La Real Academia Española de la Lengua define generosamente como ‘paparazi’ a una “persona que hace fotografías, especialmente, como actividad profesional”, pero, en la realidad, ellos son y han sido blanco de agresiones de todo tipo y de los peores calificativos en todos los idiomas del mundo desde hace casi un siglo. ‘Sanguijuelas’, ‘ratas’, ‘buitres’ y ‘aves de rapiña’ son algunos de los adjetivos más amables proferidos en su contra.
También son famosas agresiones físicas, como el derechazo que Marlon Brando le propinó en 1973 a Ronald Galella (1931-2022), considerado por algunos como padre de los paparazis, y que le causó la fractura de la mandíbula inferior y le tumbó seis dientes al fotógrafo estadounidense.
Son igualmente conocidos los ataques personales como el que verbalizó la cantante Britney Spears al llamar “gordo basura” a un paparazi que trataba de fotografiarla al lado de sus hijos en 2008.
También son célebres las demandas o las palabras de grueso calibre proferidas contra ellos, como las que Gerald Piqué, el central del Barcelona y padre de los hijos de Shakira, lanzó contra el reportero de espectáculos Jordi Martin en junio de este año.
“Me lanzó el teléfono al suelo y me dijo varios insultos que fueron bastantes desagradables”, dijo el agredido a la prensa española, que no publicó los improperios de Piqué por respeto con los lectores.
No cualquiera puede serlo, como tampoco cualquiera puede ser un médico dentista o conductor de bus. Es preciso tener el tacto, la intención, la tecnología, el arte y, sobre todo, el ojo
Es igualmente conocido el malestar que los paparazis despiertan entre algunos reporteros gráficos que no los consideran como parte de su grupo, porque argumentan, entre otras cosas, que les interesa, sobre todo, que la víctima de su foto se encuentre en una situación comprometida para poder vender la instantánea al mejor postor. “De cierta manera son mercaderes sin principios, pero eso no les quita el valor artístico cuando su trabajo es de calidad”, dice a EL TIEMPO el fotógrafo brasileño independiente Newton Nunes.
Para otros, “las fotos de los paparazis no se diferencian en nada de las que pueden lograr las manos inexpertas de un niño de tres años. No hay arte, no hay enfoque, no hay sensibilidad; lo que importa es el momento de flaqueza. Los paparazis son profesionalmente muy pobres”, dijo a este diario en 2008 Javier Moya, reportero gráfico y documentalista colombiano radicado en Berlín.
Los reporteros gráficos son periodistas que buscan documentar un hecho, denunciar y destapar verdades, pero, en cambio, los paparazis solo desean desmitificar a los famosos y exponerlos como seres comunes y corrientes que también cometen errores, argumentan otros.
Relación tóxica
Durante décadas, los paparazis y los famosos han tenido una relación de odio y amor y han mantenido un vínculo hasta cierto punto tóxico, pero, “curiosamente, dependen los unos de los otros, hasta hoy”, afirma Nunes.
Los paparazis, en su opinión, “han sido ángeles y demonios, genios y delincuentes, seres odiados y irados, perseguidos y polemizados, pero, indiscutiblemente, son los personajes que han marcado la historia de la fotografía mundial durante casi un siglo. Son los fisgones más longevos de la historia”.
“Son fotógrafos profesionales que centran su idea o finalidad en perseguir, de forma constante, a personas con fama o fortuna para captarlas en momentos especiales, en fotografías que luego venden por grandes sumas de dinero a agencias especializadas”, dice a EL TIEMPO desde su estudio en Miami la respetada fotógrafa y exmodelo internacional colombiana Dora Franco.
Para ella, que ha fotografiado a famosos como a la actriz sa Catherine Deneuve, la modelo Nahomi Campell, el cantante Julio Iglesias, el actor Franco Nero, la actriz, cantante, modelo y empresaria Paris Hilton y a colombianos como Juanes, Margarita Rosa de Francisco, Isabella Santodomingo y otros, el de los paparazis “ha sido un fenómeno maravilloso que está al servicio de la noticia y es positivo porque cuenta con agilidad y destreza” la realidad de los famosos.
Resalta, por ejemplo, que el paparazi norteamericano Ronald Galella —un grande de la fotografía, en su opinión—, que falleció a los 91 años en mayo pasado, dejó “un maravilloso legado informativo de su época, que vale hoy millones de dólares” y que “las fotos que le hizo a Jackie Onasis son maravillosas, icónicas” e irrepetibles.
Galella también se hizo famoso por instantáneas ‘robadas’ a Elizabeth Taylor, Mick Jagger, Sofía Loren, Julio Iglesias y Penélope Cruz, entre otras.
Los cambios
Pero la vida es una marioneta del tiempo y todo va cambiando en la medida en que los años pasan. Nunes reconoce que la tecnología, especialmente los celulares en manos de millones de personas, y las leyes cada vez más restrictivas en Estados Unidos y Europa, que penalizan la invasión a la propiedad privada y a la intimidad de las personas, entre otras cosas, han trasformado el trabajo y a los paparazis.
“Los novatos han terminado por desfigurar más el oficio por su descomunal ambición monetaria y, de cierta forma, lo han pervertido”, se queja.
