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María Isabel Urrutia no hizo la marca mínima… (Meluk le cuenta, opinión)
Su corta gestión fue pobre, intrascendente y de contradicciones permanentes.
María Isabel Urrutia es una leyenda. Sus páginas en el libro de la historia del deporte colombiano dicen –¡y dirán!– que es la primera medalla de oro olímpica de Colombia (levantamiento de pesas, Sidney 2000), bicampeona mundial y la primera deportista, además mujer y negra, en ser ministra del Deporte. Eso hace que ella sea ícono y orgullo: es patrimonio deportivo nacional. Punto.
Por todo eso, y por su experiencia política como representante a la Cámara durante ocho años, su nombramiento como ministra de Estado fue una reivindicación de los deportistas y se recibió con gran ilusión en el sector. Sin embargo, el lunes pasado, el presidente Gustavo Petro la sacó.
Sin tener confirmación al momento de escribir esta columna de que su remoción respondiera a un movimiento por entramados políticos o burocráticos, lo cierto es que María Isabel Urrutia no hizo la marca mínima en su efímera gestión.
María Isabel Urrutia, Ministra del Deporte. Foto:Prensa Ministerio del Deporte
Así ella repita en EL TIEMPO que su salida se debió a que, palabras más, palabras menos, atacó la corrupción de partidos políticos en contratos de infraestructura deportiva en todo el país, como elaborando el duelo de su despido, su corta gestión fue pobre, intrascendente y de contradicciones permanentes que parecieron torpezas o improvisaciones.
En plata blanca, la ya exministra no radicó en el Congreso el proyecto de reforma a la Ley del Sistema Nacional del Deporte que dijo haría en los primeros cien días del nuevo Gobierno. Tampoco hizo la Liga femenina de fútbol de un año. Su gran promesa.
Bucaramanga vs. Santa Fe Liga femenina Foto:Dimayor - Vizzor Image
María Isabel, lástima, nunca fue clara y como dijo una cosa dijo la otra. Por ejemplo, que haría otra Liga para alargar la Liga, pero que no sería una Liga, pero sí una Liga semiprofesional para garantizar el salario anual de algunas jugadoras que tal vez ya no serían futbolistas sino gestoras deportivas...
En la cresta de la ola emocional por la Selección Sub-17 femenina subcampeona mundial, quiso ser redentora, ofreció un premio millonario a las jugadoras desconociendo la ley que la crucificó pues establecía los montos reales.
Se hizo la de las gafas con la violencia de las barras bravas en el fútbol y terminó enredada con un contrato para sistemas de seguridad en los estadios que provocó un cisma interno en el ministerio con la Oficina de Inspección Vigilancia y Control.
En el ministerio, nuevo y viejos, aterrados, gritaron en susurros que era una metida de pata que cobró cabezas.
Se enredó con los Juegos Nacionales del Eje Cafetero y apenas nombró un director hace poco...
Ojo: que la hoy ex ministra haya decidido que la plata llegara directo a las federaciones deportivas y no a través del Comité Olímpico es un enfoque político debatible, pero legítimo. Es otro modelo, como el que se plantea en la salud o en temas laborales o pensionales. Eso no la condena.
Fue corto el tiempo de la legendaria María Isabel Urrutia como ministra del Deporte, pero en ese cargo, de verdad, no hizo la marca mínima y fue eliminada más allá de si fue por ‘intereses superiores’ del Gobierno nacional.
P. D.: La nueva ministra, Astrid Rodríguez, es todo un misterio...