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Noticia

Brandon sigue los pasos de su ídolo Egan Bernal: 'Estaba muy perdido'

Confesó que se metió en malos pasos y su familia lo sacó del túnel. Perfil del campeón Sub-23. 

Brandon Rojas Vega

Brandon Rojas Vega Foto: Prensa GW Erco Shimano

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El barrio Guacamayas queda en el sur de Bogotá. Hace parte de la localidad de San Cristóbal. Cerca de allí está el colegio 20 de Julio, ubicado en el populoso sector, que el domingo es intransitable por la romería de fieles que van a misa y a encomendarse al Divino Niño Jesús.
Brandon Alejandro Rojas Vega, bueno, sin el Rojas, porque a su mamá, Ana Ximena Ávila Vega, no le gusta que nombren el apellido paterno, estudiaba en ese colegio. El ciclista, campeón nacional de ruta sub-23, sabía que el estudio no era lo suyo. No le gustaba coger los cuadernos y solo iba a ‘calentar puesto’ y a recochar, era lo único que lo motivaba.
Ana Ximena no se daba cuenta del comportamiento de su hijo, que no era una ‘pera en dulce’. Tenía que ganarse el sustento diario trabajando en un casino de Bogotá. Salía muy temprano y regresaba en la noche. A sus hijos, Brandon, Wilder y Andrés Felipe, los cuidaba la abuela María Ernestina, pero ella no era mano dura, los dejaba hacer lo que quisieran, y lo que menos querían era estudiar, así que cuando llegaba Ana era pelea fija.
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La situación en la casa era muy difícil, faltaba el dinero y a Brandon le tocó trabajar. Su abuelo, Luis Antonio Vega, tenía una tienda de verduras y allí se empleó. Era el encargado de atender, limpiar el local y ayudar a vender manzanas, papa, eso le daba la oportunidad de contar con algún dinero extra.
“Fue una dura época porque ellos ya consumían drogas y yo me la pasaba a su lado. Obviamente, yo probé, era un niño".
No tener a alguien cerca que supervisara sus movimientos y le exigiera cumplir con los estudios se convirtió en un dolor de cabeza para Ana Ximena pues su hijo se le salió de las manos. Él tenía 12 años y en el colegio comenzó a frecuentar amistades poco convenientes. Eran muchachos de más edad, entre los 16 y los 17 años, y lo llevaban por el mal camino.

Dura realidad

Brandon comenzó a ausentarse del colegio. No asistía a clases y se iba a vagar. No tenía ni idea en lo que estaba, solo entendía que su mamá no se podía dar cuenta o era castigo fijo.
“Fue una dura época porque ellos ya consumían drogas y yo me la pasaba a su lado. Obviamente, yo probé, era un niño, no sabía que era tan peligroso, no entendía que andaba mal. Fumar marihuana no era el camino ideal, pero no tenía los cinco sentidos bien puestos”, recuerda Brandon, uno de los ciclistas jóvenes que se abren camino en busca del éxito.
Brandon Rojas Vega

