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Luto por Hernán Hoyos, el escritor erótico que hizo época en Colombia
Los libros de pornografía de Hernán Hoyos provocaron más de un escándalo y anécdota.
Hernán Hoyos, escritor Foto: Documental de Carlos Fernando Rodríguez
A sus 91 años, el escritor y autodidacta, nacido en 1929 en Cali, que sabía inglés y francés, casi anónimo en estos tiempos de pandemia, murió en un centro asistencial de la ciudad.
Se me paró el negocio 008 contra Sancocho, Sin calzones llegó la desconocida La colegiala y Aventuras de una bogotana figuran entre medio centenar de libros que escribió, imprimió y vendió, incluso en forma artesanal y clandestina.
Las cuentas de cuántos libros suyos se vendieron pueden superar el medio millón, entre los años 60 y 80, pero no le quedaron mayores ganancias ni seguidores, como podría ser en estos años de Internet.
Su residencia fue durante más de 30 años una casa del barrio Alto Nápoles, ladera de la comuna 18. Era un caminante de esos territorios.
La gente recuerda su paso y hablar rápidos, tanto como la forma en que llevaba un maletín con sus escritos y otros documentos de seguros de vida. Lo veían con sus camisas a cuadros y el pantalón remangado, como su estuviera en una inundación de barrio.
Su familia guarda reserva sobre todo desde cuando Hoyos empezó a tener una dosis de olvidar lo pasado cuando su memoria era de lo que muchos se iraban cuando salía a hablar en alguna tienda del barrio. Tuvo tres hijos, dos hombres y una mujer, todos profesionales, decía con orgullo.
'El Tumbalocas', obra de Hernán Hoyos Foto:Portada
No solo fue escritor, contaba, Trabajó en una empresa de repuestos para autos y la mayor parte del tiempo como vendedor de seguros siguió el camino de su padre.
Contaba que para ser escritor pensaba en la necesidad de vivir experiencias. Se escapó a los 19 años de la casa y viajó al puerto de Buenaventura con la idea de subirse a un barco de polizón.
En el muelle, se arrimó a una nave y le pidió a un marinero que le ayudara. La respuesta fue que le dejara la maleta para guardarla esa noche y que volviera a las 7:00 de la mañana.
Hoyos sospechó y no le dio la maleta, sino que volvió al día siguiente y el barco se había ido a las 5:00 de la mañana. Se salvó del robo, pero no pudo viajar y a los tres días estaba de regreso en su casa en Cali.
Relatos por entregas en periódico
Pero no desmayó en lo de la escritura y dio pasos como periodista en diarios locales. En 1953, se conoció su novela El retorno de la monja Alférez, publicada por entregas en el Diario del Pacífico.
Fueron 100 entregas, una cada día, con la historia de una monja española que por los años 1600 se escapó del convento, se disfrazó de muchacho y entró al Ejército Real para venir a América.
La había escrito cuando era conserje o pasalibros de la Biblioteca del Centenario, en una sede antigua del centro.
Hernán Hoyos en festival de literatura Foto:Archivo
En 1956 presentó El callejón de San Roque, un relato que cuenta un romance pero toca las andanzas en Cali de los 'pájaros' (como se conocía a un grupo extremo formado por seguidores del conservatismo).
En 1962 llegó Ron, Ginger y limón, 1962, relato de una generación que aspiraba al arribismo social; en 1966 fue el libro Cuentos, con 10 relatos de épocas rurales y urbanas.
Estuvo un año de nivelación en literatura en la universidad del Valle y en esos tiempos de escasez volvió a la venta de seguros.
En 1968 publicó Todos nos condenamos, con tendencia social, pero que él habría quemado o tijereteado, en un acto de autocrítica.
El escritor Umberto Valverde dice que Hoyos ya había publicado cuatro libros cuando conoció el periodista colombo-cubano José Pardo Llada, quien era un éxito con su programa Mirador en el aire, a través de la radio y el periódico Occidente. Lo conoció en la Librería Nacional en Cali, donde sus obras se vendian como pandebono caliente.
Pardo le sugirió que no escribiera de religiones ni de droga, por la situación del país. Y con una de sus sugerencias, Hoyos escribió Crónica de la vida sexual, un libro de entrevistas sobre los hábitos sexuales de los caleños y las caleñas, en 1971. Después llegó Casos insólitos de la vida sexual.
El cineasta Lisandro Duque llegó a decir en un documental que “Hoyos fue un rompedor de la castidad de los jóvenes lectores colombianos”.
Un escritor todero
El escritor contaba que 1975 fue el año de sus ventas cuando escribió cinco libros. Decidió ser el distribuidor de sus obras y las llevaba hasta las casetas. No iba en carro, porque era un caminante incansable de ciudad.
Como no había 'pescas milagrosas' ni asaltos, viajaba con su maleta a Buga, Palmira. Popayán, Manizales, Pereira, Medellín o Cartagena. Dejaba sus libros en consignación y así recuperaba inversón, pero alñgunas veces no le pagaban.
Se convirtió en el creador y cultor del género “sexo-ficción”, modalidad narrativa donde la picaresca y las escenas de la vida sexual de variado tinte eran entremezcladas con situaciones de la vida
Luis Alberto Díaz Martínez, escritor y productor de televisión, apunta que "muy pronto, con dicho aliento y espaldarazo se convirtió en el creador y cultor del género “sexo-ficción”, modalidad narrativa donde la picaresca y las escenas de la vida sexual de variado tinte eran entremezcladas con situaciones propias de la vida y los personajes de una ciudad en crecimiento como Cali, que entonces abandonaba su condición de parroquia bucólica aún investida de alferazgo colonial para adentrarse en el cosmopolitismo en ciernes de los VI Juegos Panamericanos".
