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'Oxígeno', la impactante película de Netflix que corta la respiración
La cinta sa ha causado revuelo por su mezcla de terror, ciencia ficción y drama.
En Oxígeno la actriz Mélanie Laurent logra un dramático y aterrador papel. Foto: Netflix
Oxígeno, la nueva película del realizador francés Alexandre Aja, te deja sin aliento. La angustia de la protagonista traspasa la pantalla en un universo que se mueve entre la claustrofobia, el terror y la ciencia ficción y el espectador entra en una experiencia opresiva y visualmente hipnótica.
Aja, famoso por terrores más terrenales y sangrientos como la grandiosa Alta tensión o El despertar del diablo, y que también ha caído en las garras de las emociones más básicas y predecibles como una nueva versión de Piraña o la historia de cocodrilos aterradores con estética muy digital en Crawl, nos recuerda que, más allá de algunos altibajos, posiblemente en busca de un mayor impacto comercial, es un director muy meticuloso y bueno incomodando al espectador.
Netflix se ha quedado con un éxito realmente poderoso al darle la mano para llevar a buen puerto su nueva aventura (y quizá la más profunda de su carrera): Oxígeno.
La película ha sido elogiada (y con razón) por tener una trama arriesgada en la que un solo personaje carga casi todo el peso de la historia sobre sus hombros en un contexto futurista.
El director francés marca su gran control en el terror psicológico, pero le mezcla las dosis justas de drama. Todo gira en torno a una mujer que aparece en una cámara de conservación vital con la alerta de que está perdiendo el oxígeno.
Atrapada, en una postura terrorífica entre cables, tableros de control y una voz de inteligencia artificial que le informa de su crítica situación, Oxígeno le da paso al excelente trabajo actoral de Mélanie Laurent (la inolvidable dueña del cine que finalmente arde en Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino). En este filme asume el protagonismo con un travesía actoral impactante y demandante tanto física como psicológicamente.
Melanie Laurent Foto:archivo EL TIEMPO
El aire se acaba poco a poco, la sensación de desesperación se traslada al espectador. Laurent es verosímil y nada excesiva en su afán por sobrevivir y entender por qué diablos terminó está en esa situación.
“Es interesante porque no es frecuente que experimentemos algo al mismo tiempo entre un director y una actriz. Pero con este guion, que Alexandre pudo explorar durante mucho tiempo, le dio la oportunidad de fantasear. A mí me pasó lo mismo. Me enamoré por completo del personaje, que es hermoso, fuerte, conmovedor y humano. Estábamos muy conmovidos por ella y teníamos una sonrisa casi dichosa, como cuando hablamos de alguien a quien amamos. Queríamos protegerla y hacerla lo más fuerte, normal, débil y humana posible”, recordaba Laurent en una entrevista con la revista digital Deadline.com.
En Oxígeno la actriz Mélanie Laurent logra un dramático y aterrador papel. Foto:Netflix
Como audiencia, uno también quiere el bienestar de la protagonista, pero también entender qué hace una mujer dentro de una cápsula que podría hacer las veces de un ataúd limpio, luminoso y con toda la parafernalia para un juego de vida o muerte.
Y, claro, poco a poco algunos detalles se van revelando, se plantean giros que llevan a explicaciones que tienden a salirse de control hasta estallar en un conflicto más denso, mientras la protagonista pasa rápidamente del horror a la psicosis, la rabia y la fuerza de voluntad para tratar de vivir.
El trabajo de cámara y montaje es impecable (a pesar de las exigentes condiciones del contexto), y el ritmo no se pierde en ningún momento.
La actriz sa experimenta la rabia, el dolor y el miedo mientras trata de entender lo que le sucede. Foto:Netflix
Quienes han visto películas como Enterrado (con Ryan Reynolds) o Locke, que mostraba a un Tom Hardy conduciendo en una carretera y recibiendo llamadas telefónicas en las que su vida se iba quebrando en pedazos, van a entender el formato por el que apuesta Oxígeno.
Aunque da saltos mortales para darle otro aire a su alma claustrofóbica, la producción de Aja no se derrumba y hasta tiene tiempo para reflexiones acerca de la vida, la manipulación y el poder de los recuerdos, a pesar de que los medidores siempre están recordándole al espectador que esa vida se apaga, se desinfla.
En realidad, esta efectiva y emocional aventura funciona porque, aunque suene extraño, no se encierra en esquemas del cine opresivo y es capaz de disparar su tensión a un contexto más amplio, siendo inversamente proporcional a su aterradora metáfora del confinamiento.
Para Alexandre Aja, la idea de asfixiar a sus espectadores vino desde que vio en su niñez la película El resplandor, de Stanley Kubrick. Le impactó un Jack Nicholson desquiciado en un hotel solo y gigantesco, pero que revelaba una extraña sensación de aislamiento, lo que, según contó, le generó una opresión en el pecho y sobresaltos. Algo parecido sucede con Oxígeno.