Se llama Barrio y queda en el Prado Veraniego, ese vecindario agitado y popular del norte de Bogotá, en el que se mezclan el comercio, las pequeñas industrias, los vendedores ambulantes y los talleres mecánicos.
Allí, en un simpático local esquinero, dos hermanas -que habían trabajado en la istración y cocinas de reconocidos locales de la ciudad- apostaron por este emprendimiento tan particular como inteligente.
Se lanzaron a finales del año pasado y, de entrada, se convirtieron en la gran novedad gastronómica de la zona. Luego, tuvieron que tragarse el gigantesco sapo de la cuarentena, para, finalmente, reabrir hace un par de meses con su propuesta intacta: cocina asiática callejera -japonesa, coreana y del sudeste-, pero con toques latinos. Sí, ya sé, suena a peligrosa fusión, pero ahí, detrás de esos fogones, hay gente que sabe lo que hace.
Llegué a Barrio porque me recomendaron su domicilio que pedí en tiempos de confinamiento: un arroz chino-peruano (chifudo) muy bien jalado. Más adelante, fui a conocer su propuesta que, la verdad, está sabrosa. Entonces volví para disfrutar aun más de su carta.
Aquí algunas recomendaciones. De sus entradas, los tacos 'nikkei': tortillas de wonton crocante con calamares, pulpo y langostinos en yuzu (cítrico asiático), leche de tigre y mayonesa picante. Un bocado exquisito por el que siempre habría que volver.
Presentada sobre una robata -la parrilla japonesa que va a la mesa- aterriza una brocheta de pulpo mexicano marinado en salsa anticuchera (peruana) y un chimichurri 'thai'. Rico y en su punto de cocción.
Tacos coreanos: tortilla oriental de masa más delgada, con trozos de lomo en salsa bulgogi (la BBQ picante coreana), con kimchie (el también famoso fermentado de col coreano) y aguacate. ¡Bien!
De sus fuertes: un corte de New York Angus sellado a la parrilla y terminado en el 'teppanyaki' con mantequilla de pimienta sichuan y trufa negra. Las papas fritas, además, vienen acompañadas con parmesano y trufa negra (raro, pero bueno).
Sus makis están bien. Recomiendo el 'kabuki roll', con langostinos tempura, cangrejo, cubierto de aguacate y atún.
También tienen una efectiva sopa “del Pescador” con langostinos, calamares, mejillones y pulpo, con tomates tatemados (levemente asados), 'curry massaman' (thailandés) y vegetales.
Y de postre, un maki muy sabroso que aquí le pusieron el nombre Ichigo y que envuelve fresas, banano y crema de avellanas. ¡Tremendo!
En estos tiempos tan jodidos, ofrecer buena comida en zonas comerciales diferentes a las de siempre -donde la inversión no sea desbordada-, no solo es una astuta apuesta sino un acierto responsable. Claro, la cocina debe ser muy atractiva y los precios deben ser asequibles, que es lo que aquí sucede. De ahí su éxito.
Y yo, feliz con este descubrimiento de puro barrio.
Barrio: Calle 128C # 49-06,
Bogotá. Tel: 3212943257.
MAURICIO SILVA GUZMÁN
Editor de Bocas
En Twitter: @msilvaazul