Pero Dora Franco considera que la tecnología ha mejorado el ejercicio de los paparazis, porque en la actualidad “tenemos cámaras maravillosas que, al ser programadas, trasmiten la imagen directamente a las agencias y revistas sin necesidad de mandarlas por otro medio”. Además, destaca que un paparazi no se hace con sólo chasquear los dedos. “No cualquiera puede serlo, como tampoco cualquiera puede ser un médico dentista o conductor de bus. Es preciso tener el tacto, la intención, la tecnología, el arte y, sobre todo, el ojo para realizar cualquier trabajo fotográfico” de calidad. Pero, la historia del ‘fenómeno paparazi’ ha cambiado desde mediados de este siglo y ahora son ellos los que hacen las demandas porque, con la proliferación de las redes sociales, algunos famosos están utilizando sus instantáneas en las redes sin pagar derechos de autor, según denuncias.
Por eso, Neel Chatterjee, abogado estadounidense que se especializa en casos de propiedad intelectual de alto perfil, le dijo una vez a la 'BBC' que las redes sociales provocaron una “enorme complejidad” en el campo de los derechos de autor porque los retuiteos, por ejemplo, reproducen y multiplican una imagen con gran rapidez y más allá del control del dueño de los derechos sobre la misma.
Las agencias de fotografía en Europa y Estados Unidos han entablado demandas millonarias por pérdidas de ganancias al considerar “injusto” que los famosos, especialmente aquellos que reciben hasta un millón de dólares por promocionar en plataformas como Instagram, reproduzcan las imágenes a sus millones de seguidores sin pagar ni un centavo.
Khloé Kardashian, socialité, empresaria y presentadora de televisión estadounidense, fue una de las primeras en ser demandada por publicar, sin autorización y sin crédito, en esa plataforma, una fotografía suya en un restaurante de Miami tomada por un paparazi.
La agencia Xposure Photos, con sede en el Reino Unido, pidió US $ 175.000 dólares, argumentando que la imagen fue vendida con exclusividad al periódico británico 'The Daily Mail'.
La historia
La creación del término ‘paparazi’ es atribuida al director de cine italiano Federico Fellini en 'La Dolce Vita', una película lanzada en 1960, que él escribió y dirigió y en la que se narra la vida de Marcelo Rubini, un desencantado cronista que recorre las calles de Roma en busca de celebridades y que, para conseguir la chiva noticiosa sobre una diva del cine (Sylvia), empieza a perseguirla secundado por un fotógrafo de apellido Paparazzo, del que dicen que salió el plural ‘paparazzi’ (en italiano).
No obstante, casi 40 años antes de la creación del término, el abogado alemán de origen judío, Erich Salomón (1886-1944), ya había dado los primeros pasos como paparazi al publicar en el Berliner Ilustrierte, en 1928, su primera fotografía, en donde mostraba la imagen de un acusado en juicio, que obtuvo con una cámara oculta en un maletín, pese a la prohibición alemana de realizar fotos en los tribunales.
Salomón nunca se interesó por personajes de la farándula, sino de la política. Jamás respetó las leyes que ya se habían diseñado para los reporteros gráficos en 1904, como acreditarse, pedir permiso para fotografiar o responsabilizarse de las fotos con su nombre, pero con su proceder de fotógrafo clandestino dio los primeros pasos de lo que se llamaría después el ‘fenómeno paparazi’, según expertos.
Reconstruir esa historia, por lo tanto, fue toda una proeza que logró la prestigiosa Galería Helmut Newton de Berlín en 2008. Realizó una exposición sobre el tema y, a través de 350 fotografías, buscó mostrar el trabajo de reconocidos paparazis en más de medio siglo. La exposición, considerada polémica y de avanzada, desmontó el aura mítica de muchos famosos y los aterrizó en su cotidianidad. Se expusieron trabajos del francés Jean Pigozzi (1952), también diseñador y heredero del CEO de la marca de automóviles Simca; del alemán Erich Salomón (1886-1944) y del polaco Arthur Weegee (1899-1968). Igualmente, del estadounidense Ronald Galella, del francés Daniel Angeli (1943) y del italiano Tazio Secchiaroli, fundador de la Agencia Roma Press Photo (1925-1998). Todos esos paparazis fueron responsables de algunas de las fotografías no autorizadas más famosas del mundo de las décadas del sesenta y setenta del siglo XX, cuando el fenómeno del que hicieron parte pasaba por su cuarto de hora.
Ellos le entregaron al mundo, por ejemplo, la desnudez de la actriz Romy Schneider, el coqueteo de Sofía Loren con un hombre diferente a Carlo Ponti en Cannes, la imagen de Elizabeth Taylor retocándose el maquillaje y la de Sean Penn lanzando un puñetazo contra uno de ellos.
También irrepetibles instantáneas de Alain Delon, el príncipe Carlos, Mick Jagger, Woody Allen, Grace Kelly, Brigitte Bardot y Marlene Dietrich en fiestas, en la calle o en la playa.
Algunos vaticinan que los paparazis ya no existen, que murieron aplastados por la tecnología. Pero Dora Franco estima que siguen existiendo grandes paparazis en todas partes del mundo, que su trabajo se ha fortalecido con la nueva tecnología, que continúa vivo y que siempre hará historia porque “captura la realidad escueta del momento, sin maquillaje, y, por tanto, muy valiosa” al ser irrepetible.
GLORIA HELENA REY
Para El Tiempo
@GloriaHelenaRey
Otras noticias de Cultura