Álvaro Díaz, revelación del reguetón, dio su primer concierto en Bogotá: "La noche más maravillosa de mi vida"

Expectativa. Era lo que se sentía antes de que saliera a escena Álvaro Díaz. Con el lugar en total oscuridad y un juego de luces que simulaban estrellas, se escuchó la voz del cantante relatar una reflexión acerca de la felicidad y sus azares. 'Alvarito' –como el mismo se apoda- aterrizó sobre las 10:00 p.m. personificando un ser extraplanetario en su llegada a la tierra.

‘Te vi en mis pesadillas’ fue la canción que despertó a los 14.000 asistentes, luego del retraso de una hora y media de su presentación. Gritos llenos de emoción le dieron la bienvenida a la ciudad. Sus seguidores, que aguardaron años para poder verlo en la capital, cantaron en su totalidad la letra de la canción que encabeza el álbum ‘Sayonara’.

El puertorriqueño, en su primera vez en la ciudad, logró vender todas las entradas del Movistar Arena. El escenario más grande donde se ha presentado desde que inició su carrera artística. Cuando presentó su Sayonora Tour, el concierto en Bogotá se programó en el Royal Center, sin embargo, y gracias a la gran acogida de sus seguidores, fue trasladado al Movistar Arena para que más personas pudieran disfrutar del espectáculo.

Iniciando la noche, se presentó Baskiat, un joven artista de Puerto Rico, que interpretó ‘Pantera Rosa’ y ‘Báilame que luego te vas’ -su canción más escuchada, con más de 10 millones de reproducciones en Spotify-. Emocionado por su primera presentación con tantos espectadores, agradeció a Álvaro Díaz por la oportunidad incluirlo es su gira.

En medio de la euforia del público, Alvarito fue hilando su espectáculo por medio de momentos específicos que se asimilaban a las etapas de un duelo. En este viaje extraplanetario lo acompañaba S1TA 3000, un robot que lo iba guiando por su historia de amor y el deseo de “eliminar recuerdos”.

La elección de canciones contaba los distintos momentos que pasó su relación amorosa. En el espectáculo interpretó canciones de sus dos últimos álbumes que van desde la felicidad al dolor profundo. Mientras el concierto trascurría, en la pantalla principal se podía leer en mayúsculas frases como: “Ya no te pienso”, “La historia no siempre fue triste” y “Nuestro mundo se fue a la mierda”, con las que se iba marcando los diferentes momentos de la historia.

Además, en medio del espectáculo y con la expectativa del público a tope, invitó a subirse al escenario a Joyce Santana, rapero boricua; cantaron ‘MJM’, un trap que muestra otra de las facetas de Álvaro. Pero Santana no fue el único invitado. Díaz también compartió escenario con Papi Sousa, su amigo y colaborador puertorriqueño, con quien coreó ‘POKE FREESTYLE’.

El autor de ‘Problemón’ y ‘Kawa’, quien tiene más de 10 millones de oyentes mensuales en Spotify, nació en San Juan, Puerto Rico y creció rodeado de la mezcla entre la cultura latina y estadounidense, lo que se evidencia en sus letras y ritmos. Escuchar su música es una experiencia que pasa por la fuerza de la batería en el rock, el sintetizador propio de la música electrónica y las barras del hip hop.

Durante el concierto, cuando interpretó ‘Todo bien’, canción que narra el deseo de llenar la nevera de su madre, y su experiencia mientras crecía en la isla, Díaz demuestra que sus raíces son importantes en su música. Además, tomó un momento para homenajear a su madre por medio de un vídeo y la narración de lo orgullosa que está de él por sus logros después de ‘Sayonara’.

Este disco es la continuación de ‘Felicilandia’, su álbum lanzado en el 2021, y el cual está construido sobre el concepto de amor idílico. Muy propio del inicio de toda relación romántica. Por medio de una analogía en la portada del disco, que hace referencia a la icónica entrada del parque de diversiones de Disney, representa la ilusión de un nuevo amor donde todo es maravilloso.

Por otro lado, en ‘Sayonara’ esa relación se destruyó. Es por eso que la portada del disco muestra el mismo parque de diversiones de ‘Felicilandia’ en llamas y a Álvaro observando desde la distancia.

“Álvaro, la memoria no pudo ser eliminada”, se escuchó la voz de S1TA 3000 cerca del final. La búsqueda de perder todo recuerdo de su amor del pasado no fue posible. Allí, el artista se dio cuenta que el deseo de dejar atrás ese amor que lo hirió no es posible. Su pasado es también parte de su presente.

El arreglo de la percusión y la construcción del sintetizador, hacen que la propuesta sonora de Díaz sea una declaración de intenciones. La cohesión tanto sonora, como narrativa del álbum, llevan a sus seguidores por una historia de amor y desamor acompañada por los ritmos del 'house', el 'trap', el 'techno' y el 'beat' del género urbano.

Su música y su puesta en escena es la fórmula de Álvarito para diferenciarse de otros artistas del género. Con solo una batería en vivo, que entusiasma a los asistentes del evento, y el juego de luces, el artista promete un espectáculo que combina ritmos que estimulan la atención de las personas que coreaban a gritos sus canciones.

La meta de Álvaro Diaz parece clara: darle una nueva mirada al género del reguetón. La mezcla del techno con el dembow no es precisamente algo nuevo, lo que es distinto es la propuesta circular de sus discos. Se evidencia un hilo narrativo, su discografía inicia y se cierra de forma cohesionada. Es un artista emergente, que, junto con su público -personas que en su mayoría tienen menos de 20 años- crecerán, probamente de la misma forma que su carrera artística.

Pasada la medianoche, a eso de las 12:10 de la madrugada, Álvaro Díaz se despidió de Bogotá. Su último espectáculo en Colombia terminó con la interpretación de ‘YOKO’, una canción lenta, que juega el papel de balada en ‘Sayonara’. “Oh no te vayas nunca” corearon los asistentes a todo pulmón.

Ni el cansancio de algunos que hicieron fila desde medio día para ingresar, evitó que disfrutaran hasta el último segundo de la presentación del puertorriqueño. Álvaro Díaz se despidió de la capital, agradecido y catalogando la noche como la “más maravillosa de mi vida”.

LAURA LÓPEZ BENITO-REVOLLO

ÁNGELA MARÍA PÁEZ

Escuela de periodismo multimedia EL TIEMPO