La concentración y la entrega con la que llegó a los Olímpicos de Río se vieron reflejadas en los combates previos a la final. Sin embargo, cuando le faltaba dar el último pasito, que en realidad era enorme, para darse ese baño de oro olímpico, Yuri Alvear no pudo con la japonesa Haruka Tachimoto y se quedó con la medalla de plata en la categoría de los 70 kg del judo. No fue un día dorado, pero sí de éxito para ella, tras superar el tercer lugar conseguido en Londres 2012.
Desde los octavos, Alvear tenía claro que no se iba a ir de Río sin luchar. Una lesión de la puertorriqueña María Pérez la puso en cuartos. En esa ronda vino el mejor movimiento de la vallecaucana. Le aplicó un ippon, el golpe de gloría en el judo, algo así como el nocaut en el boxeo, a la española María Bernabéu y clasificó a la semifinal, esa instancia en la que se quedó hace 4 años, por un descuido, cuando en los primeros 10 segundos del combate perdió.
La semifinal fue cerrada, muy cerrada, tal vez la más difícil de su carrera. Alvear enfrentaba a la británica Sally Conway. La estudió, la analizó, se acordó de los videos y de las dos victorias de este año sobre ella, en Corea y en México, y aplicando un kumi kata (agarre de su vestidura al nivel de los hombros), la sometió y le ganó.
Pasaron 40 o 45 minutos desde que había disputado la semifinal y Alvear saltaba al tatami para afrontar el duelo más importante de su carrera deportiva. Los colombianos asistentes en el recinto gritaban: “¡Yuri, Yuri, Yuri!”. La ilusión crecía y la colombiana mantenía su semblante de concentración total, así la respiración se agitara cada vez más.
Frente a Haruka Tachimoto el duelo se veía complicado y Alvear lo sabía. Su estrategia fue clara: iba por todo o nada y su estilo ofensivo lo impuso desde el primer segundo del combate. La japonesa siempre estuvo atenta a encontrar el punto débil para atacar.
Varias veces estuvo Alvear en el suelo, pero se movía defensivamente para no caer en la red de Tachimoto. Sin embargo, cuando el reloj casi terminaba su cuenta regresiva de los cuatro minutos, la judoca nipona pasó su pierna por debajo de las piernas de su rival y le aplicó el ippon, mientras la colombiana sufría para no poner toda su espalda sobre el tatami, pero 20 segundos después el juez decretó que la ilusión acababa. La japonesa ganó.
Yuri aceptó la derrota, pero eso no quiso decir que evitara su enojo. Caminó unos pasos y echó un madrazo al aire y siguió su camino. El sinsabor de no haber conseguido el oro quedó en el ambiente, pero al final supo que su actuación fue más que destacada.
“Los deportes de combate son de situaciones, ella estaba esperando mi ataque. Yo soy una luchadora muy ofensiva”, dijo Alvear.
Y así llegó una nueva medalla para Colombia, esta vez de plata. La sonrisa de una humilde y luchadora Alvear seguirá siendo una de las más queridas para el país y ella sabe que deja su legado.
Alvear se retiró tranquila, feliz, porque había logrado su primera meta, llegar a la final, superar lo de Londres, lo hizo confiando en lo que sabía hacer, en lo que preparó durante los últimos cuatro años cuando se propuso estar en el combate por el oro. No se sabe si en Tokio estará, pero lo cierto es que si va, ya sabemos lo que quiere.
LISANDRO RENGIFO
Enviado especial de EL TIEMPO
Río de Janeiro