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Universitaria da ejemplo de resistencia tras grave accidente en cicla
Paula Agredo sobrevivió al sufrir lesiones en su cabeza. Hoy, es ejemplo de resiliencia en Cali.
No pierden la sonrisa. Paula Ágredo y Jacqueline Ágredo están más unidas que nunca. Foto: Gustavo Molina
Su mirada apunta hacia su vientre mientras sus blancas manos lo acarician. "Aquí está 'Rigo' ", dice Paula Ágredo sonriendo.
Sobre sus brazos se notan algunos raspones y moretones que se recuperan tras las heridas del accidente. Entre tanto, sus manos danzan en la parte baja del abdomen, pero 'Rigo' no es un embarazo normal.
Se trata de la parte del cráneo que le extrajeron y le pusieron en el abdomen. 'Rigo' es por Rigoberto Urán, dado que su accidente ocurrió mientras montaba bicicleta cerca de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali. "Adaptarse a 'Rigo' es doloroso", confiesa y asegura que el casco como ciclista la salvó.
El diagnóstico de los especialistas no fue alentador. Sufrió una fractura en el cráneo y una de sus arterias se dañó. Ante esto, los médicos tuvieron que extraerle la parte del cráneo afectada y extraerle una porción de su cerebro.
Le dijeron a su madre, Jacqueline Ágredo, que era difícil que su hija sobreviviera luego de la cirugía. Además, que en caso de hacerlo, varias funciones en su cuerpo fallarían: no podría leer, escribir, caminar e incluso podría quedar con una parálisis.
Me dijeron que en caso de sobrevir, varias funciones en su cuerpo fallarían: no podría leer, escribir, caminar e incluso podría quedar con una parálisis
También le advirtieron que no podría continuar estudiando. “Uno de mis sueños siempre fue hacer la especialización en Mercadeo, que ahora estoy haciendo”, asegura la comunicadora social y periodista.
Pero Paula hizo caso omiso a todos los pronósticos. “He podido hacer todo lo que dijeron que no iba a volver a hacer”, asegura. Incluso, ya se reintegró a las clases virtuales. Su madre, que está sentada a su lado, la mira con iración: “Mi muchacha es un milagro de vida”.
“Ese día salí a trabajar común y corriente”, recuerda sobre el día del accidente. Estuvo hasta las 5:30 p. m. en su trabajo y posteriormente se fue para su casa. Sin embargo, un conocido la invitó a montar bicicleta y le dijo que llevara casco.
En su memoria solo está que tenía planeado ir a comprar una hamburguesa y llevársela a su madre. “No sé cómo acabé por la Universidad Autónoma de Occidente, donde ocurrió el siniestro. Tengo imágenes muy difusas”.
Tampoco hay una claridad sobre si fue un accidente de tránsito o una caída. Sobre la persona que se encontraba con Paula, desde ese día, no se sabe nada de él. “No he querido buscar respuestas porque es meter el dedo en la llaga. Para mi mamá ha sido muy doloroso”.
Sin embargo, Jackeline lleva consigo cada instante del 2 de febrero. Cuando eran más de las 8 p. m., se alertó por la ausencia de su hija. La llamó, pero no contestaba. Le escribió, pero no obtuvo respuesta.
Paula Agredo dice que el casco la salvó. Foto:Paula Agredo
Momentos después, su celular empezó a sonar. “Mija, ¿dónde está? ¿Está bien?".
"¿Hablo con la mamá de Paula? Ella se cayó de la bicicleta y está inconsciente hace cuatro minutos". "¿Qué?, ¿ya llamaron a una ambulancia?”, recuerda Jacqueline con los ojos humedecidos.
Un conductor del MIO fue el encargado de llamar a la ambulancia, pero no llegaba. Su madre estuvo llamando a la Policía, pero estos le colgaban. Entre tanto, Paula yacía en la carretera inconsciente y en la parte derecha de su cabeza ya era notoria la sangre.
Sobre la vía, un médico de la Universidad Javeriana estaba pasando por la zona en su moto. Según el relato de la madre, el galeno dijo que se estaba ahogando en su propia sangre.
Por lo cual se bajó y la volteó para evitar un desenlace fatídico. “Es un ángel que me salvó la vida”, asegura Paula. Momentos después, una ambulancia llegó y la llevaron a la Clínica Valle del Lili.
Estaba llena de sangre, con un ojo negro, las piernas raspadas y parecía que estuviera muerta. Le hablaba y no me respondía
En la bahía de urgencias ya se encontraba un equipo de neurocirujanos. Su madre, quien llegó a la par con la ambulancia, vio a Paula durante unos instantes. “Estaba llena de sangre, con un ojo negro, las piernas raspadas y parecía que estuviera muerta. Le hablaba y no me respondía”.
Contar el relato es volver a vivirlo. Los ojos cafés de Jackeline hablan y muestran la angustia e incertidumbre del momento. Momentáneamente sube sus manos y los posa sobre sus ojos mientras pausa la historia.
“El paramédico me dijo que lo sentía mucho”, recuerda entre sollozos. Posteriormente los médicos le dijeron que necesitaría sangre, a lo cual respondió que su hija, además de donante de sangre, “también lo es de órganos”.
El peso de las palabras se sintió inmediatamente. “Abrimos la puerta a que me podía morir”, asegura Paula.
"Soy un caso raro de mejoría"
En el quirófano perdió un litro de sangre. Con la parte del cráneo que extrajeron, tenían tres opciones: enviarla a un banco de tejidos y si sobrevivía, volverlo a poner. Pero su cuerpo podría rechazarlo.
La segunda opción se trataba de una prótesis, pero tardaría entre uno y dos años en hacerse. La final era ponerlo en su abdomen para que, en un lapso entre uno y seis meses, se lo volvieran a poner.
Los médicos le dejaron a ‘Rigo’ en su abdomen como acto de fe. La cirugía terminó a las 2 a. m. y los especialistas le dijeron a Jacqueline que las posibilidades de pasar la noche eran bajas.
“Mi mamá es enfermera y ella, infortunadamente, entendió cada una de las cosas que me pasaron. Cuando le dieron el diagnóstico, lo entendió. Le dieron a entender que se despidiera porque no iba a sobrevivir”.
No podía quedarse en la clínica debido a la pandemia. Por lo cual, en contra de su voluntad, tuvo que volver a su casa. Su vida estaba detenida a la espera de una llamada de los médicos.
Sin embargo, al día siguiente, empezó lo que su madre dice que es un milagro. Paula movió las piernas. Los avances empezaron a ser significativos, hasta que días después despertó. “¡Mamá, ¿por qué me dejaste sola? ¡Me sacaron los ovarios! ¡No voy a poder ser madre!”, recuerda Jacqueline entre risas.
Los médicos, cuando entraban a revisarla, no daban crédito sobre su pronta mejoría. Lo que tardaría hasta 10 años en recuperarse se hizo en 15 días. Por ahora, está a la espera de que ‘Rigo’ vuelva a su lugar natural. La próxima cirugía, si la mejoría sigue su curso, sería en mayo.
Ahora, Paula se encuentra en su casa, tras estar casi dos semanas en la clínica. “Desde que entramos de nuevo a casa, solo le doy gracias a Dios”, concluye Jacqueline.