búsqueda racional de recursos para financiarlos, algo muy diferente a presentar una tributaria cada 18 meses. La generalización del IVA con tasas más bajas es un imperativo. Hay que crearle el espacio político.
¿Qué tanto daño estructural le ha hecho el Gobierno Petro a la economía?
El daño es grande. Las finanzas públicas las veo en riesgo creciente de difícil corrección. Y este punto está atado a la calidad de los funcionarios que están llegando a los puestos públicos. Hemos perdido uno de los grandes activos que tenía la economía colombiana: el alto nivel técnico de los servidores públicos. Se habían logrado grandes avances en progreso social, siendo fiscalmente responsables.
¿Qué implicación tendrían cuatro años más de lo mismo?
Es una pregunta difícil de contestar, en especial si se une a la incertidumbre internacional generada en los mercados por cuenta de Trump. No suelo ser fatalista, pero la realidad está desbordando cualquier expectativa. En el frente interno estamos viviendo un profundo proceso de destrucción de valor, inestabilidad, incertidumbre y caos, que, de prolongarse en el tiempo, no haría descartable que Colombia caiga en situaciones similares a las de Venezuela o Cuba. No exagero.
Hemos perdido uno de los grandes activos que tenía la economía colombiana: el alto nivel técnico de los servidores públicos. Se habían logrado grandes avances en progreso social, siendo fiscalmente responsables
María Mercedes CuéllarEconomista
¿Qué siente al ver a tantos jóvenes abandonando el país?
La migración de la tecnocracia colombiana al exterior es algo deprimente. Estamos perdiendo la inteligencia del país. Cuando yo era joven la gente estudiaba fuera y volvía a Colombia. Ahora la generación de mis hijas siente que carece de oportunidades aquí y muchos se van. El costo económico es incalculable.
El presidente Petro cita con iración a Alfonso López Pumarejo, su abuelo. ¿Son personajes similares?
Conocí bien a mi abuelo; más que un abuelo, fue como un padre para mí. No creo que haya relación alguna entre él y el presidente actual en términos de objetivos, estilo o personalidad. Alfonso López Pumarejo era un demócrata liberal, respetuoso de las instituciones. La exacerbación de la lucha de clases y la imposición de su voluntad a cualquier precio no formaban parte de su léxico, ni de su pensamiento. López Pumarejo realmente buscó el progreso social y económico para los colombianos, mientras que Petro afirma tener ese interés, pero sus acciones y políticas van en sentido contrario.
Alfonso López Pumarejo (izq.), quien gobernó el país en dos oportunidades (1934-1938 y 1942-1945), en compañía del también expresidente liberal Alberto Lleras Camargo (der.).

Alfonso López Pumarejo gobernó el país en dos oportunidades (1934-1938 y 1942-1945) Foto:Archivo EL TIEMPO

Estuvo involucrada en el manejo de la crisis fiscal de los ochenta. ¿Podremos salir de la actual?
Espero que sí. No obstante, hay muchos imponderables. Lo más importante es querer superar la crisis. El déficit fiscal de hoy es auto inducido y tiene origen interno, derivado del aumento desmedido del gasto de funcionamiento en burocracia. Tenemos una muy baja inversión acompañada por una creación de empleo improductivo insostenible. Funesta combinación.
¿Un buen modelo económico prioriza eficiencia o equidad?
No creo que esos dos conceptos sean excluyentes como con frecuencia se plantea, sino que son complementarios y es posible buscar un justo medio. La eficiencia y la equidad solo son virtuosas cuando operan en simultáneo.
¿Qué opina de la animadversión de lo público hacia lo privado?
Siempre he pensado que los funcionarios deben oír a los actores privados, formarse opiniones y realizar propuestas que den cabida a lo que a cada uno le corresponde dentro de su ámbito. Es tan absurdo que el funcionario público considere al privado como un enemigo, como que responda a sus órdenes sin ningún cuestionamiento.
Fue nombrada en la primera junta directiva del Banco de la República y al cabo de unos años prefirió renunciar. ¿Por qué?
Me salí porque desde que terminó el gobierno Barco quise meterme en política. Creo que es el ámbito donde verdaderamente se toman decisiones. Siempre me ha gustado el riesgo y la responsabilidad de decidir.
¿Y qué pasó?
Ser presidente es difícil, pero creo que más difícil aun es levantar los votos. Para eso hay personalidades y experiencias. Yo resolví hacer política tarde en mi vida y no soy buena para venderme. Además, precisamente en el momento en que resolví asumir el reto político, tuve que asumir otro simultáneo que fue sacar adelante sola a mis hijas. En el político no me fue bien. En el familiar no me pudo ir mejor.
¿Un trabajo o un cargo que le hubiera gustado tener?
Esos trabajos cambian con la vida. Una época quise ser asesora de la Junta Monetaria; en otra, ministra de Hacienda. Hasta se me ocurrió ser ministra de Defensa. También parlamentaria o magistrada de la Corte Constitucional. Ninguno de esos apareció. Llegaron otros diferentes, pero igual o más interesantes. De niña, quise ser espía o pintora.
¿Siente que logró colaborar en la construcción de una mejor sociedad o que esto cada vez está peor?
La respuesta es relativa. Desde el punto de vista personal, sí considero que logré ayudar a que Colombia avanzara en muchos sentidos en la dirección correcta. Aquellos que tratan de hacer creer a los colombianos que eso no es así, no pueden estar más equivocados. Intentar construir destruyendo no es una postura válida; es simplemente una falta de entendimiento sobre la complejidad de la política pública y la realidad de un país como el nuestro.
LUIS CARLOS VALENZUELA
Para EL TIEMPO

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