Decía Sancho, el crítico gastronómico de EL TIEMPO, en una de sus columnas del 2014, que ir a la
Pastelería Arlequín, en el Park Way bogotano era como viajar en el tiempo y saber cómo eran las buenas pastelerías de antes.
Conocido como un salón de onces -aunque también había almuerzos-, esta pastelería fundada hace 56 años se había convertido en un ícono bogotano, un lugar que generaba nostalgia, pero permanecía vivo a través de la calidad y sabor de sus productos.
Generaciones de bogotanos crecieron disfrutando de los conejos de chocolate en diferentes tamaños, sus casas de chocolate, el San Nicolás de Mazapán, las tortas de cumpleaños y diversos antojos como la galleta de tres ojos o los chocolates rellenos de naranja, que el mismo Sancho también exaltaba.
Y decía que, pese al diseño novedoso de pastelerías modernas y a los productos de moda, Arlequín, felizmente fiel a su esencia inicial."Lugares como Arlequín -escribió el crítico en su momento- hablan de esa Bogotá que era más parroquial, menos pretenciosa, más auténtica".
Tanto el crítico, como muchos bogotanos tenían en Arlequín recuerdos de su infancia y la felicidad era saber que en esa esquina de siempre permanecían intactos. Pero en este comienzo de febrero del 2021, la pastelería anunció su cierre desde su página de Facebook.
Quedan así para la memoria las galletas alemanas, las milhojas y el pan de Navidad, así como la torta Selva Negra, el Saint Honoré y otros bocados que ofrecieron para la temporada de la reciente Navidad. El establecimiento se despidió con el siguiente mensaje:
"A toda nuestra distinguida clientela, proveedores y amigos queremos informarles que hemos tomado la decisión de cerrar las puertas de nuestro negocio familiar Pastelería Arlequín, no sin antes agradecerles la confianza y cariño que recibimos a lo largo de los 56 años que estuvimos trabajando para ustedes. Deseamos que quede un buen recuerdo de nuestra empresa, colaboradores y de nuestros productos. Reciban un cordial saludo de su familia Kahnha"
Las respuestas cargadas de nostalgia y agradecimiento no se hicieron esperar. En su cuenta de Facebook recibieron mensajes de sus clientes como el siguiente: "Nooo! Muy triste! Desde niña visité la pastelería, justamente llevada por mis abuelos, luego por mis tías y ahora nosotros continuamos la tradición. La última delicia fue la torta de selva negra el 31 que muy especialmente nos alcanzaron a la casa. Muy triste que tomen esa decisión. No hay otra así. Creo que muchos extrañaremos los conejos de chocolate. Gracias por este medio siglo que nos dejan de historia en Bogotá, en nuestra localidad y en nuestro Park Way".
Ante la pregunta de EL TIEMPO sobre más detalles acerca del cierre, la respuesta por parte de la panadería fue: "Como lo anunciamos a nuestros clientes ha sido una decisión familiar".
REDACCIÓN DE CULTURA
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