Mariana Pajón pelea contra la adversidad en París 2024: ‘Me angustia llegar a estos Juegos Olímpicos’

Cuando en la historia del deporte olímpico de Colombia se habla de figuras hay un sitio especial para Mariana Pajón Londoño, que arranca su cuarta participación en unos Juegos Olímpicos y con un botín envidiable de dos oros y una plata, algo que ningún otro compatriota ha realizado.

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Pajón es sinónimo de triunfo, de medallas, de oro, de un gran profesionalismo, el mismo que piensa dejar en una pista que le es muy familiar, pues le ha tocado lidiar varios certámenes sobre ella.

Esta vez, los Olímpicos para la corredora de 32 años son muy distintos. Sabe que no es la misma de Londres 2012, de Río de Janeiro 2016 y tampoco la de Tokio 2021, pero sueña con llegar a la final y mirar a ver qué se puede hacer. No es la gran favorita, entiende que los años encima de la bicicleta pesan y que las lesiones ya le pasan factura, pero a campeones como ella no hay que eliminarlos en el desfile, porque siempre tienen el as bajo la manga para sorprender.

En Londres logró el oro derrotando a la neozelandeza Sarah Walker, plata, y a la neerlandesa Laura Smnulders, quien se quedó con el bronce. En Río también fue primera tras vencer a la norteamericana Alise Post y a la venezolana Stefany Hernández, segunda y tercera, respectivamente.

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Ya en Tokio el camino no fue fácil, pero en la final se las ingenió, como dice, y ganó la presea de plata por ‘experiencia’, fue superada por la británica Bethany Schriever y le ganó en el final a la neerlandesa Merel Smulders.

A pesar de las dificultades ha hecho un ciclo olímpico perfecto, ganando el oro en los Juegos Bolivarianos, en los Juegos Suramericanos, en los Centroamericanos y del Caribe y en los Juegos Panamericanos.

En el pasado mundial se cayó en la semifinal y no pudo pelear por las medallas, algo que no la preocupa porque advierte que, si bien es la misma corredora profesional de antes, ya corre hoy por gusto, para divertirse y ganar.

Los años y los golpes en la pista la han madurado y llega a estos Juegos Olímpicos arrastrando un momento de incertidumbre y tras un ciclo olímpico complicado, el más difícil que le he tocado afrontar.

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Me ha costado mucho después de la lesión en el codo derecho. Me ha tocado aguantar mucho dolor y luego la articulación se limitó, por lo que no ha sido ideal realizar las carreras y los entrenamientos.

Analizamos muchas opciones y esa era una, ir al quirófano, pero decidimos aguantar porque los tiempos para los Olímpicos no nos daban. Habría sido más complicado si me hubiera operado.

No puede llegar uno con dolores a eventos como este, pero en diciembre me sentí y lo acepté. Dije: así me toque apretar y hacer mucha fuerza, acepto el dolor y solté la carga que podía. Me da angustia llegar así a estos Juegos, pero es la realidad. Tengo fe de que todo saldrá bien.

Ha sido difícil el ciclo. Me duele mucho, pero ya acepté que está ahí y me toca correr de esa manera. Se logró la clasificación a París de una manera muy apretada. Todos los ciclos han tenido cosas, pero en Tokio fue la lesión de la rodilla, pero como se aplazaron un año eso nos dio gabela. Pero en este ciclo tuve varias lesiones. Ha sido la clasificación olímpica más dolorosa.

Me anima que son mis cuartos Juegos, que son en mi segunda casa, en mi segundo país y llegar a competir en ellos es un sueño. Ya superé, como le digo, muchas cosas. Estoy en un momento de mi carrera que todavía corro con presión, por el país, por la gente, por mí misma, porque era yo, pero ya solté algo de eso y estoy tranquila. Lo disfruto, así tenga ese dolor.

Uno es competitivo, uno se presiona, pero es diferente, porque la realidad es otra. Es lo que hay. La vida cambia, cada ciclo olímpico ha sido distinto. El cuerpo no perdona, llevas las lesiones anteriores, es diferente, pero también tengo más experiencia, más madurez, para valorar lo más importante. En Londres me sorprendí con muchas cosas, pero la cosa ahora es distinta.

He sacado lo último de mi experiencia, incluso en Tokio la saqué y fui plata. Hoy en día nadie respeta en la pista. Los deportistas que están van por lo de ellos sin importar si el que está a su lado ha ganado mundiales u Olímpicos. 

Uno diría que yo con 32 años y las lesiones que he tenido, pues ganar es difícil, pero en el Mundial pasado dos campeones tienen 34 años, entonces estoy en ese lote, aspiro a ganar. No es cuestión de edad, sino de otras cosas como las lesiones, las caídas, etc.

Es distinta. En el BMX, la meta es llegar a la final y allí todo puede pasar. Hay que pasar los dos días y ver qué pasa. La pista me conviene, es muy técnica, me adapté rápido, la dejaron abierta y eso me sirvió, bueno, nos sirvió a todos porque las rivales también la conocen.

Para Tokio dije que iba a parar, que era misión cumplida, pero es que me gusta tanto esto que no sé si son los últimos. No sé qué puedo dar, rindo, marco tiempos, gano fuerza en el gimnasio, pero me pongo a pensar que para los otros Olímpicos faltan cuatro años y no sé qué decir.

Es una oportunidad chévere. El trabajo de Germán Medina, el que hicieron Julián Molina y Jorge Jaramillo fue sensacional. Así Germán esté en EE. UU. sigo aprendiendo de él. Cuando me quedé sin técnico pensé que era el momento de parar, pero no, decidí seguir. Vincent, mi esposo, es técnico desde hace muchos años, no lo veía así, pero cuando decidimos que me entrenara, pues tomamos la decisión.

Me dio motivación. Le aprendió a Germán, pero lo clave es que somos un equipo, una familia y nunca pensé en que eso podía ser posible, contar con mi entrenador que al mismo tiempo es mi esposo es una relación buena y muy profesional, eso sí, sin dejar de lado lo familiar. 

LISANDRO ABEL RENGIFO

DEPORTES