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Elogio de la canasta familiar / El Condimentario

Mucho se ha hablado del tema por estos días, pero, ¿de dónde viene el término?

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La canasta o canasto es un utensilio con una sola asa tejido con fibras naturales, usado para transportar, recolectar o guardar alimentos, entre otros. Son hechas a mano por artesanos, y en ciertas regiones del país es tarea de las mujeres, quienes las tejen con paciencia, maestría y amor. Para algunas comunidades indígenas, es símbolo de sabiduría y conocimiento. Hace parte de nuestras costumbres, pueblos y relatos de país. Son además un objeto decorativo divino.
Siendo un elemento tan bello y de gran relevancia, hablar de la canasta familiar tal y como la define el Banco de la República –“El conjunto de bienes y servicios que son adquiridos de forma habitual, para su sostenimiento, por una familia ‘típica’ en cuanto a su composición (número de integrantes) y con unas condiciones económicas medias”– me parece espectacular. En ella no solo están incluidos los alimentos de primera necesidad, sino también productos y servicios relacionados con la salud, educación, vestuario, transporte, entretenimiento, entre otros. Sus 443 productos que la llenan son la radiografía de las clases medias y bajas colombianas.
Los primeros datos que se conocen sobre su origen son de 1902, en Inglaterra. En Colombia nació en 1954, tenía 198 artículos, entre los que se incluían sombreros, máquinas de coser, el pasaje de ferrocarril, la manteca, los ullucos, los cubios, la maicena, el carbón y hasta la corbata. Si miramos cómo ha cambiado su composición a través de las décadas, podemos entender la evolución como sociedad y conocer los distintos hábitos alimenticios de las familias.
Cereales, legumbres, frutas, verduras, embutidos, condimentos, café, chocolate, a, tubérculos, huevos, leche, pollo, pescados y carne son algunos de los alimentos que hoy la integran.
Un mundo de colores, sabores y saberes. El ADN del colombiano promedio. Materia prima de la mesa de familias y de restaurantes. Productos que en su mayoría son sembrados, cosechados, criados y hechos en el campo colombiano. Dicha canasta alimenta diariamente a la gran mayoría de familias del país, tanto productores como consumidores.
La canasta familiar es sagrada y hay que custodiarla, para garantizar la calidad de vida de los ciudadanos. Es el único recurso que tiene la mayoría de la población, más aún en estos tiempos difíciles que afrontamos. Es el símbolo de estabilidad y dignidad de las clases medias y populares.
Esta protege las poblaciones vulnerables, con menos recursos. Sabemos que hoy el 23 por ciento de los hogares colombianos han tenido que reducir de tres a dos sus comidas diarias y que el 10 por ciento solo tienen para una al día.
Dice el dicho que no hay que poner todos los huevos en la misma canasta, por protección, por eso mismo es tan lamentable que los gobiernos sabiendo eso jueguen con el hambre de la gente, ya que en la canasta familiar reposan todos los insumos básicos para vivir decentemente. Es decir, todos los huevos.
Es deber de todos los colombianos tejer y defender nuestra canasta familiar.
Buen provecho.
-MARGARITA BERNAL
Para EL TIEMPO
En Twitter: @MargaritaBernal

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