Beetlejuice vuelve más loco que nunca en la segunda parte de este clásico: Tim Burton dice que 'no se trata de nostalgia'

Tim Burton sigue teniendo el cabello alborotado, las gafas grandes y un vestido oscuro, pero ahora se muestra más reflexivo acerca de la segunda parte de Beetlejuice, esa mítica cinta de horror y algo de comedia que llamó la atención en 1988 y contaba las desventuras de una pareja que al fallecer contrata a Beetlejuice, una especie de fantasma burlón, para que saque a los nuevos propietarios del hogar de los protagonistas.

No hay que caer en los temores de hacer segundas partes en el cine (acerca de su calidad, a veces puesta en entredicho) y es mejor no dar tantas pistas acerca de la nueva Beetlejuice, Beetlejuice, que se estrena el jueves 5 de septiembre en las salas de cine, pero lo que se puede adelantar de la experiencia cinematográfica es que es más oscura, intensa, irreverente y sobre todo deja deambular un halo raro que no abraza completamente la nostalgia.

“No se trata de nostalgia, esa palabra me suena un tanto lejana. A Beetlejuice lo he sentido como un personaje que disfruté en un mundo que nunca me abandonó”, recordó en una rueda de prensa a la que pudo acceder EL TIEMPO. “Fue algo que sentí finalmente después de todo este tiempo y ver cómo la gente envejece y va desde el personaje de Lydia –quien fue interpretada por Winona Ryder en el filme original y ahora reaparece como una madre atormentada, extraña y lidiando con Astrid, su hija adolescente que encarna la actriz Jenna Ortega–, pasando de ser casi una niña a una adulta en un viaje, como todos sabemos, al que todos nos enfrentamos; así que con esta nueva cinta de Beetlejuice buscamos hacer una extraña película familiar, así que para mí no era un tema de nostalgia... Es solo que pensé en ello más como la aventura de una extraña familia”, recalcó.

Si algo se puede decir de esta cinta es que sí recorre los recovecos de viejos horrores, de miedos a la muerte, de criaturas extrañas, viajes astrales, traumas juveniles; todo adobado con guiños a la música, los hits de otras décadas y críticas a grandes estudios y a la vida acelerada y monótona que se expresa en la obsesión por cosas como el teléfono celular. Un presente raro, un pasado que se asoma como contexto de un cuento de hadas de pesadilla y un trazo de un inframundo al que sí podría valer la pena ir de vez en cuando.

“Lydia ha pasado a ser adulta y ya sabes, es un viaje que todos tomamos y funcionaba en esta extraña película familiar, se sentía realmente bien”, apuntó el director.

Asimismo, a Michael Keaton le encantó la idea de convertirse de nuevo en ese personaje macabro y caricaturesco.

“Si alguien me pusiera una pistola en la cabeza, y afortunadamente nadie lo hará, diría que es esta nueva entrega es mi película favorita, y acepté hacerlo de nuevo porque me importaba mucho”, reconoció el actor.

“La gente dice que nos ponemos nostálgicos y luego un día, no sé qué pasó, pero me golpeó duro porque ahora me pongo extrañamente nostálgico acerca de muchas cosas y no lo vi venir, quiero decir, lo sentí cuando estaba en este Beetlejuice”, comentó Keaton, que con su rango actoral hace crecer a su personaje.

Pero él no se roba el show. En la trama hay una especie de aventura juvenil que no termina tan bien por culpa de la rebeldía de Astrid (Jenna Ortega), sumado a la aparición de una fantasma sexi llamada Delores (Monica Bellucci), que está llena de cicatrices, busca venganza y recuerda de alguna manera al personaje del filme animado de Burton El cadáver de la novia.

Beetlejuice, Beetlejuice les da a sus fanáticos de antaño un abrazo afectuoso cargado de referencias de antaño, pero ofrece a su vez una trama más intensa y novedosa para una nueva generación que ama la fantasía y dónde los seres raros y aterradores tienen un brillo sincero y tierno.

ANDRÉS HOYOS V.

Redacción EL TIEMPO

@AndresHoy1