Brandon Rojas Vega Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO

Para él era normal faltar a clase, ir a jugar fútbol y a fastidiar a la gente. Llegaba en la noche oliendo a marihuana pues se la pasaba fumando. “Estaba muy perdido”, contó.
El ciclismo, por esos días, era un bonito recuerdo. Cuando tenía 10 años, su tío Luis Mario Vega le regaló de Navidad una bicicleta, pero no era de ciclomontañismo ni de ruta. Brandon recuerda que era una máquina para practicar el freestyle, una modalidad de figuras que entró en el programa olímpico hace poco.
La bicicleta fue una disculpa pues le sirvió para volarse del colegio. Un día, su tío le dijo que lo acompañara a una travesía por el barrio Juan Rey, cerca de donde vivían. La idea era subir la cuesta de ocho kilómetros que había allí.
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“La hice en esa bicicleta pequeña y él montaba una buena, casi que profesional. En esa máquina comenzamos a subir y le gané. Claro, me dijo que yo tenía mucho talento y me llevó a inscribirme a un club, pero eso no funcionó”, recordó.
Luis Mario comenzó a ver cambios en su sobrino. Habló con Ana Ximena y ella le mostró su preocupación porque veía a Brandon muy cambiado, de mal genio, no cogía un cuaderno, y se le puso a rueda, a ver qué era lo que hacía.
“Se dio cuenta de que yo estaba mal, que fumaba marihuana, que no iba al colegio y se encargó de llevarme por el camino del deporte. Siempre me ha dicho que soy un hijo para él y si no fuera por él, quién sabe yo dónde estaría”, precisó el pedalista colombiano, nacido el 2 de julio de 2002, en Bogotá.
Ya viendo lo que pasaba, seguro de que el muchacho andaba metido en la droga, le dijo que volviera a usar la bicicleta y lo inscribió en el club de Roberto ‘Oso’ Sánchez, uno de los entrenadores colombianos con más historia.
Luis se encargó de llevarlo todos los días al entrenamiento. No podía separarse de él. Meses después, Sánchez vio en Rojas Vega un talento para explotar, por lo que su tío hizo un gran esfuerzo y le regaló una bicicleta Optimus de carbono.
“Yo estaba feliz. En ese tiempo hacían chequeos en la pista y todos los ganaba. Comenzamos a ir a los circuitos, empecé a ganar carreras y él me metió más en ese mundo. Luego, otro tío, Víctor, me apoyó también, porque vieron que necesitaba ayuda y no tenía papá”, relató Brandon, corredor del equipo GW Erco Shimano.
Brandon Rojas

Bogotá de febrero 2024. El ciclista Colombiano, Brandon Rojas que corre para el equipo GW Erco Shimano, durante competencia en el Tour Colombia 2.1.? Foto: César Melgarejo/ El Tiempo Crédito: CEET Fotógrafo: CESAR MELGAREJO Foto:CEET

Se hizo ciclista

El joven no pudo tener a unos mejores patrocinadores. Luis y Víctor se encargaron de dotarlo: le compraron zapatillas, casco y uniformes, y lo mejor fue que Brandon respondió con sus victorias y excelentes actuaciones.
La marihuana, el fútbol, las horas perdidas fuera del colegio pasaron a la historia y Ana Ximena estaba mucho más tranquila, pues veía que su hijo no estaba perdido y había renacido para la vida, pero se presentó otro problema.
Brandon fue a parar a la Fundación Esteban Chaves. Sin embargo, él vivía en el sur de Bogotá y los entrenamientos eran en el norte o por la salida de la calle 80, un trayecto largo. Sus tíos no lo podían acompañar todos los días y si bien pasó todos los filtros, no pudo seguir en el grupo y se quedó con el ‘Oso’ Sánchez.
Luego pasó a la Fundación Ciclismo Capital de Bogotá. El sueño de correr en Europa llegó para el corredor primíparo, que con más ansias y nervios afrontó ese momento en el equipo Bathco, grupo que le daba oportunidades a jóvenes promesas, pero su experiencia solo duró tres meses.
Brandon Rojas Vega

Brandon Rojas Vega y Egan Bernal Foto:Instagram de Brandon Rojas Vega

Brandon Alejandro vivió en un apartamento con Juan Ayuso, la gran estrella del equipo UAE Emirates, una persona con quien mantiene comunicación. Incluso, cuando ganó el Nacional, el español lo llamó y lo felicitó.
En ese tiempo, Ayuso buscaba abrirse camino. Era su segundo año como profesional, y el bogotano a penas comenzaba su carrera. Aunque esa prueba fue buena, Rojas Vega no se quedó, abordó un avión y se devolvió para Colombia.
Cuenta que no fue fácil la adaptación. Le tocaba cocinar, lavar la ropa. Vivió en Cantabria (España) y le sirvió que Ayuso hablaba español, pero...
“El primer mes sí me hacían mucha falta mi mamá, mis hermanos, los pensaba cuando salía a entrenar, pero con el tiempo uno va madurando, porque es lo que uno quiere y es el trabajo. Volví porque lo permitido eran solo tres meses. Yo tenía el permiso y la oportunidad de quedarme o volver, y escogí lo último, no aguanté más estar fuera de la casa”, contó.

