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La cervecería que en vez de abrir un 'pub' le apostó al tejo
Así nació el menú colombiano de lechona y picada de Tejo La Embajada.
La experiencia en Tejo la Embajada es jugar tejo, disfrutar de una comida colombiana diferente y una cerveza de la casa Foto: Milton Díaz. EL TIEMPO
El día que la cervecería artesanal bogotana Non Grata vio que ya era hora de abrir un punto propio no quiso hacer un pub al estilo inglés, apostó por el tejo. Así trazó una historia distinta a la de otras microcervecerías que han empezado a florecer en el país.
Habían pasado cuatro años desde que sacaron a la luz sus primeras botellas, ya las vendían en más de 50 sitios (entre bares y restaurantes). Habían ido a contracorriente.
Cuando empezaron, la mayoría de las cervezas artesanales no subían de los 5 o 6 grados de alcohol, pero Non Grata sacó su cerveza Jack El Destripador, una bebida de carácter que pasa por una maduración en roble que ha contenido Jack Daniels y llega a los 9 grados de alcohol.
“Era una cerveza costosa –recuerda Daniel Lozano, cofundador de Non Grata–. Cuando la sacamos creían que estábamos locos y que no podríamos venderla”. Hoy es la referencia que más vende, a 14.500 pesos la botella.
Sándwich de chicharrón, uno de los bocados estrella de Tejo la Embajada. Foto:Milton Díaz. EL TIEMPO
Además, está la Mandaripa, con cáscaras de mandarina en su receta, e Ismael, con maíz, creada para la apertura de Tejo la Embajada, el establecimiento que finalmente abrió la cervecería en el barrio bogotano de San Felipe.
“La diseñamos para el tejo porque tiene maíz, el único cereal americano con el que se hace cerveza, ya que la cebada, el trigo y el centeno vienen de otros continentes, por eso la chicha era tan importante culturalmente”, explica Lozano.
El tejo estaba en la vida de Lozano desde antes. En uno conoció a su socio en la empresa y a su prometida. Así que cuando llegó la hora de tener una sede abierta al público pensó en él. “La taberna colombiana por excelencia era el tejo”, dice.
No le pusieron el nombre de la cervecería –lo que también iba contra la lógica–: “Que se llame La Embajada es importante, porque queríamos ser embajadores del patrimonio cultural colombiano, potencializadores de este estilo de celebración. Además, para nosotros, el tejo es más grande y merecía su propio nombre”.
También apostaron por una cocina que se saliera de lo esperado, sin dejar de ser colombiana. Con la asesoría de Pedro Pinto, chef del restaurante Oak. “Decidimos mirar de otra manera la comida colombiana –dice Lozano–. Y nacieron la lechona marinada en cerveza artesanal y las croquetas de morcilla, las favoritas de la gente que ha venido”.
Non Grata es la cervecería que decidió abrir un sitio para aprender ajugar tejo. Foto:Miton Díaz
Abierto tres meses antes de la crisis del coronavirus, Tejo la Embajada sobrevivió gracias a domicilios, que incluían cervezas y cojines de lechona.
Pensando en todos los públicos, incluyeron el sándwich de coliflor apanado, para vegetarianos, y el de queso de almendra y champiñones, oferta vegana. Sin embargo, el rey de su menú es su sándwich de chicharrón.
Ya en la sede, a donde suelen llegar grupos (con reserva), porque “nadie juega al tejo solo”, entrada la tarde y en la noche, era necesaria una buena picada que integra las croquetas de morcilla; además de mazorca bañada en salsa de queso Paipa, hay yucas con suero, chicharrón y arepa de choclo.
El sueño es que algún día el tejo sea reconocido como deporte Olímpico. Foto:Milton Díaz. EL TIEMPO
La comida puede consumirse en la barra o en las mesas, pero muchos comen en alguna de las siete canchas, seis de minitejo –más pequeñas que las reglamentarias y bien separadas para ofrecer seguridad en tiempos de covid-19– que tiene La Embajada (@tejolaembajada en Instagram).
Pronto esperan integrar la chicha, en trabajo conjunto con los productores tradicionales, ya que consideran que el lugar es un punto de encuentro para pequeños productores y emprendedores.
En cuanto al tejo, Lozano disfruta darles el tour a todos los grupos. Enseña la barra donde hay cervezas artesanales locales –no solo la suya– y algunas bebidas gaseosas, que preparan en casa. Y lo primero que pregunta cuando un grupo va a pasar a la cancha es si alguien ha jugado tejo antes.
Cervezas de Non Grata. Foto:Cortesía Non Grata
“De cada 10 personas, solo una o dos levantan la mano –cuenta–. Somos el lugar en el que muchos juegan por primera vez. Es un honor ser el primero que les cuenta que el tejo es el deporte nacional de Colombia, no el fútbol ni el ciclismo, y que es una distinción que tiene por ley. Lo jugaban los muiscas hace más de 500 años y sobrevivió hasta ahora. Hay gente que revienta su primera mecha aquí y la guarda”.
Su sueño, ahora que Tejo La Embajada se ha vuelto un destino reconocido en Bogotá, incluso en ferias como la reciente Anato, es liderar una campaña para que algún día nuestro ancestral tejo sea reconocido como deporte olímpico.
Tejo la Embajada. Reservas: https://www.tejolaembajada.com. La hora de juego en una de las canchas tiene un valor de 70.000 pesos, la mitad consumibles.