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‘La ley dice que una trabajadora doméstica es una empleada normal’
Salua García, de Symplifica, habla sobre el reto de formalizar a las trabajadoras domésticas.
Salua García Fakih fue reconocida como una de las 500 personas más influyentes de América Latina por Bloomberg. Foto: César Melgarejo. El Tiempo
El trabajo doméstico remunerado es una actividad feminizada, es decir, el 95 por ciento de quienes lo ejercen son mujeres. Para 2020, se estima que entre 700.000 y 683.000 mujeres trabajaban en un hogar, en comparación con 40.000 hombres.
Este número representó el 7 por ciento de las mujeres ocupadas en el país, según el proyecto Quanta Cuidado y Género. La informalidad en este sector es altísima, de un 80 por ciento. Lo que se traduce a que dos de cada diez personas en esta modalidad tienen un esquema de seguridad social completo. Y quienes son las más perjudicadas son las mujeres.
Desde hace más de 10 años, en Colombia tramitaron unas leyes para proteger y exigir la formalización del trabajo doméstico remunerado, que fue reconocido como un trabajo como tal por la Organización Internacional del Trabajo en septiembre de 2013, a través del Convenio 189.
En 2016, Symplifica llegó al mercado, una start-up que nació buscando ser el puente entre los empleadores y la tramitología tediosa para afiliar a una empleada doméstica a la seguridad social.
Salua García Fakih tiene 35 años, es a de empresas y ha trabajado para empresas como Monsanto y DirecTV. Foto:César Melgarejo. El Tiempo
Salua García Fakih, cofundadora de la empresa, fue recientemente reconocida como una de las 500 personas más influyentes de América Latina por Bloomberg, por ser una voz femenina que está impulsando el entorno de las start-ups con enfoque social. EL TIEMPO habló con ella sobre la apuesta de Symplifica y los retos en el trabajo doméstico remunerado.
De Monsanto y Direct TV a trabajar en una start-up en el sector de trabajo doméstico. ¿Cuál es la historia detrás de Symplifica?
En el último año que estuve en Directv, donde estuve antes de emprender, me sentía incompleta, quería hacer algo que impactara y fuera 100 por ciento digital. A mí me invitaron a participar de esta idea de emprendimiento, que se incubó en InqLab. Yo conecté de una porque siempre tuve trabajadoras en mi casa y nunca había pensado en este problema de formalización. Y me pregunté cuántas más personas como yo desconocen de la situación de esta población. Aunque me dijeron que me iba para un proyecto de garaje, yo le aposté y me lancé.
Usted es a, ¿cómo fue eso de empaparse de legislación para saber qué servicio ofrecían a los empleadores y las trabajadoras domésticas?
Nos volvimos especialistas en derecho laboral enfocado a las trabajadoras del hogar. Colombia tiene una legislación de hace más de 10 años. Todo empezó cuando ratificó el Convenio 189 de la OIT, que dice que las trabajadoras domésticas son como cualquier otro trabajador. Por ejemplo, cuando entramos al mercado, la prima para ellas no existía. Todo esto ha sido un proceso de aprender para crear el servicio, la estrategia comercial, las asesorías y demás.
¿Cómo está la legislación colombiana para las trabajadoras domésticas remuneradas?
Hay buena legislación, los cimientos están dados. La ley dice que una trabajadora doméstica es un empleado normal, o sea, las prestaciones funcionan prácticamente igual. Hoy lo que falta es el cumplimiento. La informalidad sigue estando en niveles del 80 %.
¿Por qué antes de la legislación no había esa idea de la formalización de las trabajadoras domésticas?
El trabajo doméstico en su historia era lo que hacían las mujeres en las familias. Ellas eran las responsables del cuidado y cuando estas salieron a trabajar, empezaron a contratar a personas que se encargaran de esas tareas. Les decían muchachas del servicio porque venían de los pueblos a trabajar. Como era un trabajo de cuidado, en teoría no productivo, no se consideraba un trabajo. Pero el cuidado sí aporta a la productividad, permite que las mujeres, especialmente las vulnerables, trabajen. Además, yo no estaría aquí si no tuviera a una niñera cuidando a mi hijo.
Mencionaba la forma en como se les ha llamado a las trabajadoras domésticas. La muchacha o la niña de servicio, algo que las feministas y agremiaciones del sector han criticado. ¿Por qué está mal referirse a ellas con esos sustantivos?
Cuando uno le quita el estatus de empleado es más propenso a no reconocer derechos. Cuando no se le da el nombre correcto, de ahí para abajo hay muchas implicaciones
Cuando uno le quita el estatus de empleado es más propenso a no reconocer derechos. Cuando no se le da el nombre correcto, de ahí para abajo hay muchas implicaciones. Estamos de acuerdo con que el lenguaje es importante. Y sabemos que no siempre es con mala intención. Por eso esto es de educar. No es la muchacha, sino la empleada doméstica, la trabajadora del hogar. A veces la gente dice que es feo decirle ‘empleada’. Y ahí parte el problema, porque es un trabajo dentro de la casa y mucha gente no sabe cómo gestionarlo. Cuando dices que tienes una empleada en tu casa, le estás reconociendo sus derechos laborales. Tiene una implicación más allá de solamente decirles de una forma más técnica.
