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No es un pájaro ni un superhéroe, es Pinochet vampiro
La nueva película del chileno Pablo Larraín es una comedia ácida acerca del poder.
Jaime Vadell interpreta a un Pinochet que parece de otro mundo. La cinta se estrena en la plataforma de streaming de Netflix. La cinta aprovecha el blanco y negro para dar un tono aterrador y de fantasía. Foto: Netflix
La idea de un dictador vampiro le surgió al director chileno Pablo Larraín luego de ver fotos del mandatario Augusto Pinochet con sus capas de militar.
Lo imaginó con su ropa de comandante de la fuerza aérea y que estuvo en la jefatura del poder luego de encabezar el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, para luego convertirse en presidente de la junta de gobierno de su país desde ese año, dando paso a la dictadura y a uno de los episodios más dolorosos de la historia chilena.
Pero el realizador no quería revivir ese momento en clave de relato histórico y mucho menos pensó en acercarse a una trama biográfica. Estaba gestando una comedia muy ácida, medio gótica y aterradora en la que revela la vida de un poderoso en decadencia que se encierra en una mansión y que da paso a una película en la que se ven las intrigas de su familia frente a su fortuna y el impacto del poderoso protagonista como un vampiro chupasangre.
Ese es en realidad el contexto de El conde, que estrena el 15 en Netflix con la que Pablo Larraín se ríe muy en serio del poder, de la corrupción y de la obsesión de tiranos de dejar un legado limpio, a pesar de haber labrado un camino de sangre y muerte en el proceso.
“Pensamos que sería interesante que Pinochet pudiera ser un vampiro y se volviera joven nuevamente para seguir presente en Chile como una amenaza que nunca se va, como una forma de decir que esa parte de la historia no ha terminado. Esto podría pasar de nuevo en cualquier minuto”, reflexionaba el realizador en una entrevista de Netflix a la que tuvo EL TIEMPO.
Jaime Vadell interpreta a un Pinochet que parece de otro mundo. La cinta se estrena en la plataforma de streaming de Netflix. La cinta aprovecha el blanco y negro para dar un tono aterrador y de fantasía. Foto:Netflix
Pero este Pinochet se cansa de alimentarse de la hemoglobina y de llevar una vida de 250 años en el mundo, en Chile; algo lo hace querer cambiar ese poder y eso afecta a quienes lo rodean en ese universo grandilocuente y extraño retratado en blanco y negro.
“Teníamos muchas ideas osadas, como Pinochet existiendo durante 250 años a través de distintas generaciones, por lo que el blanco y el negro fue una forma de unificar el estilo de esas ideas y crear una textura uniforme. Estoy feliz de haberlo hecho porque por que da la percepción de una realidad diferente”, recalcó el realizador, famoso también por cintas como Tony Manero, El club, No y Spencer, entre otras.
El tono del guion de El conde, que ganó la semana pasada el premio en esa categoría en el Festival de Venecia, sorprendió a los actores que se sumaron a la aventura. “Había una descripción en el que decía: ‘Vemos al vampiro, Pinochet volando sobre Santiago. Él es una mezcla entre Nosferatu, Batman y Superman’ y los actores estaban como: ‘¿Cómo va volar? ¡Él tiene casi 90!’ ”, reveló Larraín.
El descaro del personaje se nota en otro detalle no menor, vive atormentado por la idea de que lo llamen o lo consideren un ladrón. No le importa el dolor por los asesinatos ni las desapariciones, no le aterran las muertes que recaen en sus hombros, pero sí que digan que se ha robado plata.
Jaime Vadell interpreta a un Pinochet que parece de otro mundo. La cinta se estrena en la plataforma de streaming de Netflix. La cinta aprovecha el blanco y negro para dar un tono aterrador y de fantasía. Foto:Netflix
“Existe la idea de que un soldado puede matar porque su país lo necesita, pero nunca puedes ser llamado ladrón. Eso es inaceptable y ese rasgo moral es simplemente absurdo. Así que asesinar a tu adversario político –aunque sea torturando, haciendo desaparecer a la gente y violando los derechos humanos de la manera más horrible como lo hizo la dictadura de Pinochet– sería aceptable. Pero no es aceptable ser llamado ladrón, y eso creó una idea muy interesante: un tipo que está deprimido por eso. En la vida real, Pinochet tenía todas estas cuentas bancarias, la mayoría en Estados Unidos y otras repartidas por el mundo con diferentes nombres, y la familia tenía ese triángulo perfecto de lavado de dinero”, contextualiza el director que logró una caricatura perfecta con el actor Jaime Vadell que se puso la camiseta, o mejor, el uniforme para convertirse en ese vampiro viejo.
Jaime Vadell interpreta a un Pinochet que parece de otro mundo. La cinta se estrena en la plataforma de streaming de Netflix. La cinta aprovecha el blanco y negro para dar un tono aterrador y de fantasía. Foto:Netflix
“Mi temor al principio era quién interpretaría a Pinochet, Jaime lo logró. Pinochet tenía una manera muy específica de hablar –que era muy molesta, por cierto–, pero Jaime estaba decidido a no hacerlo. A él se le ocurrió una forma propia de hablar que le permitió realmente encarnar el personaje y ese sentido de poder y violencia. El fascismo, como lo conocemos, comienza con miedo y luego se torna violento”, recordó el cineasta.
La cinta no es solo una crítica con un vestido de horror gótico, tiene una relevancia total en el presente tras la conmemoración el 11 de septiembre de este año de los 50 años del golpe de estado en el país.
“Tal vez sea un pensamiento iluso, pero a 50 años desde que Pinochet llegó al poder en 1973, espero que esta película y otras formas de arte puedan crear algo de sanación para el futuro. Tal vez no tengamos esa sensación ahora, pero el problema es que la división y tensión que estamos sintiendo ahora es porque él nunca enfrentó la justicia”, finalizó un Pablo Larraín que talvez sienta que la sombra de ese vampiro sigue rondando y que hay que exponerlo o revivirlo para que desaparezca, así sea entre una fina capa de humor y horror.