Con solo 21 años, Andrea Ramírez busca su consolidación. Los de Tokio serán sus primeros Juegos Olímpicos y en la madrugada del sábado comenzará la lucha por subirse al podio en la categoría de los -49 kilos del taekwondo.
Nació en Sogamoso, Boyacá, el 4 de septiembre de 1998. A los 5 años practicó gimnasia, pero llegó a este deporte de combate por sus padres, pues Juan José Ramírez y Marcela Vargas, quienes fueron cinturón negro.
Comenzó en la gimnasia, disciplina que comenzó a practicar cuando tenía cinco años, pero poco le duró la expectativa. No le interesó, no le llamó la atención y decidió abrirse camino en otra cosa.
Con su hermana, Carolina, se fue por el camino de la música. Hoy, Andrea toca el violín, y señala que es una parte de su vida que le da tranquilidad.
Llegó al taekwondo porque un amigo común de la familia la invitó a una exhibición y fue tanta la emoción que le produjo que pronto hizo parte del club Panteras de Boyacá.
Carolina no le paró bolas, pero Laura, sí, entonces fue como la compañera y el apoyo para Andres, que comenzó a labrar su camino.
Alan Forero fue el primer entrenador, quien le vio serias capacidades para convertirse en una deportista de alto rendimiento.
René Forero ha sido clave en la carrera de Ramírez. Lo conoció en otra exhibición en un colegio y desde ahí, Andrea confirmó que lo que quería era ser parte de este deporte.
Ese día vio combatir a Katherine Dumar, Laura García y a Sandra Vanegas, grandes exponentes del taekwondo y no dudó en unirse al grupo.
El Mundial de Corea en el 2017 fue clave en su carrera. Quedó de tercera en su categoría, una medalla de bronce que, para ella, fue como si fuera de oro, pues ratificó que había nacido para este deporte.
Luego, Andrea Ramírez ganó tres oros en la Copa Mundo Presidente de Europa, Copa Mundo Presidente de África y Copa Mundo Presidente de América, lo que le dio para pensar que ya era hora de ir a un ciclo olímpico.
Hizo parte de la delegación colombiana en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta y se colgó la medalla de plata en los -46 kilos. Después, estuvo en los Juegos Panamericanos de Lima y allí fue bronce en -49 kilos.
Estos dos resultados le dan la opción de pensar en grane en Tokio, en ser la segunda deportista de su disciplina en el país en ganar una medalla en esta clase de certámenes.
Taekwondo ya obtuvo un metal, fue el bronce de Oscar Muñoz, ya retirado, en los Juegos de Londres, algo que le da tranquilidad a la atleta boyacense.
“Tengo la fortuna de ser una deportista joven, tengo 22 años. La idea es obtener otro resultado más. No será fácil, pero tenemos la seguridad de que nos irá bien. No hay que presionarse por dar l resultado, las cosas se dan solas y para eso trabajo”, le dijo a EL TIEMPO.
El camino a Japón no fue fácil, no solo por la pandemia, por no poder entrenar de la mejor manera y por no haber tenido la opción de preparar de la mejor manera su participación en Tokio.
“Me contagié con el covid-19 y perdí mucho tiempo de entrenamiento. Eso fue el año pasado. La verdad es que uno piensa muchas cosas, pero gracias a Dios nos fue bien”, precisó.
El jueves 12 de marzo, cuando comenzaba la pandemia, logró su casilla en el clasificatorio en el Palacio de Los Deportes de Heredia, en Costa Rica. Fue la atleta 27 del país en conseguirlo.
Llega a Tokio con muchas ilusiones y este sábado en la madrugada sabrá de qué está hecha, aunque es tan joven que, seguro, todo lo que haga en ese país lejano le servirá de experiencia para los Olímpicos de París, que están a la vuelta de la esquina.
Lisandro Rengifo
Redacción de deportes
@lisandroabel