'Pedro el escamoso 2': 'Como todo colombiche, aunque feo se siente con ínfulas de seductor' / El otro lado, columna de Ómar Rincón

El crítico de televisión habla de la nueva serie que está en Disney+. "Pedro y sus amigos salvan todo, llevan a que uno aguante y resista a los gomelos jovenzuelos y sus insulsos caracteres", dice.

Omar Rincon, El otro lado' Foto: César Sánchez Carreño

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ómar rincón

29.07.2024 19:45 Actualizado: 29.07.2024 19:57

PERIODISTA CULTURAL29.07.2024 19:45 Actualizado: 29.07.2024 19:57

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Pedro el escamoso volvió 20 años después para demostrar que en Colombia todo cambia para nada cambiar. Pedro sigue siendo el centro de la emoción y el cariño, se impone la nostalgia y lo nuevo es muy olvidable.

Vuelve fracasado (¡muy colombiano!) pero no lo confiesa (¡más colombiche!), sino que se inventa historias de éxito (¡la historia de todas nuestras familias!).

Pedro en su versión 2 representa, otra vez, al machito colombiche: escamoso, echado para delante, dicharachero, gozón, amiguero y seductor. Lo que no tiene de belleza, lo resuelve con el humor y alegría. Y esto, aunque pareciera muy anacrónico, no lo es, porque él es el colombiano que abunda.

Como todo colombiche, aunque feo se siente con ínfulas de seductor, por eso su filosofía es la alegría, la amistad, la mamadera de gallo y la bondad de sentimientos. Y en esas actitudes es donde nos sentimos más de aquí.

La historia mantiene el tono popular con los personajes del barrio como el maravilloso gay enamorado, la buenona obsesiva con Pedro, el amigo bueno para nada. Y la muy creíble y tierna nueva enamorada de Pedro, Fernanda (Ana María Trujillo).

La pareja entre el popular Pedro y el gomelo pedrito es cómica. Uno se divierte porque muestra como en nuestra sociedad, casi todos, tenemos un poco de pudor por el padre: los vemos anacrónicos y como que exhiben en público nuestros pecados de gusto y estilo. Esta relación de padre e hijo nos hace reír, emociona y es casi entrañable.

Pedro, sus dichos, sus modos de seducción popular encantan y sigue sacando sonrisas. Y todo porque su libretista sigue siendo el mismo Luis Felipe Salamanca y la producción del mismo Dago García. En ese sentido mantiene el espíritu, las situaciones, los modos del lenguaje, lo popular, el estilo.

¿Qué cambió?

El galán, o sea Pedrito (Carlos Torres), perdió lo popular y le salió el modo gomelo. Se ve raro. Pero lo más extraño es la empleada del hogar de Pedrito: una chica rubia, bella, sexi, vestida como en tierra caliente.

El lugar de trabajo es una oficina elegante, luce bien. Pero como Pedro dice: todas las mujeres jóvenes se ven igualitas, como clonadas. Toda una pesadilla de mucha piel y exceso de deseo sexual. Y todas muy malas actrices que parece que resuelven sus personajes mostrando seducción.

Los impactos de que sea una producción internacional de plataforma se notan en que siempre hay que vender a las mujeres como carne sexual; hay un exceso en jefes al tener 9 o 10 productores, 3 directores, 1 showrunner; un deseo de anular lo popular y premiar lo pop Miami. El resultado: Todo es excesivo, transparente, higiénico, sexualito y arribismo new money.

Lo potente de la obra es que la historia, sus situaciones, los personajes populares, los modos tiernos y dicharacheros de Pedro y sus amigos salvan todo, llevan a que uno aguante y resista a los gomelos jovenzuelos y sus insulsos caracteres. Pedro es gozosamente muy colombiano.

ÓMAR RINCÓN

Crítico de televisión

[email protected]

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