La educación se ha ido trasladando cada vez más rápido a las redes sociales a través de los tutoriales. Al igual que en la vida real, en redes hay todo tipo de ofertas educativas, unas totalmente inútiles y otras muy nutritivas para todos los que quieran aprender sobre cualquier actividad humana.
Algunos de los profesores mas consagrados y muchos novatos de la enseñanza están publicando toneladas de videos cortos que buscan capturar la atención del público a través de un consejo práctico que se pueda explicar en uno o dos minutos. Estos personajes están ubicados en un extremo de la cadena alimenticia virtual. En el otro extremo están tanto los principiantes que escogen ejercicios elementales, como los expertos que buscan ampliar las fronteras de su conocimiento curioseando en redes.
En el campo de la música hay muchísimo material de interés que circula ampliamente entre los estudiosos de la salsa, la clásica, el pop, el jazz, la ingeniería de sonido, el rock, la producción y cientos de variantes estilísticas. Hace unos años no se había consolidado aún el método y muchos de estos videos eran tan extensos, que el interesado desistía con rapidez de la tarea propuesta por los educadores virtuales. Las lecciones audiovisuales de ahora son enfocadas a un tema específico y le permiten a los consumidores obtener pequeños resultados en poco tiempo. Y el asunto está funcionando, el algoritmo identifica rápidamente al estudioso por los videos que ve repetidamente y le nutre su página con temas de estudio relacionados. Esta oportunidad de circulación en redes está siendo aprovechada por muchos músicos que, como me lo confesó el pianista sincelejano Jesús Molina en una conversación, ganan más con los microvideos que con los discos que suben a plataformas.
¿Y qué viene después? El cliente que visualiza repetidamente los ejercicios breves de un entrenador, se aficiona a las publicaciones de este experto y entra a cada nueva lección que aparece en sus redes, lo que reporta muchos clicks y se replica viralmente a los de su entorno virtual. En el caso de la música, la clase gratis funciona como un gancho para promocionar la carrera artística del profesor. El estudiante pasa a interesarse por las grabaciones y las publicaciones de su generoso profesor y queda matriculado. No digo que esta estrategia de mercadeo sea deshonesta, porque equivale a la tradicional prueba gratis, donde el cliente primero saborea y después compra. Con la música sucede igual, la primera audición es determinante para que el oyente busque más repertorio de ese intérprete que le llamó la atención.
Para los interesados en el piano hay dos recomendaciones que ilustran esta tendencia: una es la coreana Nahresol, que sube clips sobre pequenos detalles interpretativos y técnicos que enriquecen a quien los ponga en práctica. El otro es Ricardo Uribe, un pianista bogotano que publica con el nombre de Tutempo academia, ejercicios simples y en español para los que empiezan el camino de la música. Estas micro clases son un claro ejemplo de la frenética evolución de las tendencias educativas, solo falta ver lo que nos trae la temida inteligencia artificial.
ÓSCAR ACEVEDO
Músico y crítico musical
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