La casa donde funciona
Casa E, en el
Park Way bogotano, fue construida en los años 50 con la firme intención de poner un sello arquitectónico en este sector de Bogotá. Llama la atención y antes de que fuera el sueño de Alejandra Borrero ya daban ganas de entrar a recorrerla, a sentir su historia.
La actriz y gestoría payanesa abrió esas puertas en agosto del 2008, en medio de la muerte de
Fanny Mikey, quien la impulsó a cumplir su sueño.
Doce años después, Borrero tuvo que poner el letrero de ‘Se vende’ “y casi no lo hago. Tenía el letrero guardado desde hace un mes, pero tocó sacarlo. La casa está cerrada desde hace casi seis meses y hay que pagar seguridad y servicios, y ya no hay recursos”, dice Borrero.
Esto llamó la atención de medios y vecinos, de amigos y conocidos, de los que a veces van a teatro y los que van mucho. Y aunque no ve mucha esperanza, la actriz contó que la alcaldesa Claudia López ya se comunicó con ella vía chat, y que ha hablado con el Ministerio de Cultura, para ver si se puede hacer algo.
“Pero no sé si se pueda hacer. Los costos son altos, así como la incertidumbre. Ofrecen créditos, pero es imposible vivir endeudados y yo creo que las decisiones se deben ir tomando de acuerdo con las necesidades”, agrega Borrero.
A esa casa, Borrero le puso toda su alma. Para ella era muy importante que el lugar funcionara como un multiplex, como un espacio donde se presentaran varias obras al tiempo, y donde también hubiera fiesta. Espacio había: muchas habitaciones en las que seguramente durmieron niños y adultos, y muy amplias, fueron convertidas en salas y, de paso, en salones para los estudiantes de la escuela.
Otros espacios se unieron y hasta los patios se volvieron salas. La escalera circular que hay en la mitad se conservó intacta.
“La casa está cableada por todas partes, se pueden hacer funciones donde quiera, tiene un excelente sonido, equipos de muy buena calidad, con una infraestructura maravillosa que ojala no se perdiera”, sigue.
Para ella y para los amantes del teatro y de la propuesta que ha presentado en el lugar, Casa E “es un patrimonio y sería muy triste perder un espacio para el arte. Yo creo que es momento de hacerle un llamado a la empresa privada para que apoye la cultura, aun en estos momentos difíciles, por la importancia de mantener el trabajo hecho, como ocurre en otros países donde los dueños de grandes compañías ayudan sin interferir en la libertad de la creación, como debe ser. Ellos deben entender que es fundamental apoyar estos sitios de conversación, de encuentro, de pensamiento, de ver a los amigos”, sigue.
De tener que vender la casa, Borrero se quedaría con el Teatro Arlequín, en la parte occidental de su espacio actual y que adquirió hace algún tiempo. “Pero vamos a ver cómo se plantean las cosas, porque con la poca cantidad de gente que podemos sentar en una función (menos de la mitad del aforo de cada lugar), cuando estas se reactiven, las cuentas no dan, no dan”.
Borrero espera mejores días. Aguarda las reuniones que tendrá con las istraciones distrital y nacional. Está agradecida, pero, como dice, “pasamos por un momento en el que todos estamos tristes, deprimidos, con el corazón partido. Sin embargo, agradezco todo lo que me han apoyado en estos momentos y todas las intenciones para que Casa E siga adelante”.