En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
La vida de un colombiano en una ciudad donde no saldrá el sol hasta el 2022
Por estos días, en Kiruna (Suecia) sus pocos habitantes viven en completa oscuridad.
La ciudad está cubierta de nieve durante ocho de los 12 meses del año. Foto: Cortesía Andres Ardila.
A la 1:39 de la tarde el cielo de Kiruna durante diciembre pareciera ser como el de las 8 de la noche y la temperatura puede llegar a los -30 grados centígrados finalizando el invierno.
Kiruna es una pequeña población del norte de Suecia, de aproximadamente 23.000 habitantes y distante a 150 kilómetros del círculo polar ártico, desconocida para muchos pero también muy popular en Europa por sus espectaculares auroras boreales y sus noches polares.
Uno siente al principio que está desubicado, son las tres de la tarde y uno cree que son las siete de la noche y empieza uno a sentirse cansado más temprano.
Los habitantes y visitantes viven este mes en una constante oscuridad, como si un eclipse los atrapara durante la Navidad, debido a que la inclinación de la tierra impide que el sol sea visible en el horizonte dando paso a las llamadas noches polares, que van de mitad de diciembre a mitad de enero, cuando se empieza a ver el sol nuevamente.
En una casa céntrica, a solo cinco cuadras de la iglesia ubicada en el parque principal de Kiruna, vive desde hace cinco años el colombiano Andrés Ardila Larrota con su esposa de origen sueco y su hijo de 3 años.
Andrés, que pasó su juventud enBarrancabermeja a 31 grados centígrados, dice que su cuerpo se ha acostumbrado a vivir con altas temperaturas bajo cero.
Cuenta que la preparación para los días de oscuridad inicia en julio, cuando comienza a anochecer cinco minutos más temprano todos los días.
“Antes de llegar a estas noches polares nos vamos preparando poco a poco, uno siente al principio que está desubicado, son las tres de la tarde y uno cree que son las siete de la noche y empieza uno a sentirse cansado más temprano”, relata Andrés.
A finales del mes de octubre se registran las primeras precipitaciones de nieve, que dejan ocho meses a la ciudad vestida de blanco.
Kiruna está ubicada a 150 kilómetros del polo norte. Foto:Cortesía Andres Ardila.
“La nieve juega un papel importante durante las noches polares, la nieve refleja la luz de la luna y la luz artificial atenuando la oscuridad, haciendo que los días sean más agradables”, cuenta Andrés.
Durante esos meses, el cielo cambia de colores, unas veces es celeste a mediodía, otras veces rosa, y las auroras boreales danzan en el cielo como reflectores de color verde y morado, que se encienden y apagan.
Andrés Ardila sosteniendo una de sus fotografías más icónicas: los alces en invierno. Foto:Cortesía: Andrés Ardila.
Los últimos rayos de sol del año los vieron el pasado 11 de diciembre, pero la vida en Kiruna continuó igual.
A las 7 de la mañana, Andrés entra a trabajar en el acueducto local. A esa hora los conductores deben prender los faros de las luces delanteras de sus vehículos y el alumbrado público que siempre está encendido los acompaña en este recorrido.
En la empresa se encargan de que el agua caliente llegue a las viviendas de la ciudad, pues bañarse con agua fría “sería una tragedia”, dice Andrés.
El agua caliente llega gracias a un proceso de tecnificación de quema de residuos que se genera en la empresa para la que Andrés trabaja.
En el 2017 -cuando pasó su primer diciembre en Suecia- no fue fácil la eterna oscuridad, pero con los años aprendió a convivir con ella, al igual que como lo hacen todos los habitantes de Kiruna.
Para él la clave es “adaptar el reloj biológico y tomar su vitamina D todas las mañanas antes de salir a trabajar”.
“Al principio no fue fácil con la oscuridad, sonaba la alarma pero pensaba que debía seguir durmiendo. Ahora todo es diferente; por ejemplo, los fines de semana tiendo a levantarme casi a la misma hora de ir a trabajar sin necesidad de la alarma”, dice.
En las casas hay dos infaltables para calentarse: el sistema de calefacción y el sauna.