Y también cambiar el ayudar por trabajar...
Sí, no es un tema de merecimiento, es un trabajo como cualquier otro. Y todavía mucha gente no lo ve así.
El trabajo doméstico es un sector feminizado. ¿Por qué se da y por qué hay que mirarlo con perspectiva de género?
El 95 por ciento de las trabajadoras domésticas remuneradas son mujeres. Los hombres se dedican especialmente a tareas de mayordomo, jardinero o conductor. Ellos también entran en el sector. Así mismo, las empleadoras en Symplifica son el 62 por ciento. Qué interesante ver que nosotras somos las que normalmente gestionamos las trabajadoras en el hogar, así no hagamos el trabajo. Algo bueno es que el 40 por ciento de los empleadores son hombres. Eso quiere decir que se están involucrando en estos temas, que siento que es un avance importante.
¿Cuál era el porcentaje cuando empezaron?
Symplifica cuenta con 90 empleados. El 56% son mujeres.
Ha mejorado con el tiempo, pero desde que empezamos los principales clientes son las mujeres. Desde ahí ves un tema de lente de género súper fuerte y luego, además, haces un doble clic en las trabajadoras y nuestro más reciente estudio de impacto mostró que el 56 por ciento de ellas son madres cabeza de familia. Esto quiere decir que el cuidado sigue estando ligado a las mujeres. La mayoría de ellas encontraron en el trabajo del hogar una forma digna y honesta de ganarse su salario y tener una forma de vida.
¿También la formalización le apunta a bajar las tasas de feminización de la pobreza?
Sí. De hecho, nosotros impactamos dos objetivos de desarrollo sostenible directamente. El cinco, que es equidad de género, y el ocho, que es todo el tema de trabajo decente y crecimiento económico. Más mujeres con ingresos, más mujeres empoderadas, más familias con posibilidades. El 42 por ciento ha ingresado a un beneficiario, o sea, está extendiendo los beneficios a su núcleo familiar. No solamente ellas son las beneficiadas directamente. Ese es el impacto que trae la seguridad social. Claramente todo esto apunta a un mayor empoderamiento y mayor seguridad.
¿En qué sentido?
Por un lado, porque aumentan sus ingresos, porque tienen pagos que antes no les reconocían, como las horas extras. Antes alguien tenía una empleada que trabajaba 60 horas a la semana y nadie le pagaba lo extra. Esto redunda en autonomía financiera.
¿Qué significa que los cuidados representen el 20 por ciento del producto interno bruto del país?
Que el cuidado sí aporta al desarrollo y la productividad, que mueve la economía. Es fundamental el cuidado para la sociedad. El cuidado se va a especializar más y va a seguir creciendo, que es la tendencia que nosotros vemos. Es cuidado más especializado y mejor pago.
¿En qué se puede especializar?
En la pandemia surgió un nuevo cargo y fue cuidadores de adulto mayor. La gente que no podía cuidar a sus papás, empezaron a pedirnos que les ayudáramos a buscar a alguien que no fuera enfermero, sino cuidador, que acompañe, que ayude a hacer vueltas, que lleve a las citas médicas. Vemos que hay nuevas formas que se empiezan a abrir en todo el tema de economía del cuidado.
¿Cómo un sistema nacional de cuidados puede mejorar las condiciones de las trabajadoras domésticas remuneradas?
Tenemos un ejercicio en Bogotá, que es el Sistema Distrital del Cuidado, del cual somos aliados. Y hemos observado que si el Estado provee plataformas de cuidado, también las mujeres más vulnerables van a poder trabajar. Me parece que es fundamental extender este ejercicio a nivel nacional.
Sistema Distrital de Cuidado Foto:Secretaría de la Mujer
¿Por qué el Dane debe medir el sector como uno por sí mismo y no meterlo dentro del sector Arte, entretenimiento y otros servicios?
En el sector que está actualmente no tiene variables en común. Para impactar más y mejor se necesita medir. Esa categoría donde está no tiene mucho sentido. Y el trabajo de cuidado es muy particular, porque la mayoría lo ejerce población vulnerable. Estamos hablando que el 59 por ciento de las trabajadoras se consideran población vulnerable porque ganan menos de 11 dólares diarios, con base en los estándares que existen.
¿Le atribuye exclusivamente al desconocimiento la situación de informalidad de las empleadas domésticas?
