Desde su construcción, Bioenergy estuvo rodeada de polémica. Sus millonarios sobrecostos llevaron a Ecopetrol a tribunales internacionales y abrieron la puerta a investigaciones y fallos de responsabilidad fiscal contra ejecutivos y directivos que formaron parte de la empresa.
Parecía que la compañía no tenía futuro y en junio de 2020 –en plena pandemia por el covid– se ordenó su liquidación. Para llevar a cabo este proceso, el entonces superintendente de Sociedades, Juan Pablo Liévano, llamó a Rubén Darío Lizarralde, quien solo pidió conocer el estado de la empresa para aceptar esta responsabilidad.
Cuando lo hizo, supo de inmediato que existían posibilidades para que Bioenergy siguiera adelante, a pesar de que los cultivos no estaban en la mejor condición y los estados financieros no eran muy claros, aunque la planta industrial sí permanecía en muy buen estado.
"Yo acepto ser liquidador, pero antes voy a intentar salvar la empresa", fue la respuesta de Lizarralde (actual gerente de Bioenergy) al Superintendente, quien dio su aval siempre y cuando se presentara un plan de acción que permitiera salvar la compañía sin generar detrimento patrimonial a los acreedores.
"Conociendo la empresa y habiendo sido ministro de Agricultura, moralmente no me sentía capaz de liquidar la empresa. Sentí la obligación de intentar salvarla", dijo.
Conociendo la empresa y habiendo sido ministro de Agricultura, moralmente no me sentía capaz de liquidar la empresa. Sentí la obligación de intentar salvarla
Con el visto bueno, Lizarralde puso en marcha su plan para reactivar la empresa y recibió el apoyo de proveedores y acreedores como Itaú, Banco de Bogotá y Bancolombia.
Este último banco también ofreció financiamiento con base en la caña de azúcar cultivada, mientras que Primax hizo compras anticipadas de etanol que permitieron tener flujo de caja.
Con estos recursos se comenzó a reactivar la maquinaria agrícola, a preparar los terrenos para iniciar una nueva cosecha y se puso a punto la planta industrial. Pero esto aún no era suficiente.
"Nuestra aspiración era que apareciera alguien que comprara las acreencias, para tener un nuevo propietario que inyectara capital y poder sacar la empresa adelante", afirma el gerente.
Y así fue. El haber tenido la mejor zafra generó un gran interés de inversionistas de Centroamérica, Europa y Estados Unidos, pero finalmente la compañía quedó en manos de la colombiana Green Energy Inversiones el 9 de marzo de 2022.
Los nuevos dueños salvaron a Bioenergy de la liquidación y se comprometieron a pagar los más de 500.000 millones de pesos que se les debían a bancos, proveedores y trabajadores, así los recursos propios no alcanzaran.
Bioenergy S.A.S. se acabó y fue reemplazada por Agrícola de Los Llanos, que acogió a los cerca de 750 trabajadores que se tienen en Puerto López y Puerto Gaitán, en el Meta. Entre tanto, Bioenergy Zona Franca –que tiene la planta industrial– entró a un proceso de reorganización que tardará cuatro años más.
En estos momentos la compañía está en una nueva zafra, gracias a las inversiones de más de 100.000 millones de pesos que han hecho los nuevos socios. "Lo que vemos es que esta empresa, que produce etanol y genera energía, tiene un futuro supremamente importante, no solo para la región sino también para el país”, destaca Lizarralde.
Por supuesto que la empresa tiene posibilidades, la estamos sacando adelante y la vamos a llevar a producir etanol de segunda y tercera generación
La compañía está operando normalmente hace casi un año; sin embargo, aún se requieren 24 meses más para llegar a un punto que le permita, sin nuevas inversiones, salir adelante.
Desde un inicio, los inversionistas tenían claro que debían inyectarle dinero con el fin de contar con la caña de azúcar suficiente para que la producción de etanol pueda generar utilidades.
Aunque actualmente está generando buenos ingresos, no son los requeridos para sacar a Bioenergy adelante por sí sola. En los próximos dos años se requieren 200.000 millones de pesos adicionales para hacerle mantenimiento a la planta y renovar más de 8.000 hectáreas. Hoy en día se tiene solo un 50 por ciento del cultivo y se debe llegar al 100 por ciento, "en este momento se podrá tener una empresa equilibrada, autónoma y generándole utilidades a los accionistas".
Pero si el negocio de Bioenergy tenía futuro, ¿qué falló cuando estuvo en manos de Ecopetrol? Lizarralde asegura que los problemas estuvieron desde su construcción y en el inicio de la actividad productiva, aunque prefiere no ver hacia el pasado sino enfocarse en el presente y cómo se deben aprovechar las oportunidades para seguir con la recuperación de la compañía.
"Por supuesto que la empresa tiene posibilidades, la estamos sacando adelante y la vamos a llevar a producir etanol de segunda y tercera generación", agrega.
Aunque el foco actual es estabilizar la empresa y producir unos 65 millones de litros de etanol este año, Lizarralde también visualiza el futuro y espera que en los próximos tres años se pueda llegar a más de 100 millones de litros, además de producir etanol para aviones.
También, aumentar la mezcla con gasolina más allá del 10 por ciento que establece la regulación abriría la puerta a hacer más inversiones en Bioenergy, producir más caña de azúcar y cuidar el medioambiente.
Pero para esto es esencial contar con una financiación a tasas que permitan apalancar un crecimiento más rápido, pues el incremento en la tasa de interés del Banco de la República y la disparada del dólar frena la entrada de nuevos recursos.