Los Tigres del Norte son la banda insignia para la comunidad mexicana en la diáspora. En este momento en el que la música regional mexicana y los corridos se toman todas las listas de música, no hay que olvidar que esta banda, fundada en Sinaloa, México, es la que alcanzó ventas de 32 millones de álbumes antes de Spotify y de las redes sociales. Además, llevan casi seis décadas tocando, han ganado 7 premios Grammy y 12 Grammy Latinos. Se estarán presentando en el Movistar Arena de Bogotá, con dos fechas sold out, el 21 y 23 de septiembre. Antes de sus presentaciones, charlamos con ellos:
Ustedes son los ‘papás’ de un género que arrancó hace muchos años y ahora es número uno, conocidos como corridos. ¿Por qué creen que este género ha crecido tanto?
Las historias que cantamos son reales, historias del pueblo. Son canciones que cuentan historias de la vida diaria, de hechos verdaderos. La gente se identifica tanto en nuestra república mexicana como en otros países. Las historias que hemos cantado tienen mucha fuerza y un significado muy importante para el público.
¿Eso explica su éxito?
Es una de las grandes virtudes de estar conectados con el público y hacer las historias que hemos hecho desde los inicios. Son historias que se cantan y que se viven. Hemos hecho temas que han trascendido y que tenemos la dicha de cantar cada vez que tenemos la oportunidad, son canciones que nos piden y que tienen una fuerza increíble cuando se cantan.
¿Qué hace diferente a los Tigres del Norte?
Somos como los iniciadores de este movimiento que se hizo en los años setenta, ochenta, noventa. Ahora, en el 2023, de repente surge todo esto con diferentes artistas. Seguimos en nuestra área, otros compañeros, en su área, haciendo otras historias, y se llega a conjugar esto que brota y que se vuelve un fenómeno. Nos emociona lo que está pasando porque eso es lo que se busca: que haya un crecimiento y que las nuevas generaciones vayan conociendo las distintas realidades. Nosotros seguimos con lo clásico, con las historias verdaderas, las que el público quiere escuchar.
Somos conscientes de que ha sido un trabajo de muchos años y que hemos sido pioneros de esta música, no solamente para interpretarla, sino también para llevarla a diferentes países
Han sido testigos y protagonistas de las duras vidas de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. ¿Son conscientes de que el trabajo de ustedes es lo que ha hecho que esta primera generación de nacidos en Estados Unidos quiera seguir hablando de esto?
Somos conscientes de que ha sido un trabajo de muchos años y que hemos sido pioneros de esta música, no solamente para interpretarla, sino también para llevarla a diferentes países. Nosotros, por ejemplo, tenemos más de 30 años de estar yendo a Colombia y a otros países, pero, sobre todo, en un país como Colombia, que se identifica tanto con las historias, porque creo que al final de cuentas vivimos las mismas realidades, las mismas problemáticas. Como bien lo dijiste, hay una nueva generación o la primera generación de artistas del género acá en Estados Unidos y son los que ahora se están proyectando. Pero la realidad es que hay un gran espacio entre esta generación y la de nosotros.
¿Por qué?
Porque como las familias mexicanas estamos tan arraigadas a nuestra cultura, queremos que nuestros hijos sigan apegados a esa realidad y a esas vivencias que tenemos en nuestros países de origen, pero les cuesta trabajo adaptarse a una sociedad en Estados Unidos.
Entonces, ¿qué sucede?
Que surgen estas formas de expresarse a través de la música, a través de sus letras, a través de cómo se conducen en la sociedad en este país. Nosotros también nos radicamos en Estados Unidos y conocemos de raíz la situación y cómo las nuevas generaciones se comportan en este país, las nuevas generaciones de mexicoamericanos. Pero también, que tienen muchas ganas de conocer y saber de dónde vienen.
También tienen una forma de expresión válida...
Es muy bonito que se expresen y que hablen de lo que sienten. Nosotros llevamos una línea en la que hablamos de la realidad porque nos tocó vivirla. Esas situaciones de cómo llegar acá, con todo lo que se vive, todo lo que se sufre para estar en un país como Estados Unidos y cumplir el sueño americano, a diferencia de los que ya están acá y están viviendo otro tipo de problemas. Al final de cuentas, va a haber un momento en el que las ideologías van a coincidir, y la música y las letras van a crecer.
Nunca hemos perdido nuestras costumbres. Nunca hemos cambiado nuestra forma de pensar por la forma en la que se vive en Estados Unidos
Llevan años viviendo en Estados Unidos. ¿Cómo se han mantenido tan mexicanos?
La autenticidad de las raíces de nosotros es muy profunda. Nacimos allá y a los once, doce años, nos vinimos a Estados Unidos, pero nuestras raíces están allí. Nunca hemos perdido nuestras costumbres. Nunca hemos cambiado nuestra forma de pensar por la forma en la que se vive en Estados Unidos. Cuando llegamos a este país no había celebraciones de fiestas patrias mexicanas ni la aceptación que existe hoy. Queremos nuestra bandera, la respetamos; añoramos nuestra tierra cuando estamos lejos de ella.
Y es la ironía de estar tan lejos, estando a pasitos...
¡Claro! Porque vivimos en un país tan cerca, pero al mismo tiempo tan lejos. Entonces, eso hace que crezca el sentimiento, que crezcan las raíces. Y después te vas acostumbrando. En el caso de nosotros, que viajamos tanto, vamos sintiendo esos valores latinoamericanos. Colombia, Argentina, Chile, Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, todos los países que recorremos nos tocan. De repente vamos a las festividades de equis país y vemos cómo celebran y cómo se emocionan.
Sus conciertos deben estar llenos de anécdotas…
¡Sí! Hace unos días, por ejemplo, estábamos en un pueblo que se llama Comitán, en el estado de Chiapas. En la feria del pueblo había un niño a unas 15 filas del escenario. Su mamá lo traía de la mano. Estuvo siempre cantando nuestras canciones, pero cuando empezamos a cantar Camelia, la texana este niño, que tenía unos diez años, se acerca al escenario en brazos de la mamá y empieza a llorar cantando la canción. Esas son las anécdotas que nos llenan de emoción, que nos hablan de la identificación que las nuevas generaciones tienen con nuestras canciones. Esa canción en particular se grabó en 1972 y que un niño de nueve años la sienta, la viva, es una emoción grande
¿Y qué les genera todo esto?
Primero te da un sentimiento de emoción y después te concientizas de un compromiso y una responsabilidad con esas nuevas generaciones que, de alguna manera, nos ven como un ejemplo. Y eso hace que tu compromiso crezca para con ellos, el compromiso de llevarles un buen mensaje, de representar lo que somos de una manera digna y de seguir tratando de hacer cosas que puedan ayudar a la comunidad, no solamente a través de las canciones, sino a través de otras actividades.
ÚRSULA LEVY
PARA EL TIEMPO
@Uschilevy