En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
El Caldero de Sancho: Del vino y del agua
¿Se acuerdan del dicho aquel de “un vaso de agua a nadie se le niega”? Hoy es un chiste.
El agua se ha convertido un tema de conversación en materia de restaurantes. Foto: @WebPhotographeer. Istock Images
Los comienzos de año se prestan para los propósitos, y, aunque rara vez se cumplen, es una buena tradición pensar en algunas cosas que se pueden hacer mejor. En esa dirección, y antes de retomar mis recomendaciones gastronómicas a partir de la próxima columna, he querido llamar la atención sobre un tema que se ha vuelto habitual en las conversaciones sobre restaurantes: el precio del vino y del agua.
Se estima que existen más de 10,000 variedades de uva en todo el mundo, pero solo unas pocas se utilizan comúnmente para la producción de vino. Foto:iStock
Tomar vino se ha vuelto casi imposible en muchos restaurantes por su costo exagerado. Sobre todo si se pide por copas. Elogio y agradezco a aquellos restaurantes que han logrado una muy buena relación calidad / precio en los vinos de la casa; buenos vinos, que nadie pretende para celebraciones reales, y que no exigen un préstamo bancario para beberlos. Se puede. Los conozco, y en este mismo espacio los he señalado. Tristemente, son la excepción.
Sé de muchos comensales que han reservado las faenas culinarias con muy buenos vinos para las comidas de casa. Y recuerdo aquella frase que repetía el genial crítico español Caius Apicius: “Los vinos caros, en casa; fuera de casa, el vino de la casa”.
Pero si el precio de los vinos aterra –y a veces espanta–, qué diremos del precio del agua. ¿Se acuerdan del dicho aquel de “un vaso de agua a nadie se le niega”? Hoy es un chiste. El agua se ha vuelto un lujo, y esto habla muy mal de un mundo en el que hay millones de personas que padecen hambre y que no tienen al agua potable.
Pero más allá de las consideraciones sociales, resulta increíble que el esnobismo lleve a muchos a pedir vasos de agua que valen tanto como las copas de vino, simplemente por una marca que han logrado posicionar como símbolo de exclusividad y de sofisticación.
Claro está que cada quien pide lo que se le antoje y pueda pagar. Lo que resulta inisible es que uno pida un vaso de agua y le lleven una botella de éstas, ya destapada, y lo obliguen a consumirla. En algunos restaurantes al menos se puede elegir entre aguas nacionales y aguas importadas; en otros no existe alternativa: si uno quiere agua, debe pagar botellas de precio exagerado.
Me gusta esa costumbre de tantos restaurantes neoyorquinos y parisinos en los que llevan a la mesa, sin costo alguno, una jarra de agua filtrada… sin necesidad de pedirla. ¡Estamos lejos!