Tanto el creador de Pedro Navaja como los de Amanecé son hijos del Pacífico: Blades, desde su Ciudad de Panamá, y los colombianos, desde su Timbiquí del alma.
Bien lejos de ese mar se encontraron hace dos años en un concierto por la paz que tuvo lugar en el parque Simón Bolívar de Bogotá.
“El maestro (Blades) nos dijo que le gustaba nuestra música, nos saludamos, nos abrazamos y cada cual se fue para su casa. Luego, él puso un par de tuits diciéndonos que si queríamos grabar con él, estaba listo. Compusimos la canción, la grabamos y se la mandamos, y él puso su parte”, cuenta Begner Vásquez, cantante del grupo, que estuvo en una gira de medios con el también cantante William Angulo y el marimbero Enrique Riascos.
¿Qué será? empieza con un coro pegajoso y luego de unos diez segundos se mete a fondo en el tema del cuidado del planeta. “Creo en la energía renovable, porque usar petróleo es contaminante. Al final del mundo habrá guerra y hambre, me decía mi abuelo, es inevitable”, dice Vásquez.
Y aunque no es una letra fácil para una canción en estos momentos de la música, a estas alturas ya van dando ganas de bailar.
“El gran Juan Luis Guerra nos enseñó que esto sí se puede hacer. Sus canciones más religiosas se bailan sin parar, como Las avispas”, comenta Riascos, uno de los más jóvenes y talentosos integrantes del grupo, oriundo de Guapi.
¿Qué será?, además, es una alerta para la zona del Pacífico colombiano, de donde provienen estos músicos y donde hoy en muchos lugares la minería ilegal está acabando con los ríos y las tierras.
Riascos dice que en cuanto a su río Guapi, el “deterioro no ha sido tan notorio como en otras regiones. El problema nuestro allí es que antes las calles eran bonitas y pavimentadas, pero gracias a las ‘virtudes’ de algunos gobernantes, hoy mi pueblo tiene este problema”.
El joven músico agrega que antes las familias iban a cine los domingos y al coliseo de Guapi, donde se hacían distintas competencias deportivas, “pero lo dejaron caer. Ahora muchas personas están en el parque tomando aguardiente o viche”.
El tema de la minería ilegal afecta considerablemente a Timbiquí, “que ha tratado de sostenerse pese a que es un problema grave. Pero nos queda la cultura y que la gente vive en torno a eso. Es un lugar alegre donde se lucha para que las costumbres no declinen. Sin embargo, hace falta más planificación, que no se trate de que se conserven las tradiciones por la costumbre”, comenta Angulo.
Su fin es hacer algo por este Pacífico maravilloso, lleno de riquezas naturales, “que se venda como un destino turístico de verdad y no como un relleno, como sucede a veces”, dice Vásquez.
Recientemente, cuentan, Blades tuiteó agradeciéndoles a los músicos de Herencia de Timbiquí por esta canción, y tanto el panameño como los timbiquireños quieren que se vuelva un himno, “una idea por el cuidado del planeta y por un mejor uso de las redes sociales. Es que eso de que por fin Ximana, Pepita y Josefa, que son amigas, se encuentren luego de mucho, y cada una se ponga a chatear no paga. Ese aparato deshumaniza. Sirve para muchas cosas, pero es un objeto muerto muerto”, termina Riascos, que carga su marimba en su espalda. Su marimba sagrada.
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ
EL TIEMPO