Hacinamiento en estaciones de Policía de Cali: así viven los detenidos entre la violencia y las enfermedades

El área de celdas de la estación de Policía del barrio Mariano Ramos, en el suroriente de Cali, está a punto de reventar, como también otra veintena de estaciones de la ciudad. 

Es una bomba de tiempo, cuya situación cada vez más se agrava, pues de un hacinamiento en centros de detención del 500 % en el último año se pasó a uno del 1.100 %, según la Personería del distrito. Lo que es peor, en la mayoría de las estaciones, los detenidos están mezclados, así padezcan graves enfermedades, como tuberculosis, varicela, sífilis y sida.

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Como un enjambre de abejas, durante buena parte del día, estos capturados por toda clase de delitos, entre asesinatos, robos, porte de armas y narcotráfico, permanecen de pie, pegados a las ventanas o a los extractores de aire, sin poco espacio para moverse entre sí. 

Los más veteranos, como ellos les dicen a quienes superan los 60 años, son quienes permanecen más tiempo sentados, mientras los demás siguen de pie, tratando de que pasen las horas. En medio de esta dramática cotidianidad, los detenidos organizan turnos para rotarse hasta los sanitarios como dormitorio. 

El caleño Brandon Martínez cumplió 825 días detenido en la estación hasta el último día de mayo, esperando que su situación jurídica por porte ilegal de armas se resuelva. En esa espera también está la Policía, buscando que el Instituto Nacional Penitenciario (Inpec) abra cupo en la también hacinada cárcel de Villahermosa (hay más de 4.500 presos, entre imputados y condenados, cuando su capacidad inicial era para 900) o en otros penales del Valle del Cauca, como el Complejo Carcelario y Penitenciario con Alta y Media Seguridad de Jamundí (Cojam). 

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“Estamos como empanadas. Dormimos hasta en el baño”, dijo uno de los compañeros de celda de Martínez por una de las pequeñas ventanas, sacando los brazos por entre los barrotes de un sitio que debería ser transitorio para detenidos hasta por 36 horas y no una estancia permanente.

A pocos metros de las celdas con los 113 capturados en Mariano Ramos, se encuentra aislado el también caleño Bréiner Fernando Aristizábal. Su celda, oscura de día y de noche, mide alrededor de un metro y medio de largo por otro metro de ancho. Bréiner, de 26 años, permanece en Mariano Ramos, luego de que fue recapturado, pues en 2015 estaba bajo detención domiciliaria por hurto calificado y agravado, y se fugó.

Trata de acomodarse en el suelo con algunas cobijas, esperando dejar atrás los síntomas de fiebre y sarpullido por la sífilis que padece. “Desde que tenía 13 años ‘trabajaba’ robando. Mi mamá no trabajaba. Somos siete hijos, vivía con mi padrastro porque mi papá nos abandonó cuando estaba muy pequeño. Yo quería ayudar a mi mamá y le decía que me iba a trabajar y me iba en la moto”. Cuando cumplió los 18 años fue capturado, tras un hurto.

Los uniformados no podían tener a Bréiner con el centenar de detenidos amontonados, por lo que lo mantienen en esta zona de aislamiento en la pequeña celda que no se creó para tal propósito. Sus días transcurren sentado y cuando pide salir al baño, siente un poco de alivio y respiro al dar unos cuantos pasos del corredor hasta el sanitario. 
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A Mariano Ramos han llegado, además, capturados que llevan tres años, luego de un recorrido previo por estaciones del oriente y sur de la ciudad, debido al hacinamiento.

De acuerdo con el personero de Cali, Gerardo Mendoza, Cali cuenta con 23 estaciones de Policía, pero en la ciudad hay 20 centros de reclusión transitoria. De esos 20, 19 son estaciones con detenidos, así como en el Centro de Aislamiento Transitorio (CAT), en el barrio San Nicolás. En las estaciones hay detectados 78 enfermos con tuberculosis, sífilis, varicela, VIH/sida, diabetes, y problemas cardíacos y de hipertensión, pero la cifra podría ser superior, debido a un subregistro.