“Cuando uno va a comprar casa lo primero que le mira es que haya sauna. Acá es habitual que el trabajo también tenga sauna y que lo dejen entrar luego de ducharse a calentarse”, dice.
Aunque hay un aumento en la factura de la energía, no es tan notable.
El cielo se ve así a la 1:29 de la tarde. Foto:Cortesía: Andrés Ardila.
Las fotos parecen salidas de una película de Navidad, “las noches polares hacen que uno sienta la Navidad de una manera diferente, hace que las familias se reúnan más, haya mucha comida y los niños puedan jugar en los trineos”, dice Andrés.
Las casas de madera están pintadas de colores, lo que hace a Kiruna una ciudad mágica en Navidad mientras se ven a los más pequeños jugando entre la nieve.
Es normal que su hijo, con su traje de nieve, juegue por estas fechas con el trineo en las calles; sin embargo, Andrés cuenta que para los niños “es un choque muy grande porque nosotros nos guiamos por el reloj, pero ellos preguntan todo el tiempo qué horas es y siempre se quiere ir a dormir temprano”.
Al contrario de lo que sucede en países cálidos, en Suecia se cree que el aire frío es beneficioso para la salud y los niños salen a jugar en la nieve mientras los bebés hacen sus siestas afuera en coches.
Los habitantes usualmente van en bicicleta a sus trabajos por lo que la Alcaldía tiene un programa llamado Vintercykling, el cual consiste en equipar a los ciudadanos con llantas para invierno, elementos para el frío de protección personal.
“Aquí la vida se vive normal en días sin sol, la gente es muy activa, sale sin importar qué temperatura esté haciendo. Lo mismo aplica para los niños, con quienes no existe miedo de sufrir un resfriado por temperaturas bajas. El día es más productivo, porque uno no está pendiente de la hora”, dice.
Los alces y renos salen a cualquier hora del día, no importa que no vean los rayos del sol, siempre están paseando en el blanco paisaje de la ciudad.
Según un estudio de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, y la Universidad de Tromso, en Noruega, publicado en la revista Current Biology, para estos animales del ártico es lo mismo si es de día o de noche.
“Los animales desarrollan un reloj que encaja con su medio ambiente y su forma de vida (...) "Nuestros resultados de melatonina confirman que no hay reloj o que este está desconectado", explicó a Efe Karl-Arne Stokkan, coautor del estudio.
“Tenemos un perro y lo sacamos a pasear normalmente, es muy normal que la gente tenga perros en sus casas y salgan a pasear, trotar o esquiar con ellos sin importar el frío que haga”, relata Andrés.
La comida es a las 4 de la tarde, bien sea en noches polares o cuando el sol sale las 24 horas del día. Es habitual comer carne de alce.
La celebración de Navidad, contrario a lo que pasa en países latinoamericanos, comienza a las 2 de la tarde y finaliza sobre la medianoche.
“Se reúnen en familia, comen mucho alce, reno, pescado y algunos vegetales. Acá en Kiruna no se dan los cultivos, los traen de una población a 100 kilómetros al sur donde crecen zanahoria , fresas y papas, y eso solo es en verano, el resto es importado. La Navidad con su ambientación y cercanía al polo norte la hace única”, dice Andrés.
El colombiano retrata cada rincón de Kiruna con su cámara y ha venido publicando en su cuenta de Instagram las mejores postales de esta población, que se está mudando debido a que se está hundiendo por los trabajos que se efectúan en la mina de hierro, la más grande del mundo.
“Parte de la ciudad se encuentra en proceso de reubicación por presentar hundimiento a causa de la actividad minera. Sus habitantes se encuentran nostálgicos por la transformación que sufre la ciudad y debido a que gran parte desaparecerá, pues ya no será la misma. La nueva Kiruna será más moderna, pero sus recuerdos e identidad permanecerán en las imágenes y los corazones de sus habitantes”, dice.
El centro de la ciudad se moverá cinco kilómetros de donde se encuentra ubicada actualmente, la iglesia y algunas casas no serán destruidas, sino que se trasladarán utilizando una técnica que permite movilizar las estructuras sin que sufran daños.
Vivir en la oscuridad es cotidiano para los habitantes de Kiruna, que en el siguiente semestre deben vivir un mes con las 24 horas del día completamente soleadas.