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El día en que rey emérito Juan Carlos mató a su hermano, el infante Alfonso
Hace exactamente 67 años, ocurrió un accidente que cobró la vida del infante de 14 años.
Carlos I a su llegada este viernes a las instalaciones del Real Club Náutico de Sanxenxo. Foto: EFE/Lavandeira Jr.
Juan Carlos de Borbón nació en Roma, durante el exilio de sus padres. Luego vivió en Suiza, hasta que finalmente toda la familia se radicó en Estoril, Portugal. Recién conoció España, su futuro reino, cuando tenía 10 años.
Su llegada a Madrid fue el resultado de una negociación entre su padre, Don Juan, y el general Francisco Franco. En la cubierta del Azor, en 1948, pactaron cómo sería la educación de “Juanito”. En definitiva, acordaron que el Conde Barcelona entregaría a su hijo mayor al Generalísimo para que fuese educado con los valores del Movimiento Nacional. Sólo así evaluaría la posibilidad de convertirlo en su sucesor.
La Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado –que él mismo escribió– lo autorizaba a proponer a su sucesor a título de “rey” o “regente del reino”.
Franco consideraba que sólo podía ser sucedido por un descendiente de los Reyes Católicos y pronto descubrió que tenía tiempo para formar al joven príncipe dentro de los principios de su régimen. Lo quería cerca de él.
Don Juan aceptó. No encontraba otra forma de restaurar la monarquía en España. Pero la decisión formalizó también su renuncia: definitivamente, no sería rey.
En una entrevista histórica con la revista Point de Vue, en 2014, Juan Carlos describió de una forma muy simple cómo fue su educación: “Mi formación fue planificada entre Franco y mi padre. Fui como una pelota de ping pong: cuando su relación era buena estudiaba en España, cuando era mala, lo hacía en Portugal. Ese ha sido el resumen de mi vida hasta que entré en la Academia Militar”.
Durante los siguientes años, el príncipe vivió en Madrid junto a su hermano menor, Alfonsito, y solo veían a su familia cuando regresaban a Lisboa para las vacaciones.
El rey de España Juan Carlos I durante la inauguración de la Torre Iberdrola en la ciudad vasca de Bilbao. Foto:Rafa Rivas / AFP
Semana Santa de 1956. Los condes de Barcelona reciben a sus hijos en Estoril, su residencia en el exilio. Juan Carlos, con 18 años, trae en su equipaje un arma que le regaló un compañero en la Academia Militar.
Se trata de una Long Automatic Star, calibre 22. Con Alfonsito, que entonces tenía 14, pasan horas disparando en el jardín, hasta que don Juan ordena guardarla bajo llave. Después de mil ruegos, convencen a su madre, Doña María, de que se las devuelva.
Le dicen que está descargada y solo quieren mirarla. “No es para disparar, mami, solo para verla”. Los hermanos están solos en la habitación cuando sucede el trágico desenlace. Según el escritor y periodista Abel Hernández, la infanta Margarita, a pesar de su finísimo oído, no escucha el disparo. Los padres tampoco. “Pilar sí, y nunca olvidará aquel ruido sordo”, asegura.
La bala le entra a Alfonsito por la nariz y le alcanza el cerebro. El parte oficial, comunicado por la embajada española en Lisboa miente: “Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos”. Poco después, se conoce la verdad: Juan Carlos era quien empuñaba el arma cuando se disparó. Desde entonces, conviven distintas versiones del hecho.
Juan Carlos, único testigo de la tragedia, jamás se refirió públicamente a aquel 29 de marzo de 1956, jueves santo de luna llena. Sin quererlo, su silencio dio lugar a mil especulaciones y crónicas en clave de novela negra.
Una versión que se repite en cada reportaje hasta hoy asegura que don Juan envolvió el cuerpo de su hijo con la bandera española que arrancó del mástil de su casa, volteó hacia Juan Carlos y lo inquirió: “¡Júrame que no lo hiciste a propósito!”. En 2014, frente a la escritora sa Laurence Debray, el rey emérito recordó a su hermano:
–Permítame que abordemos este tema doloroso, Su Majestad. ¿Podría decirme algo sobre su hermano pequeño Alfonsito?, le preguntó.
–Éramos muy cómplices. Lo quería mucho. Era muy simpático y despierto. Jugaba muy bien al golf. Lo sigo echando mucho de menos. No poder tenerlo a mi lado, no poder hablar con él, pero la vida debe continuar…, contestó el monarca.
Juan Carlos I llega al Palacio de la Zurzuela para visitar a Felipe VI. Foto:EFE/ Rodrigo Jiménez
La versión de la amante
En noviembre de 2022, la empresaria alemana Corinna Larsen grabó un pódcast llamado Corinna y el Rey, donde reveló intimidades de sus diez años como amante del monarca emérito Juan Carlos I. Esa relación, con todas sus consecuencias, terminó con el “juancarlismo”. De pronto Su Majestad, un hombre imprescindible en la historia de España, se convirtió en un ser desdibujado, corrupto, condenado a un autoexilio.
Son ocho capítulos. Allí, entre casos de corrupción y otros escándalos, Corinna también hace referencia a la muerte de Alfonso. “Él (por Juan Carlos) me decía que su hermano menor era el realmente brillante, el guapo, el mejor jugador de golf, el hijo favorito de sus padres. Juan Carlos es muy disléxico y, a pesar de ser zurdo, le obligaban a escribir con la mano derecha. Se vio obligado a obedecer. Sentía que su hermano menor era realmente la luz que brillaba en la familia (...) ‘Sí, yo apreté el gatillo y lo maté, pero fue un accidente’, me dijo (...) Claramente estuvieron jugando a un juego estúpido, en cualquier caso él cargó el arma. Nunca se ha investigado correctamente, pero creo que en el fondo de su alma, su cabeza, él siente una gran culpa. A menudo lo describen como alguien melancólico. Creo que hay una profunda tristeza en él que está cubierta por esa jovial, risueña y divertida forma de ser. Un bon vivant, pero tiene cambios de humor y se siente solo”, señaló Corinna.
Después de la tragedia, la madre de Juan Carlos, la Condesa de Barcelona, se hundió en el alcohol. Lo sabe toda España. Pero Corinna, en el postcast, agrega “que hasta llega a beberse su propio perfume”.
Y cuenta que, durante años, de forma intermitente, María de las Mercedes de Borbón y Orleans acudió a un centro de rehabilitación.