“Los espacios (celdas) destinados en dichos centros de detención están diseñados para albergar aproximadamente a 270 personas, donde, hoy por hoy, se encuentran, 2.159 personas. Lo anterior indica que los centros de detención transitoria del distrito de Santiago de Cali tienen, en términos generales, un índice de hacinamiento superior al 1.100 %. Y se afirma que en términos generales, toda vez que, por más que se intente realizar una distribución equitativa, algunos de esos centros de detención conservan un índice de hacinamiento superior al 2.000 %”, se lee en un informe de la Personería con fecha hasta el pasado 29 de mayo.

Hasta esa fecha, el venezolano Gian Paul Ramírez cumplió 1.161 días (más de tres años) de estar recluido en la estación de Policía del barrio Los Mangos, en el convulsionado distrito de Aguablanca, en el oriente de Cali. El extranjero está condenado desde hace 20 meses a 10 años y 8 meses de prisión porque fue vinculado a un proceso de drogas, cuando conducía un campero para transporte de s en el suroriente caleño. Pero aún no es claro su traslado a una cárcel.

Gian Paul contó que a diario después de que todos se despiertan a las 6:00 de la mañana, la televisión en una de las cinco celdas en que se divide el espacio de detención en Los Mangos les permite distraerse durante el día, pero también cuando los demás capturados y algunos condenados como él hacen labores de aseo, en medio del hacinamiento.

"En mi celda dormimos 41 personas y ahí hay televisión, sino uno se volvería loco". Dijo que esta actividad y asear es una manera de pasar el día en la estación. Allí hay 203 detenidos, cuando las instalaciones son para 19, es decir, el hacinamiento está en un 1.068 por ciento. Como en otras estaciones, quienes están enfermos usan tapabocas y comparten los medicamentos que les llevan sus familiares.

En Los Mangos, tres de los capturados tienen tuberculosis. “Ayudamos a los veteranos y los enfermos se sientan a un lado”, dijo el venezolano, padre de seis hijos y cuya familia regresó a su país natal por no tener cómo pagar el arriendo en una humilde vivienda de Puertas del Sol, en Aguablanca.

En la estación de Policía del barrio El Lido, en el sur caleño, cerca del coliseo El Pueblo y de la tradicional calle Quinta, hay 120 privados de la libertad en un área para 10 personas, es decir, que el hacinamiento allí es del 1.200 por ciento. Según la Personería, hay dos detenidos con tuberculosis, cinco más con varicela, dos con epilepsia, uno con VIH/sida y sífilis, además de uno con fractura en miembro inferior, otro con traumatismo raquimedular, otro con quemaduras sobreinfectadas en inferiores y uno más con falla cardíaca en estudio. 
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El panorama de salud para todos estos capturados se complica, debido a que la mayoría no tiene una EPS ni ayudas por parte de sus mismas familias cuando están enfermos. Muchas veces depende de que en el Inpec hagan los trámites para traslados a centros asistenciales, cuando se requiere en caso extremo.

“Yo tengo varicela y estoy con otros cuatro aquí en El Lido”, comentó uno de los capturados, un joven de 25 años, en una celda que en la estación tuvieron que crear afuera de la que está hacinada en la edificación. “Yo tengo esta crema para la piel por el brote, la trajo mi familia y comparto a los demás”, dijo el detenido investigado por porte ilegal de armas.

En la estación de Policía del barrio El Guabal, también en el sur de la capital vallecaucana, permanecen 120 detenidos, pese a que la capacidad es para 10, siendo el hacinamiento de 1.210 por ciento. En esta estación se encuentran cuatro enfermos, uno con varicela; otros dos tienen VIH/sida y el cuarto sufre esquizofrenia.

Otra de las estaciones donde se viven graves apuros es la de Aguablanca. Solo tiene capacidad para tres detenidos y hay 39, en otras palabras, el hacinamiento es del 1.300 por ciento. En este lugar, un detenido padece tuberculosis y el diagnóstico de dos más es de VIH/sida.

La Defensoría del Pueblo se unió al clamor de la Personería. Desde hace más de un año, en este estamento del Ministerio de Público ha hecho llamados por espacios "que están poniendo en riesgo la salud de los internos, lo que los expone a un contagio de enfermedades virales, respiratorias e infecciosas".

