Un grupo de al menos cuatro activistas medioambientales cubrió con 8 kilogramos de harina un coche personalizado por el artista estadounidense Andy Warhol, que se expone en un centro artístico de Milán (norte de Italia).
Es una cuestión de bien común
Esta acción, la última de una serie de protestas que han puesto en alerta a los museos de todo el mundo, comenzó en horas de la mañana en la Fabbrica del Vapore di Milano, un centro de exposiciones que acoge estos días una retrospectiva sobre el ícono del arte pop, titulada: ‘Andy Warhol: La Pubblicità Della Forma’.
Los jóvenes, que llevaron a cabo la acción, saltaron el cordón que protegía la obra y arrojaron sacos de harina hasta cubrir totalmente el coche personalizado por el artista estadounidense.
Luego lanzaron a grito herido con consignas como: “Hace falta ocuparse de esto” y “Es una cuestión de bien común”. Todo quedó grabado en un video publicado por el diario especializado en arte Artribune.
Tengo miedo y siento el imperativo moral de hacer algo. Hay un colapso ecológico y climático en marcha
“No habrá más comida ni agua, hay un colapso ecológico en marcha” fue otro de los mensajes que gritaron los activistas antes de ser reducidos por agentes de seguridad.
Los responsables del ataque forman parte del colectivo Ultima Generazione, la división italiana de Extinction Rebellion, un grupo internacional que promueve la desobediencia civil para llamar la atención sobre la crisis climática.
Minutos antes de la protesta, una de sus integrantes publicó un video en redes sociales para explicar los motivos de la actuación: “Tengo miedo y siento el imperativo moral de hacer algo. Hay un colapso ecológico y climático en marcha, nuestros gobiernos no lo han afrontado en los últimos 30 años y ya no sé qué hacer para llamar la atención sobre lo que será un desastre para toda la sociedad”.
Dos semanas antes, otros del mismo colectivo lanzaron puré de verduras sobre El sembrador, obra pintada por Vincent van Gogh en 1888 y que se exponía en una muestra dedicada al genio holandés en el Palacio Bonaparte de Roma.
Como si fuera un disco sin fin, este hecho se anuda a la ola de ataques contra obras de arte para llamar la atención sobre la crisis climática, que no es exclusiva de Italia.
Hace unas semanas detuvieron en Países Bajos a tres personas que arrojaron salsa de tomate cerca de la conocida pintura La joven de la perla, del artista Johannes Vermeer, en el Museo Mauritshuis, en La Haya.
Unos días antes, dos personas lanzaron puré de patatas contra un cuadro de Claude Monet expuesto en el Museo Barberini de Potsdam, cerca de Berlín, y en las mismas fechas dos activistas se pegaron a los marcos de Las majas de Goya en el Museo del Prado de Madrid. La primera acción de este tipo tuvo lugar en octubre, cuando de Just Stop Oil vertieron sopa de tomate sobre el cuadro Girasoles, de Vincent van Gogh, en el Museo de la Galería Nacional de Londres.
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EFE