Juan Manuel Izquierdo falleció este martes en São Paulo (Brasil) y llenó de luto al fútbol uruguayo. El zaguero de Nacional dejó muchas historias para contar, una de ellas, una promesa que le hizo a su abuelo, antes de que este muriera.
Para Juan nada parecía imposible. Por eso, le dijo que iba a salir campeón uruguayo con Liverpool. Y lo cumplió, a finales del año pasado dio la vuelta olímpica con ese club, lo que le permitió regresar a Nacional.
"No compro con nada la felicidad y toda la paz que siento. Hace unos meses se me fue mi abuelo y antes de que partiera se lo prometí y lo pude cumplir. El diario de campeón lo quiero para un futuro, para poner en mi barbacoa", declaró entonces a El País, de Uruguay.
Pero Izquierdo no tuvo un camino fácil en la vida. A los 16 años pensó en retirarse del fútbol. Trabajó como albañil y en labores de limpieza junto a Nelson, su padre e ídolo.
La pandemia también fue un momento complicado para Juan, que por entonces hacía parte del Montevideo Wanderers, pero que tuvo que combinar su trabajo como futbolista con el de soldador.
"Mi padre no me dejaba trabajar, pero si yo quería ir me hacía levantar de mañana y trataba de inculcarme que las cosas cuestan. Era más que nada para hacerle compañía y hablar de la vida. Esos pequeños gestos me dejaron una enseñanza que le quiero inculcar el día de mañana a mi hija. Todo aunque parezca fácil, cuesta", explicó.
La celebración de los goles de Izquierdo siempre era para su esposa
En todo ese proceso, hasta llegar a Nacional, hubo una persona clave, Selena, su señora, con quien tuvo una hija, hoy de 2 años y medio, y que hace 10 días lo hizo padre por segunda vez, poco antes del viaje a Brasil donde, de sorpresa, le llegó la muerte.
Izquierdo siempre le dedicaba los goles a Selena. "Había días en los que llegaba a casa re triste, pero, por suerte, tengo a una mujer que vale oro y que me hacía ver el lado positivo de las cosas. El apoyo de ella fue fundamental”, declaró hace un año.
Nunca fueron fáciles las cosas para Juan. Estuvo seis meses sin jugar al fútbol en 2022, por culpa de una fractura, pocos días después del nacimiento de su hija. "El año que viene la voy a romper en donde sea", declaró.
Incluso, ahora, en Nacional, había sido relegado a la suplencia por la llegada de un histórico como Sebastián Coates. Sin embargo, cuenta Diego López, uno de sus antiguos técnicos, que siempre respaldaba a los entrenadores, así no jugara. "No pasa nada. Tocará aprender. Es un monstruo", dijo tras la contratación de Coates.
Una arritmia cardiaca le generó un paro y luego, un problema cerebral que lo llevó a la muerte. Por eso, hoy resuenan más que nunca unas palabras que le dijo a El País cuando salió campeón con Liverpool, la promesa que le cumplió a su abuelo: "Aprendí mucho a valorar cuando tengo salud, que parece normal".
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