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Noticia
El síndrome de la nevera llena (opinión)
El dinero no ha faltado en nuestro fútbol. Lo que sí ha faltado es gestión.
Junior y América se enfrentarán en la Copa Sudamericana. Foto: Óscar Berrocal. Agencia Kronos y Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
Nada más impreciso, irreal e injusto que aquella idea de que en el fútbol se ‘istra pobreza’. Nadie lo hace porque en esta industria nunca ha faltado plata. Lo que sí se ha echado de menos es gestión.
Por eso hoy vemos duros contrastes entre equipos con miles de millones de pesos en deudas a pesar de haber ingresado fortunas como el Deportivo Cali, y otros que a pesar de haber estado en la B o haber perdido millonarias demandas ante el TAS, como América de Cali y Atlético Nacional, respectivamente, hoy gozan de una salud financiera que les permite ser protagonistas de los más costosos fichajes de la temporada. Una cosa es tener dinero y otra saber tenerlo.
Emiliano Rodríguez, refuerzo uruguayo del Deportivo Cali Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
Así mismo, en términos deportivos, una cosa es istrar nóminas con retrasos salariales, incertidumbres y dudas y otra gestionar desde la riqueza, la opulencia, la certeza de mirar a la nevera y descubrirla siempre llena. Por eso a Pereira o Envigado es tan difícil exigirles más y por eso también, a Junior o al América, es difícil no acorralarlos.
Los que saben jugar no necesitan intermediarios
No tienen derecho a pedir paciencia César Farías o Jorge ‘Polilla’ Da Silva amparados en que los refuerzos apenas llegaron, que solo han jugado media docena de partidos, que hasta los talentosos necesitan adaptación. Falso. Los que saben jugar no necesitan intermediarios, necesitan gestores de recursos humanos que les den apoyos para resolver necesidades en la cancha, no más problemas de ajustes a esquemas o a ideas que no son más que ejercicios de arrogancia.
Jorge 'Polilla' Da Silva Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
No hay perdón en un equipo con Bacca, Enamorado, Chará o Teófilo, al que no se le cae una sola idea a la hora de atacar, o uno que ante la llegada de una super estrella como Juan Fernando Quintero termina opacando a otros fenómenos como Barrios y Vergara, porque resulta que entre todos se restan brillo. ¿Y para qué están entonces los entrenadores? ¿No es su trabajo crear el ecosistema para que en la multitud de recursos de los que disponen encuentren herramientas para que sus talentosos hagan lo que saben? Nadie les pide milagros, solo que repartan responsabilidades sin excesos y que istren cansancios con sentido práctico. No es tan difícil.
César Farías, técnico del Junior de Barranquilla Foto:Vanexa Romero/ El Tiempo
En el cruce por la Copa Sudamericana solo uno sobrevivirá entre Farías y Da Silva. Será aquel que invente menos y resuelva más. Lo merecerá el ganador pero no por mucho tiempo, pues la tarea apenas estará a medio hacer y aún habrá que consolidarse en la fase de grupos. Para el perdedor, en cambio, la guillotina del resultado no tendría por qué hacerse esperar. Hubo tiempo, garantías, respaldo y paciencia. Si no les alcanza con eso entonces les faltarían méritos para estar en dos de los equipos más grandes de Colombia. Por menos se fueron otros con menos herramientas. Así que ahorremos los discursos y que venga el siguiente. La gran verdad del proceso es el resultado.