“En consecuencia, es importante recordar que el hacinamiento carcelario y/o penitenciario es un problema social que tiene repercusiones significativas en la vida y en la salud de las personas que son privadas de la libertad bajo tales condiciones, aumentando los riesgos de padecer cualquier tipo de enfermedad, principalmente las infectocontagiosas o nosocomiales, sumado a la inaccesibilidad a los servicios de atención (los cuales incluye atención médica, exámenes para diagnóstico y tratamiento oportuno)”, dice el informe de la Personería.

“La situación es tan inconcebible, pues las estaciones tienen capacidad para 309 personas privadas de la libertad”, dijo el personero Mendoza. Indicó que el Gobierno Nacional con la alcaldía de Cali y en articulación con otros estamentos deben plantear verdaderas soluciones, retomando propuestas que en el pasado se propusieron y quedaron en el olvido, pero esta vez que existan acciones concretas. “Los problemas no se resuelven ocultándolos, sino que se resuelven visibilizándolos”, aseguró el funcionario, al recalcar la necesidad de una mesa técnica con representantes del ministerio de Justicia, la Procuraduría General de la República y de la secretaría de Seguridad del distrito de Cali. 

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El personero mencionó retomar como solución de un centro de reclusión transitorio en la ciudad las antiguas bodegas del ferrocarril, un bien de interés cultural de conservación tipo 2 que requiere del concepto del ministerio de Cultura para su uso de nuevo como hace 25 años para llevar a población privada de la libertad, empleándolo como un centro transitorio, pese a que esta propuesta causó más daño que beneficio, por la afectación al mismo inmueble que ha venido en decadencia desde el 2010, pues no ha tenido una restauración por los elevados costos, siendo devorado por la maleza y lugar de acogida para habitantes en condición de calle.

No obstante, la anterior alcaldía de Jorge Iván Ospina consideró las bodegas del ferrocarril, con oposición de sectores, como de la Sociedad Colombiana de Arquitectos por los daños que acarrea de nuevo la permanencia de internos en un patrimonio cultural de Cali. La propuesta de 2020 no prosperó y muchos manifestaron que era necesario buscar otras alternativas al hacinamiento en estaciones de Policía, sin contar con el de la cárcel de Villahermosa que es un capítulo aparte en congestión.

El año pasado se habló de que el centro de reclusión transitorio podría estar ubicado en el norte de Cali, pero todo quedó en el tintero.

Ese es el problema, en Cali no se trasciende de los anuncios, como tres pabellones en la cárcel Villahermosa, desde 2018.

Esos pabellones eran no solo para descongestionar el penal, uno de los 23 establecimientos penitenciarios de Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Putumayo, con la mayor saturación de esta zona del país. Esos pabellones eran también para llevar a imputados y condenados que estuvieran en las estaciones de Policía de esta capital.
Hasta hubo una reunión con delegados del viceministerio de Justicia, la gobernación del Valle y de la alcaldía de Cali. Todo parecía ser posible, pero la iniciativa se quedó en promesas y en el olvido.

En 2021 fueron trasladadas desde las estaciones de Policía, 2.313 personas, entre condenados y sindicados a centros de reclusión, y hoy el problema se repite, sin salidas de fondo.

En 2023, la entonces alcaldía de Cali informó la existencia de un convenio con el Inpec para un cupo adicional en establecimientos carcelarios cerca de la ciudad y la región para 500 sindicados en estaciones de Policía, con una inversión de 1.000 millones de pesos.

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También se anunció un nuevo centro carcelario por 2.500 millones de pesos para 2.000 sindicados en el vecino de Yumbo, en el sector de Menga y una construcción más en el predio de La Corbata, en el corregimiento de Navarro, en Cali para 2.800 sindicados.

A corto plazo se han hecho traslados de internos a otras cárceles del Valle y del país.

Sin embargo, en este año, de acuerdo con la secretaría de Seguridad de Cali se puso sobre la mesa, el proyecto de un nuevo centro transitorio de reclusión para trabajarlo, de manera conjunta con los gobiernos Nacional y del Valle.

Fue en enero pasado que en el Centro Cultural de Cali, el ministro de Justicia, Néstor Osuna, se comprometió ante funcionarios de Alcaldía con el centro transitorio de reclusión, aunque aún no es claro dónde quedaría ubicado.

Según el Gobierno Nacional, se está mirando cómo el distrito puede construir dicho centro de reclusión.

CAROLINA BOHÓRQUEZ
​CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
​CALI