Dura lesión

Joxean ‘Matxin’, en esa época ojeador de corredores para el UAE, lo ó. Le dijo que estuviera tranquilo, que le iba a seguir los pasos, pero no más.
Brandon firmó con Giuseppe Acquadro, el mánager de Nairo Quintana, Egan Bernal y Rigoberto Urán, quien lo llevó al Androni, de Gianni Savio.
Estuvo con Santiago Umba, hoy corredor del Astana, pero también le tocó lidiar muy duro. Otra vez, Brandon Alejandro se metía a la cocina. Se turnaba con Umba. Un día hacía el oficio, mientras que el corredor boyacense hacía las veces de cocinero y viceversa.
“Nos tocaba hacer videollamadas con las mamás para que nos dijeran cómo hacer un pollo o una carne o cómo cocinar las verduras”, contó.
Solo duró un año con el equipo. Se acabó el patrocinio y se desmanteló. Rojas Vega tomó un avión y aterrizó en Bogotá, sin trabajo. Encontró la mano amiga de Luis Cely, quien lo llevó al GW Shimano-Sidermec, una nueva esperanza de seguir en el ciclismo internacional.
Una de sus primeras carreras en ese 2023 fue la Vuelta al Táchira. Brandon se cayó y la rodilla derecha se estrelló contra el manubrio. Al inicio solo sintió un dolor intenso, pero luego se convirtió en una pesadilla.
La rodilla se le fue hacia atrás, se le hinchó, pero siguió en la competencia. Lesionado terminó la carrera y se enfiló para competir en los Nacionales de ciclismo de Bucaramanga, allí hizo la contrarreloj, pero su pierna no respondió.
Reconoce que fue un gran error no ir al médico, porque cuando se sometió a algunos análisis se concluyó que tenía el ligamento cruzado anterior roto.
“Fue un error y el equipo me envió con el médico Gustavo Castro, quien además descubrió que me había roto los meniscos. Duré todo el año pasado quieto. Mi mamá y mi novia, la también ciclista Luisa Sanabria, me llevaban a las terapias en muletas”, recordó con tristeza.
Castro fue muy directo y le dijo la verdad. Era una lesión que se demoraba en sanar. Muchas personas le dijeron que no volvería al ciclismo, que se olvidara de la bicicleta, pero él insistió. Todos los días, sagradamente, iba a fisioterapia, a la piscina, jornadas en las que quedaba “muerto”.

El oro

Volvió al ciclismo. Cely le dio la confianza para estar con él ahora en el GW Erco Shimano y con él ganó los nacionales, un título que celebró entrando a la meta en la plaza de Bolívar de Tunja señalando la rodilla derecha, mientras Ana Ximena gritaba desaforada detrás de las vallas.
Poco sabe de su padre biológico. Se fue de la casa y nunca volvió. En el 2015, Brandon fue a competir a una prueba en Fusagasugá y vio que alguien lo miraba. El hombre se le acercó y le habló. Lo había visto en fotos y se percató de que era su papá. Brandon entró en shock. No sabía cómo reaccionar, pues entre lágrimas esa persona lo abrazó y le pidió perdón.
“A mi mamá no le gusta que lleve el apellido Rojas. Le molesta cuando me nombran así, prefiere el Vega. Mi papá, desde esa vez, me escribe, está interesado. La verdad es que no es fácil y yo no le niego el saludo. Hablo lo normal con él, pero no paso de ahí”, precisó el corredor, quien es el que responde en la casa y sueña con volver al ciclismo de Europa.

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