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El director de 'El juego del calamar' habla del fenómeno de Netflix
Hwang Dong-hyuk habló con EL TIEMPO. Dice que la serie no es para niños.
El juego del calamar fue escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk Foto: Netflix
“Vivimos en una sociedad muy competitiva y creamos este sistema de vida que tiene que ajustarse, transformarse y a la vez criticarse”, dice en un tono muy serio Hwang Dong-hyuk, el guionista y director de la serie El juego del calamar, una producción que se ha convertido en un fenómeno y sigue liderando las listas de lo más visto de Netflix, con 111 millones de visualizaciones en solo cuatro semanas desde su estreno, según datos de la propia plataforma de streaming.
Donk-hyuk tiene el cabello corto, unas gafas delgadas y un rostro amable. Su reflexión, expuesta en una charla en la que participó EL TIEMPO, hace referencia a un mundo que cada día carece más de empatía y solidaridad y que encaja muy bien en la trama de esa carrera mortal que asume un grupo de personas que parecen haber tocado fondo y encaran la violencia y la brutalidad tratando de cambiar sus vidas.
El director de la serie (izquierda) en una escena de la producción. Foto:Netflix
“Realmente necesitamos empezar a confiar los unos en los otros. Vivimos en una sociedad muy desafiante, en la que pareciera que siempre necesitamos ganarles a los demás”, recalca.
Mucho se ha dicho acerca de El juego del calamar: que es la serie más violenta de Netflix, que es un juego adictivo de acción, con altas dosis de misoginia y copia de otras producciones que la precedieron, como las películas japonesas Battle Royale o As the Gods Will. Pero la producción coreana va más allá. Es sangrienta, divertida y alucinante.
Además, no teme convertir en una pesadilla colorida la experiencia de Gi-hun, un perdedor nato que al tocar fondo se mete en esa extraña competencia por dinero y en la que cada etapa se asesina a quienes no cumplen los retos.
El impacto del covid puede que haya influenciado en la recepción de la serie
Fue escrita hace más de diez años y aunque tiene similitudes con las producciones con las que se compara, su apuesta (visual, especialmente) es innovadora y, a pesar de llevar casi dos semanas desde su estreno, sigue sonando en las conversaciones, los debates y hasta los juegos y dinámicas de quienes la han visto. Hasta ahora, sigue entre lo más visto en Colombia y ha ocupado el primer lugar en más de 90 países haciendo palidecer a otros éxitos de Netflix como Bridgerton, Lupin, La casa de papel y hasta Stranger Things.
Foto:Netflix
Además, conecta con el éxito creciente de productos creados en Corea del Sur que explotaron su éxito en mercados internacionales.
Diez años antes esta historia podría haberse considerado algo ridícula, surreal o extraña, pero ahora lo inquietante es que El juego del calamar podría pasar en algunos años.
“El Gangnam Style fue un éxito musical que lideró las listas de éxitos en de muchos países; BTS actualmente tiene una popularidad muy importante y la película Parásitos ganó el Óscar. Entonces, la cultura pop coreana está recibiendo mucho cariño en todo el mundo. Ahora los coreanos son muy sensibles a lo que pasa fuera de su territorio. Cuando nos concentrábamos en nosotros mismos, nada de esto sucedía, pero cuando miramos hacia afuera de la península, la industria del entretenimiento empezó a exportarse. Y en términos culturales, ahora pensamos en la popularidad de nuestros productos en el mercado global”, dice Hwang Dong-hyuk.
“Desde el 2009 comencé a escribir el guion y luego traté muchas veces de llevarlo a la pantalla. No fue fácil, me esforcé mucho y trataba todo el tiempo de no perder la esperanza de que se pudiera convertir en una serie para todo el mundo”, recuerda el director.
“Hubo ciclos en que quería alejarme de ese guion y esperar a que tuviera el momento perfecto para salir y, en realidad, si pasó más de una década para que sucediera, era porque esta era la época para que se viera”, reconoció.
“En medio de ese paréntesis me dediqué a otros proyectos” (como Silenced, un drama de casos de abuso sexual en una es cuela para niños con deficiencias auditivas), explicó. Pero la historia que lo haría famoso regresaba cada tanto pidiendo atención.
“Hasta que supe que este era el momento (…). Diez años antes esta historia podría haberse considerado algo ridícula, surreal o extraña, pero ahora lo inquietante es que El juego del calamar podría pasar en algunos años”.
“Estamos viviendo una época de mucha polarización y en la que la gente con dinero aumentó su fortuna con cosas como la pandemia global que, aunque no está ligada a la serie, refuerza su mensaje”, reconoce sonriendo el director y guionista, revelando la falta de un molar, de los seis dientes que perdió, mientras filmaba la serie por culpa del estrés.
“El mundo pasó a ser mucho más susceptible a recibir una historia como esta. La pandemia agravó la situación de muchas personas en todo el planeta. Mucha gente humilde murió por covid sin recibir ningún tipo de tratamiento o cuidado. Y, por otro lado, la gente rica vio este contexto simplemente como la oportunidad de ganar más dinero. Entonces se ve una polarización dramática. El impacto del covid puede que haya influenciado en la recepción de la serie, porque mucha gente que la vio pudo sentirse de alguna manera identificada con la propuesta”.
Asimismo, reconoce que ha aprendido a asimilar el grado de atención global que alcanzó la serie.
Foto:Netflix
No es para niños
A Dong-hyuk le preocupa más el impacto de la serie en el público infantil.
“Tengo que insistir que El juego del calamar no fue creada ni pensada para niños o adolescentes, sino para adultos que viven en un mundo de atrocidades. Me preocupa esa fascinación, que podría estar ligada a la estética visual de la serie, ya que en este mundo de ficción todo parte de la mente de alguien que desea volver a su infancia, y esa es la motivación detrás de todos sus diseños. Los colores, las reglas de los juegos y donde transcurre la historia está armado como si fuera la perspectiva de un niño".
"Entonces, resulta irónico que justamente haya gustado tanto a los espectadores tan chicos, pero siento que ahí está la razón, aunque en realidad es para que los adultos piensen en el mundo que les tocó vivir, un mundo en el que nos quieren hacer creer que somos caballos de carreras, pero no lo somos”.