Desconocimiento es uno, sobre todo en empleados de por días. Cuando son de tiempo completo no. También hay una gran complejidad en acceder al sistema, el trámite. Esa fue nuestra promesa de valor al principio, por eso nos llamamos Symplifica. Era tan difícil que nosotros lo hacíamos. Por otro lado, está el tema del costo. La afiliación y el pago de la seguridad social de una empleada doméstica aumenta el 25 por ciento del costo. Por último, hay gente que decide asumir el riesgo de no afiliar a su empleada, porque le ha funcionado y no le ha pasado nada.
¿Qué riesgos corre el empleador cuando pasa algo y la empleada no está afiliada?
Están las demandas, que son desgastantes, cuestan y seguramente vas a tener que asumir retroactivos de pensión y las otras cosas que no se pagaron. Pero también está un accidente laboral, que ocurren, y en ese caso el empleador debe de asumir todos los costos. O un embarazo, que es algo totalmente factible, o una incapacidad por tres meses o tantas cosas. Hay sentencias históricas que evidencian ese riesgo. Por ejemplo, una familia tuvo una trabajadora en una finca, la vendió y le dijo a ella chao. Demandó y, como nunca le cotizaron pensión, del bolsillo de esa familia le tiene que dar una pensión de por vida a esa trabajadora.
¿Qué debe pagar un empleador a su empleada doméstica?
Para tiempo completo, sea interna o que va a la casa todos los días, se debe afiliar y pagar mensualmente EPS, caja de compensación, ARL y pensión. Adicionalmente están las primas, cesantías, vacaciones, dotación (uniformes) tres veces al año. Cuando es tiempo parcial, es decir, empleados que trabajen de uno a cuatro días a la semana, hay que afiliarlos a todo menos salud, porque puede ser beneficiaria o estar en el Sisbén. E igual se le debe pagar lo otro de forma proporcional.
¿Cuántas personas beneficiarias tiene Symplifica?
En la historia, hemos ayudado a 22.000 trabajadoras. 15.000 empleadores han hecho parte de Symplifica y actualmente tenemos 10.500 activos en la plataforma. Gente que está gestionando las afiliaciones con nosotros y nos paga una mensualidad. En beneficios, el 46 por ciento de las trabajadoras no habían cotizado a pensión antes de Symplifica. La mayoría no había podido tener a una licencia de maternidad o al pago de horas extra.
¿Su sostenimiento es a través de la mensualidad?
Sí, cobramos una mensualidad por cada empleado gestionado por nosotros y tenemos algunos otros servicios que nos generan ganancias.
¿De cuánto es la mensualidad?
La mensualidad en promedio está en $ 35.000.
Symplifica ha impactado a 22.000 trabajadoras domésticas remuneradas. Foto:César Melgarejo. El Tiempo
¿Cuáles son esos beneficios extralegales que se obtienen por el pago de la mensualidad?
Nuestra visión de impacto es que tener un empleado en una casa es equivalente a tenerlo en una organización. O sea, no solo nos preocupamos por asegurar la seguridad social, que es lo mínimo, sino ayudar a mejorar la vida de las trabajadoras con beneficios extralegales. Por eso lanzamos Symplifica Trabajadoras, es una aplicación que tienen las trabajadoras donde pueden consultar información de su relación laboral, dudas con las entidades de seguridad social, números de teléfonos con los prestadores.
Pagar Symplifica no solamente cubre la seguridad social, sino un mundo de posibilidades que las empleadas y empleadores no tienen fácil o gratuito si están afiliados por su parte. Al tener una comunidad de 10.000 trabajadoras podemos negociar, por ejemplo, beneficios gratuitos como servicio de psicólogos 24 horas, entre otros.
¿Qué significa que una mujer joven, colombiana, trabajando por las empleadas domésticas, sea reconocida como una de las 500 jóvenes más influyentes de Latinoamérica por Bloomberg?
Abanderar este tema desde un sentido práctico está siendo reconocido por el sector y por el contexto nacional. Práctico porque hay otras voces muy importantes que buscan el reconocimiento y cumplimiento de derechos, como los sindicatos, las oenegés, las universidades; mientras que Symplifica, aparte de decirlo, ofrece mecanismos para que se logre. Seis años de trabajo en el tema me ha dado una voz que ha permitido mostrar con números que sí es posible hacer las cosas bien. Y como mujer, sanandresana, mamá y emprendedora ha sido un honor estar en esa lista.
Ustedes en octubre llegarán a México, ¿por qué ese mercado?
México es uno de los países que tiene más trabajadoras del hogar en la región. Tiene casi tres millones. Y es uno de los países que ha sido de los últimos en generar el marco regulatorio para que las trabajadoras tengan a la seguridad social. Nosotros venimos haciendo seguimiento desde 2019, que se creó un piloto y este año ya será obligatorio. Vemos que es un mercado grande, el reto de impacto es altísimo, porque en México hay trabajadoras indígenas y en línea de pobreza con pocas oportunidades.