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Ferrari: ¿cómo nació el mito del todopoderoso Cavallino Rampante?
La película de Michael Mann revive al carismático creador de los autos más famosos del planeta.
Película Ferrari, del director Michael Mann Foto: Diamond Films
Los fanáticos de Ferrari tienen que ver esta película, para bien o para mal (no faltará el furioso tifosi que encuentre errores e inconsistencias), pero sin duda es una tarea obligatoria para todo ‘ferrarista’, no solo para disfrutar de la visión y el rugido de los bólidos de los años 50, sino para conocer la historia de su santo patrón, Enzo Ferrari, el ingeniero y piloto de carreras que convirtió la Fórmula Uno y los autos deportivos en una religión en la que el ícono del Cavallino Rampante, su precioso caballo negro sobre un rabioso fondo amarillo, tiene tanta fuerza como un crucifijo o una estampa de la Virgen bendecida por el Papa.
En el filme, el Commendatore –como le decían a Enzo Ferrari (interpretado por Adam Driver)– es retratado en sus aspectos más íntimos y solitarios. Nunca aparece rodeado de tuercas. Nunca hay escenas épicas en el taller o en los boxes; solo hay un instante de ingeniería pura en el que le explica a su hijo cómo funciona un motor en los planos que tiene sobre la mesa. El filme se concentra en mostrar a un hombre que construyó un imperio con su esposa, Laura (Penélope Cruz), y la traiciona sin piedad –en un pueblo donde todos se conocen– con su amante, y un hijo encantador que no puede llevar su apellido. La película, en la parte deportiva, se centra más en las tragedias de las carreras –hay dos accidentes escalofriantes– que en la gloria de Ferrari. Y ese es su encanto: es el origen del mito y del imperio.
Más allá del drama familiar y de la gran actuación de Cruz y Driver, la película también tiene unas dosis increíbles de espectáculo visual; no en vano, su director es el magnífico Michael Mann, autor de filmes de culto como Heat (con Robert De Niro y Al Pacino), Colateral (con un peligroso Tom Cruise) o El ladrón (con Michael Caine). Los dos grandes accidentes de la película pueden ser parte de una antología de momentos aterradores en el cine. Y los carros... los carros merecen un párrafo aparte.
Pelicula Ferrari, de Michael Mann Foto:Diamond Films
El Alfa Romeo Giullieta Spider que lleva a Laura por las calles de Módena es un absoluto objeto del deseo. Hay un Ferrari 335S que se lleva un rey que solo produce abrir la boca y babear; el Masserati 450S, contra el que compiten los Ferrari, es otra obra de arte. Porque finalmente, en la película, queda claro que los autos italianos son más cercanos a las esculturas del Renacimiento que a unas máquinas cuadradas para cubrir una distancia; son piezas de museo.
Además de Laura y su marido infiel, hay otros personajes que brillan en la película, pero tal vez el más notable sea Alfonso de Portago, un noble español, descendiente de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que persigue a Ferrari hasta el cansancio hasta que se gana una plaza de piloto en el equipo. En su figura queda atrapado todo el romanticismo de las carreras. Tenía una novia preciosa, Linda Christian, una actriz mexicana, exesposa de Tyrone Power, que fue la primera chica Bond y dejó un papel memorable en el Tarzán de Johnny Weissmüller. Linda acompaña a De Portago durante toda la película y recrean un beso que es uno de los más famosos de la historia del automovilismo.
Película Ferrari, del director Michael Mann Foto:Diamond Films
El otro gran personaje, por su presencia omnipotente, es Il Avvocato, Gianni Agnelli, el todopoderoso dueño de la Fiat. En el momento de la película, la quiebra de Ferrari es inminente y solo la astucia de Laura y Enzo logra salvar a la compañía. Las conversaciones entre Il Commendatore e Il Avvocato y la trama empresarial alrededor resultan magistrales; es imposible no sonreír, ¡engañar a un magnate no es cosa de todos los días! Agnelli solo aparece unos minutos, pero logra la apariencia imperial del verdadero Avvocato con su sello de estilo: el reloj por encima de la manga de la camisa.
Ferrari es la historia de unos pueblerinos geniales (hay una escena en una misa en la que queda claro). Y Michael Mann, una vez más, ha hecho una película para ver una y otra vez, no solo por su belleza visual, sino porque ahora es parte de una religión. Driver logra uno de sus grandes papeles: la impasibilidad de Enzo ante los obstáculos es absolutamente creíble en su cara. Y es una pena que no hayan nominado a Penélope Cruz al Óscar.
¿Qué dicen los actores y el director de ‘Ferrari’?
Adam Driver (Enzo Ferrari)
A Michael Mann le interesa mucho el mundo interior. El 90 por ciento de sus comentarios son sobre la psiquis del personaje (...). Esta podría haber sido una película llena de carros a toda velocidad, pero en sus películas Michael jamás sacrifica su integridad por el espectáculo. Michael les da espacio a sus actores y es lo suficientemente inteligente para no controlarlos. Hay entendimiento, respeto, sabe cuándo dar indicaciones para que se abran y cuándo ser invisible.
La primera vez que vemos a Laura, está apuntándole con un arma a Enzo. Nos presentan a un personaje que, al parecer, no tiene mucho que perder porque ya perdió lo que más amaba.
Cuando leí esa escena que presentaba a mi personaje, tuve mucho miedo. No sabía cómo íbamos a transmitirla de manera creíble. Michael tenía razón cuando me dijo: “No pienso cambiar esa escena. La haré así y quedará bien”. Para interpretarla me pregunté: “¿Quién es esta persona nueva, a la que tengo que intentar entender lo mejor pueda?”. Cuando logras entender al personaje, terminas queriéndolo. Por supuesto que sientes paranoia, dudas e inseguridades.
Michael Mann (director y productor)
No me gusta ser un observador más, me gusta involucrarme y transpórtame. No se trata solamente de cómo se ven los lugares, los muebles, el vestuario o las calles; todos esos detalles son muy importantes, pero lo es también la actitud propia de la época, la psicología o la falta de ella. Sumergirse a fondo e intentar recrear una realidad cultural y psicológica específica. ¿Cómo es un matrimonio específico, en la Módena burguesa y provinciana de 1957? ¿Y las estructuras de autoridad? Porque Enzo era irreverente. Él cuestiona la autoridad y abre su propio camino. Diferente es si el personaje ejerce su libre albedrío, sin estructuras de autoridad ni figuras a las cuales oponerse.