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Una tonelada de ‘perico’ y 503 alias: la nueva obra de Camilo Restrepo
El artista pone en venta 1.000 kilos de 'criptococaína' y expone los alias de 503 criminales.
'Mera calentura', la obra del artista colombiano Camilo Restrepo que compró Leonardo DiCaprio. Foto: Cortesía del artista y de Steve Turner, Los Ángeles
Estaba deprimido. No hablaba inglés tan bien como creía y no les entendía una sola palabra a sus profesores en el CalArts de Los Ángeles. Vivía de incógnito en su estudio porque no podía pagar el arriendo de un apartamento, orinaba en una botella de jugo en las noches, su clóset estaba en el baúl del carro y en las mañanas se aseaba como podía en los baños de la universidad.
Camilo Restrepo había hecho una carrera prometedora en Colombia. Estuvo en dos salones nacionales, expuso en la galería La oficina, de Alberto Sierra, en Medellín, y en LA Galería de Bogotá, y participó en el Luis Caballero, pero para vivir tenía que tomar fotos de matrimonios.
La beca que se había ganado para estudiar en California era su gran oportunidad; pero las cosas no estaban saliendo como lo planeaba. Le habían prometido 140.000 dólares, pero en realidad eran 40.000. Su nueva vida en 2011 en la ‘ciudad de los sueños’ comenzaba con 100.000 dólares de deuda y el manejo del idioma de un indocumentado que pasa la frontera por el hueco. “Me quería devolver, pero mi novia –que estaba en Medellín– no me dejó; ella es psicóloga y me confrontó todo el tiempo. Empecé a trabajar con psiquiatra y empecé a dibujar en libretas”.
Su obra giraba en torno a la fotografía y al arte conceptual; entre otras cosas había hecho una notable serie de fotos de las pipas de bazuco que encontró en ollas de Medellín y una serie sobre Ingrid Betancourt, basada en la foto de supervivencia que salió del video que habían enviado las Farc.
La dramática imagen muestra a Betancourt mirando al piso con las manos encadenadas sobre las piernas. Restrepo es un crítico feroz de la obra de Fernando Botero sobre Abu Ghraib; creía –o cree firmemente– que es una obra oportunista. Y decidió pedirles a siete imitadores de Botero del parque Lleras de Medellín que reprodujeran la foto de Ingrid para ver la tristeza en unos ‘Boteros’ mal hechos. La obra, 'Las oportunas tristezas de Fernando', se expuso en 2009.
Obra del artista colombiano Camilo Restrepo Foto:Cortesía del artista y de Steve Turner, Los Ángeles
En Los Ángeles la depresión le estaba ganando y no había ni un atisbo de ese crudo y oscuro sentido del humor; hasta ese momento su obra no tenía un solo trazo. No pintaba ni dibujaba, “no sé hacer ni una sombra”; sin embargo, sus libretas y el dibujo –con toda esa torpeza– se convirtieron en su mejor terapia. Se dibujó a sí mismo. Se maltrató. Se diseccionó. Las paredes de su estudio se llenaron con esos dibujos; luego rayó las paredes con esa cartografía personal de sus horrores.
Su cabeza pronto fue más allá y comenzó a exorcizar otros fantasmas y a la ciudad en la que había crecido en los años 80 y 90: Medellín. Después de dos años en el California Institute of the Arts, Restrepo logró dominar su neurosis, sus miedos y su ira y adoptó su nuevo lenguaje.
***
“Uno de los recuerdos más terribles que tengo es una bomba que estalló cerca de mi casa”, sostiene Restrepo. Y su obra, en medio de esos recuerdos, es un collage personal y colectivo del horror. Hay que acercarse bastante para ver bien el secreto de sus dibujos: muñequitos con el cerebro trepanado o con los intestinos por fuera; dibujos que parecen vandalizados por su propio creador. Dibujos que tienen cicatrices del bisturí o de su propio lápiz. Son obras de gran formato que se unen; dibujos –o esculturas de papel– que incluso agradecen nuevas intervenciones. “Hace poco me llamó un coleccionista a contarme que su perro le había dañado una obra; la vi y me pareció que quedó perfecta con los mordiscos”.
Obra del artista colombiano Camilo Restrepo Foto:Cortesía del artista y de Steve Turner, Los Ángeles
Antes de regresar a Medellín, la obra que había desarrollado en su taller se convirtió en un ‘voz a voz’ en el circuito del arte de Los Ángeles, lo llamó un galerista y le dijo que quería exponerlo y se convirtió en parte de la galería Steve Turner. Uno de sus primeros compradores fue Leonardo DiCaprio.
La última obra que le compró la estrella de Titanic fue un encargo para una subasta para apoyar una causa medioambiental. 'Mera calentura' tiene a Trump en el centro –con una Hidra de Lerna que habla de las mil cabezas de la ‘guerra contra las drogas’– y elementos del narcotráfico que no solo hablan de la muerte y el caos que genera, sino de sus destrozos medioambientales.
“El papá de DiCaprio es fanático del cómic underground. En los años 60 hizo sus propias tiras cómicas y tal vez por eso su hijo se conectó tan bien con la obra”, dice. 'Mera calentura' estuvo terminada cuando Restrepo frotó el papel contra la calle donde vivía de adolescente: la cuadra donde vio estallar una bomba y los vidrios de las casas quedaron regados por todas partes.
Restrepo (Medellín, 1973) tiene ahora dos obras en movimiento. La primera, aToNoFcoke, es una obra virtual en la que ofrece una tonelada de cocaína digital en https://opensea.io/aToNoFcoke. Los coleccionistas pueden comprar con ethers –una moneda virtual– de kilo en kilo. Por ahora ha vendido treinta y un comprador canadiense revendió su kilo por el doble. “Me gusta ver este nuevo mercado de especulación del arte con los NFTs”, dice Restrepo.
Obra del artista colombiano Camilo Restrepo Foto:Cortesía del artista y de Steve Turner, Los Ángeles
Y su otra obra –expuesta en Steve Turner– es The other names: 503 dibujos de alias sacados de noticias publicadas por EL TIEMPO. Restrepo hizo un cuadro de Excel con todos los alias, o apodos de criminales, que encontró en la edición impresa del periódico desde el 2 de enero de 2020 hasta el 31 de diciembre. ‘Rasguño’, ‘Tigre’, ‘Conejo’, ‘Pokemon’ o ‘Bambi’ son parte de una obra que es un golpe terrible: Restrepo hace el dibujo con una mezcla de humor y cinismo –para ‘Michael’ usa a Michael Jackson, por ejemplo–, les pone una pequeña biografía que es, sobre todo, un prontuario criminal, y abajo les pone un código para diferenciar su grupo: rojo para paramilitar, verde para guerrilla, morado para bacrim, negro para corrupción o rosado para delincuencia común.
503 alias. El año tiene 365 días y el periódico no circula ni primero de enero ni Viernes Santo, ¿cuántos criminales diarios tiene nuestro calendario?