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El millonario que construyó una isla artificial y 'fundó' un país sin impuestos ni regulaciones y con idioma oficial: este fue su inesperado final
● Michael Oliver quiso llevar su ambición mucho más lejos, de origen lituano, residente en Estados Unidos, logró fundar una nueva nación.
● Eligió los Arrecifes Minerva, una formación de coral emergida entre Tonga y Fiyi.
Un estadounidense adinerado quería construir una república insular. El rey de Tonga tenía otras ideas. Foto: Archivo particular/ iStock
Mientras algunas personas adquieren islas para vacacionar o invertir, Michael Oliver quiso llevar su ambición mucho más lejos.
Este millonario de origen lituano, residente en Estados Unidos, proyectó desde 1972 la creación de una nación completamente nueva, surgida desde cero y erigida en un punto remoto del Pacífico Sur. Su objetivo no era turístico ni ecológico, sino político: fundar un país sin intervención estatal, sin regulaciones y sin impuestos.
Con una visión radical de libertad individual, Oliver emprendió la construcción de un territorio propio en aguas internacionales.
Eligió los Arrecifes Minerva, una formación de coral emergida entre Tonga y Fiyi, que no pertenecía claramente a ninguna nación. Allí, con ayuda de su equipo, transportó toneladas de arena desde Australia y formó una base artificial sobre el mar.
La República de Minerva y sus ideales
En esa estructura levantada sobre los arrecifes, Oliver y sus colaboradores izaron una bandera, acuñaron una moneda y declararon la fundación de la República de Minerva. El idioma oficial fue el esperanto, una lengua creada con fines internacionalistas, reflejo del espíritu universal del proyecto.
La constitución de este nuevo país promovía los siguientes principios:
Tal como se explicó entonces, el objetivo era instaurar un enclave donde las personas pudieran vivir y hacer negocios “sin la interferencia estatal”.
Sellos emitidos por el Reino de Tonga en conmemoración de la toma de posesión de los Arrecifes. Foto:Sellos de la colección de Raymond Craib.
Una fundación detrás del experimento
La iniciativa fue impulsada por la Phoenix Foundation, una organización fundada por el propio Oliver.
Su misión era explícita: alentar la creación de territorios autónomos bajo valores libertarios en distintas partes del mundo. Minerva fue el intento más ambicioso, al tratarse de un espacio literalmente creado desde el mar.
El experimento llamó rápidamente la atención. Mientras grupos afines al pensamiento libertario celebraban la propuesta, distintos gobiernos y entidades regionales manifestaron su preocupación. Consideraban que sentaba un precedente riesgoso para la soberanía y el derecho internacional.
Los Arrecifes Minerva fueron el sitio elegido por Michael Oliver para construir desde cero una isla. Foto:Google Maps.
Una república de días contados
Pese a los ideales que la impulsaron, la República de Minerva duró apenas unas semanas. En junio de 1972, el Reino de Tonga, que reclamaba soberanía sobre los arrecifes, respondió con decisión.
Con el respaldo del Foro del Pacífico Sur, envió tropas que desembarcaron en la isla artificial, retiraron la bandera de Minerva e izaron la propia.
La bandera de la República de Minerva. Foto:Redes sociales
La intervención puso fin a la república libertaria. La plataforma quedó deshabitada y, con el paso de los años, fue lentamente cubierta por el mar. En 1982, un nuevo intento de ocupar el lugar por parte de activistas fue también neutralizado rápidamente.
Pese a su corta existencia, la República de Minerva continúa siendo citada como un caso llamativo en estudios sobre micronaciones y soberanía territorial.
Su historia aparece reseñada en obras como 'Adventure Capitalism', en la que se analiza como un ejemplo extremo de secesión territorial motivada por fines ideológicos y económicos.
Los restos de la plataforma ya no están a la vista. Hoy, los arrecifes Minerva se encuentran deshabitados y apenas emergen durante la marea baja. Sin embargo, su historia sigue viva como una de las iniciativas más inusuales y desafiantes del siglo XX.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información publicada por La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.