Vinieron los éxitos con libros de títulos que sacudían a los mayores, jóvenes y adolescentes. Eran obras de un papel similar al del periódico, algunos con un empaque artesanal, pero que se vendían fácil en las librerías y eran ocultados por los compradores, entre colchones, armarios o pertrechos e las viviendas.
Martínez cita que eran "ediciones en rústica que pasaron de mano en mano y acompañaron e hicieron las delicias de varias generaciones de adolescentes durante sus primeros descubrimientos y escarceos hormonales, por allá a finales de los años 60 y en los 70 y 80, hasta cuando finalmente escribió y publicó a mediados de los años 90 su autobiografía Memorias fisiológicas, tras lo cual abandonó la literatura y silenció para siempre sus cuatro máquinas carramplonas de escribir Rémington en las que gestaba igual número de novelas al mismo tiempo".
Hoyos volvió a sus caminatas como vendedor de seguros, con el infaltable maletín a manos. No tenía la apariencia del escritor cuando el sexo y la pornografía tenían esa sombra de lo 'innombrable'.
Recuerdo que cuando le preguntaban al padre Alfonso Zawadsky, qué pensaba de mis libros, respondía jocosamente que no me recomendaba, pero que los tenía todos
Un artículo en EL TIEMPO, escrito por Mario Baos, en sus últimas salidas, lo refiere en un conversatorio del Festival ‘Oiga, Mire, Lea’, en la Biblioteca Departamental, en Cali, el 14 de septiembre de 2015.
La nota dice que "entre anécdotas y homenajes, las risas amenizaron el conversatorio, pues algunos hombres y mujeres “de la vieja guardia” caleña no se aguantaron las ganas de preguntar cómo hacía, porqué lo hacía y quienes eran los personajes que ellos leían a escondidas en su juventud".
Hoyos contó ese día que “cuando le preguntaban al padre Alfonso Zawadsky, qué pensaba de mis libros, respondía jocosamente que no me recomendaba, pero que los tenía todos”.
Esa vez se hizo la presentación oficial de la nueva edición de 008 contra Sancocho, en la joven editorial el Fakir, la primera en la historia del pornógrafo en hacer alianza y aceptar sus textos.
008 contra Sancocho, edición de El Fakir, Foto:Fakir
“El libro (008 contra Sancocho) nació cuando tenía 25 años, viajé con mi familia a un paseo en la sabana de Bogotá y en uno de los cuartos encontré unos excrementos que para mí, no eran de un ser humano. Al darme a la tarea de investigar, me di cuenta que efectivamente esa asquerosidad era del mayordomo de la finca que le decían Sancocho, ahí hice la parodia del 007 gringo”, recordaba Hoyos.
“Nos pareció que era un autor muy singular en el ámbito de la literatura Latinoamericana, es un autor que tiene un atractivo para lectores pero que había circulado de otra manera y aun así conserva un público fiel saliéndose de los circuitos tradicionales, por eso queremos hacer que lo conozcan mundialmente”, señaló la escritora ecuatoriana Gabriela Alemán, quien lo acompañó en esa presentación.
Alemán recuerda que le mencionaron su nombre en una charla y que le contaban que había llegado a vender 500.000 ejemplares sin pasar por una editorial.
Ella lo buscó y lo encontró: "Es difícil prepararse para conocer a Hernán Hoyos. Una oye pornógrafo e imagina todo menos a un caballero de la vieja guardia: cortés, conservador, defensor de la Iglesia Católica".
Anota que era "entusiasta de su estado físico, promulgador de una dieta correcta, cultor de la familiaridad en la conversación en torno al sexo. Alguien que pasa de mencionar a Pierre Loti a preguntar si sé qué es un cunnilingus, o a contarme que agotó una edición de 2.500 mil quinientos ejemplares de Crónicas de la vida sexual en quince días, o a decirme que tuvo su primera experiencia sexual a los cuatro años para, de inmediato, relatármela".
Hoyos sirvió como protagonista de documentales destacados por el Ministerio de Cultura. Fue el guionista y director de ‘Mariposas Oscuras’, a partir de la novela Ofelia, la voluptuosa, historia de crímenes, fantasmas e infidelidades.
En el documental 'Hernán Hoyos, un escritor de mala reputación', realizado por Carlos Fernando Rodríguez, se escuchó al columnista Óscar Collazos quien le expresaba envidia porque era el único escritor colombiano que ganaba plata antes de Gabriel García Márquez.
Hernán Hoyos, profesor y escritor, Foto:Archivo
Pero no fue un hombre que se llenó de dinero, como podría pasar en otros tiempos. Sostenía que sus libros se referían a conflictos humanos y no eran pornográficos, sino que era un término de José Pardo Llada que ayudó a las ventas.
Hoyos decía que su literatura era humorística, picante, con estos títulos como Secuestro de un viejo verde, Sor Terrible o El tumbalocas, pero también con matices como Crímenes de la misa negra; Protectores de doncellas; Las muchachas pobres Aventuras de un impotente o La fortuna de los Mendieta. O Coca sobre la leyenda del Grillo.
El escritor pedía siempre otra mirada para ese trabajo de escritura, recogida en plena calle, para esas historias donde el sexo es parte de la vida.