Hacía un buen tiempo que no visitaba el restaurante de Doña Elvira, el que lleva su nombre –uno de los más clásicos comederos de Bogotá– y no acababa de levantarme de la mesa, al final de una agradable faena gastronómica, cuando me pregunté por qué no voy más a menudo a este fantástico lugar.
Y convertí mi pregunta en el propósito de ir más a menudo. Al fin y al cabo, siempre he salido dichoso de allí, y he podido disfrutar algunos de los platos clásicos del altiplano cundiboyacense y de la cocina colombiana.
Esta vez comí uno de esos incomparables huesos de marrano: tiernos, abundantes, llenos de sabor.
Ideales para compartir, ojalá luego de unas cuantas entradas, todas muy tentadoras: desde ese magnífico chicharrón carnudo –también lo ofrecen ‘totiao’–, las típicas empanadas bogotanas, los pastelitos de yuca o las rellenas de gallina.
En esta ocasión probé las papitas rellenas –así se llaman, con ese diminutivo que ayuda a que uno pueda darse más gustos y caer en más tentaciones sin tanto remordimiento–, y las disfruté mucho.
Llevan carne y huevo en un guiso sencillo y sabroso, y quedan en el punto justo. Un poco de picante de la casa les cae muy bien.
Más que un restaurante, Doña Elvira es una institución bogotana con 83 años a cuestas. Uno de esos templos que todos los que vivimos en esta ciudad deberíamos conocer y visitar de manera religiosa.
La oferta gastronómica es tan amplia que algunas de las especialidades tienen día propio. Por ejemplo, el mute de los miércoles, el cocido boyacense de los jueves, el cordero al horno de los viernes, el puchero del sábado y el cuchuco de trigo con espinazo de los domingos… ese cuchuco que, por cierto, es uno de los grandes aportes colombianos a la gastronomía mundial: y lo digo en serio. Si alguna duda les cabe, no dejen de probarlo.
Y como Doña Elvira sabe que con frecuencia sus comensales se antojan de todo, existe la posibilidad de pedir platos combinados –sobrebarriga a la plancha y chuleta de cerdo al horno, por ejemplo– o de llevar al centro de la mesa una bandeja criolla y probar un poco de casi todo.
Ay, doña Elvira, cada vez se come mejor en su restaurante. No demoro en volver.
¿Dónde?
Doña Elvira, calle 50 n.° 20-26, Bogotá. Teléfono 2358275.
SACHO
Crítico gastronómico
elcalderodesancho
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