Rubén Blades es un tipo distinto, diferente. Una persona que se ha realizado en distintas áreas del arte, la política y el derecho, especialmente.
Pero para buena parte de la América que empieza en México y va hasta el polo sur, Rubén Blades es el gran salsero panameño, uno de los más importantes representantes de este género musical.
Y en este universo llamado América Latina (por supuesto es conocido y reconocido en otras latitudes sonoras, en festivales y encuentros musicales del mundo), su creación tiene un sello tan propio que ha podido trascender varias generaciones y culturas.
Ahora, llega de nuevo y se acerca a su público con No estás solo: canción para los enfermos, un tema del que es autor de la letra, con música de Carlos Vives, grabado en Nueva York a finales del año pasado, en un encuentro en esa ciudad entre los artistas.
Blades cuenta que la canción nació porque la reacción del público a su tema Amor y control le “indicó la necesidad de otro dirigido exclusivamente a personas sufriendo quebrantos de salud. Hay canciones para celebrar cumpleaños, pero no para desear una recuperación a un enfermo”, por eso decidió “escribir sobre ese tema”.
Y es que, precisamente, Amor y control es uno de sus composiciones más tristes y emotivas, que cuenta dolores familiares y habla de la necesidad de no abandonar a aquellos que cometen errores.
No estás solo: canción para los enfermos refleja y lleva esperanza a quienes esperan recuperarse y llega en un momento en el cual el mundo la necesita, en sus peores días.
A Blades, la cuarentena lo cogió en Nueva York, donde regularmente vive, y desde donde habla de otra enfermedad que mató mucha gente: el H1N1, “que entre el 2007 y el 2008 se cobró la vida de entre 150.000 y 500.000 personas. No es la primera ni será la última vez que ocurra, más aún por la manera en que destruimos y afectamos la naturaleza”, dice.
“Pero la crisis demuestra la capacidad del ser humano para ayudar a otros, aun poniéndose en riesgo personal. Los médicos, enfermeras y enfermeros, servicios de ambulancias, bomberos, policías, recogedores de basura, taxistas, los que nos traen comida, tanta gente nos ha enseñado que podemos ser menos egoístas y más solidarios. El rostro del bien ha definido la respuesta a la crisis y eso resulta esperanzador para todos”.
Nacido en Ciudad de Panamá el 16 de julio de 1948, es reconocido, además, como compositor, actor, productor, abogado, político y activista.
Su salsa es considerada como culta, pero la verdad es que sus canciones tienen seguidores de todas las clases, desde los años 70, cuando se dio a conocer, en uno de los mejores momentos de este ritmo.
Y, sin duda, otra de sus facetas más reconocidas tiene que ver con la política; en su país fue candidato la presidencia en 1994 y en el 2004 apoyó la nominación de Martín Torrijos, quien luego de ganar lo nombró ministro de Turismo.
Hace un poco más de una semana, su país, que lo quiere, lo acompañó en un concierto virtual en el que también participaron varios de los músicos panameños más importantes, y desde el ciberespacio motivó a sus coterráneos para que donaran para los más necesitados. Ese día lanzó su canción con Carlos Vives.
Antes de la crisis mundial por la pandemia, Blades estaba en Austin, Texas, trabajando en la serie Fear the Walking Dead.
Y ahora, en otros días, le duele todo lo que está pasando, especialmente en Nueva York.
“No hemos tenido mayores problemas en mi casa, pero la ciudad sufre mucho. Tengo amigos que están enfermos o que han muerto. A un amigo mío se le murieron la mamá y el papá en una semana. Todo es muy duro. Esta situación me hace más consciente del dolor ajeno y eso me conmueve diariamente”, afirma.
En sus redes y también en las de sus clubes de seguidores (algunas de ellas hacen exámenes para aceptar nuevos ) se lo ve sacando la basura y hasta cocinando y contando cómo preparar un plato.
Pero a diferencia de muchas personas que sienten peso por el encierro, Rubén Blades se muestra fuerte.
“Estos días me he dado cuenta de que tengo la capacidad de utilizar el tiempo de manera constructiva y no dejar que el pánico controle mis pensamientos. He pasado muchos momentos solo durante mi vida como artista. En las giras, me quedo en mi cuarto de hotel y no salgo en días. El silencio es mi amigo, puedo decir que no me asusta la soledad. Y cuando estoy en Panamá también paso mucho tiempo solo en mi casa. Así que estoy acostumbrado a las cuarentenas”, cuenta.
Estos días me he dado cuenta de que tengo la capacidad de utilizar el tiempo de manera constructiva y no dejar que el pánico controle mis pensamientos: Rubén Blades
Pero, ya como el gran ser humano que es, Blades agrega: “Eso sí, confirmó mi afecto y preocupación por otros y mi deseo de que estén bien y de ayudar”.
Este hombre, que por lo general anda con sombrero, y que ha hecho grandes canciones como Ligia Elena, Pablo Pueblo, Buscando guayaba, Juan Pachanga, Patria, Camaleón, Plantación adentro, Buscando América, Caminando y Yo no puedo vivir sin tu amor, entre muchas otras, siempre recuerda a su bisabuela paterna, Emma Bosquez Aizpuru, colombiana y adelantada a su tiempo: sola crio a sus hijos y además era vegetariana y hacía yoga, en una época en la que de esos temas en Occidente poco se hablaba. De ella, seguramente, le viene la rebeldía en las letras y en la misma vida.
Pero en estos momentos toma la vida de otra manera, más tranquilo, sin la exigencia de los viajes para cumplir compromisos.
En su encierro, del que sale solo para lo más urgente, ha seguido escribiendo “el libro que hemos acordado con la editorial Random House, continúo con mis apuntes sobre reformas a los códigos judicial y penal panameños, arreglo mis libros y cómics y hago un inventario de ellos”.
Y dice que no ha desarrollado talentos. “No, ninguno, en realidad. Soy bueno limpiando la casa y cocinando. Desarrollé mi paciencia, controlé mis temores, pero sigo siendo malo en matemáticas”.
Blades, que ha vivido todos los cambios y procesos en la música en una carrera de 50 años, sabe que los espectáculos en vivo volverán “una vez se determine que no existe peligro de contagio”.
Eso sí, espera que todos los que estamos en el mundo “seamos más solidarios, que pongamos más atención los unos a los otros. Ahora, políticamente tienen que aplicarse nuevos paradigmas para la istración social, de salud, de educación y también en lo laboral. Esta es una oportunidad que tenemos para mejorar”.
Y manda a decir que todos deben cuidarse: “Lávese las manos y el rostro frecuentemente, use mascarilla (tapabocas) si sale, no salga de casa si no es necesario, ayude a todos los que pueda”.
Este hombre, que llegó al sello Fania en Nueva York buscando una oportunidad, y la tuvo con Ray Barreto, que lo llevó a su orquesta como vocalista sin saber el largo camino que su pupilo iba a recorrer, también cree que después de esta crisis “espiritualmente seremos más conscientes de lo que nos rodea”. Y aunque duda de que se produzcan cambios radicales en nuestra manera de vivir, en el fondo, su corazón salsero y lleno de amor lo anhela.
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE
Cultura EL TIEMPO