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La Osadía, el emprendimiento que tiene al queso costeño en su punto
Una familia innova en la venta y presentación del tradicional producto en Barranquilla.
Si hay un producto que figura en la canasta familiar del caribeño es el queso. Es entre los derivados lácteos el que más demanda tiene.
Pero si se trata de queso costeño tiene un valor agregado a la gastronomía de los hogares del norte del país. Este producto está ligado al folclor de los ocho departamentos de la región.
Por eso, no solo está en su mesa, sino en su música y demás tradiciones populares que identifican al hombre caribe.
El queso costeño, elaborado tradicionalmente de forma artesanal, ha mantenido ‘matrimonio’ indisoluble con el bollo de mazorca o el bocadillo; siempre presenta a la hora de rociar al cayeye, acompañar el patacón, o el mote de ñame y muchas recetas de la cocina popular o alta culinaria.
Estos puntos fueron tenidos en cuenta por los esposos Ninfa Lafaurie y Adrian Herrera, criados con una dieta, en la que el queso siempre estuvo presente. Ella es una arquitecta, que parte de su niñez la vivió en Campo de la Cruz, en el sur del Atlántico, de donde son sus padres. Allí logró conocer la producción de queso de cerca y comerlo de primera mano.
Él es un comerciante de relojería de alta gama y ropa, conocedor de cómo se mueve el mercado local y con un gusto especial por el queso costeño y todo lo que lo pueda acompañar en un plato.
Negocio en un momento difícil
Con la llegada de la pandemia, la familia Herrera vio que la situación en la casa se comenzó a poner difícil, por el pago del colegio de su hija, servicios, arriendo.
Además, el taller de relojería debió cerrar ante la emergencia sanitaria decretada por el Gobierno.
La pareja vio la oportunidad de comercializar primero con los productos que elaboran en la finca de familia, que se encuentra en Campo de la Cruz.
Comenzaron con la venta de carne de cerdo, huevos criollos y algunos productos como bollos y masa de maíz que producían los trabajadores.
Vendedor de queso Foto:Vanexa Romero/EL TIEMPO
Comenzaron con domicilios entre amigos y familiares. Luego, se fueron extendiendo a edificios y conjuntos residenciales.
Esta incursión empezó a tener sus primeros frutos. “Nos comenzaron a pedir queso, que es un buen acompañante del bollo”, cuenta Lafaurie.
aron a la cooperativa de lácteos del sur del Atlántico que, aparte de leche y carne, produce el queso de excelente sabor: salado y duro o semiduro; o fresco, nada ácido, suave y bajo en sal.
A esto se sumó la alianza con un grupo de mujeres cabeza de familia, de Campo de la Cruz, que elaboran bollos para comprarles diversos tipos: mazorca, angelito, de yuca, a con coco, limpio, de anís, de queso; además de la masa, los tipos y el agua de maíz, que tiene muchos seguidores.
“Era el momento. La gente estaba en sus casas encerrada y necesitaba que le llevaran los productos de primera necesidad como el queso, el bollo, el agua y la masa de maíz, y fue como decidimos probar”, dice Lafaurie.
Me di cuenta que este negocio necesitaba una mejor presentación y atención
Al mismo tiempo, estudiaban el mercado. Notaron que las ventas de queso que hay en las esquinas y en las puertas de supermercados es un negocio que se quedó estancado en cuanto al servicio y la oferta.
“Recorrí varios puntos tradicionales de venta de queso, además de probar el producto me di cuenta que este negocio necesitaba una mejor presentación y atención”, cuenta Herrera, el encargado de hacer los domicilios en el carro de la familia.
Salir de la informalidad
La pandemia de coronavirus fue vista por muchos empresarios barranquilleros como una oportunidad para explotar.
Según datos de la Cámara de Comercio de Barranquilla, en el primer trimestre del año se crearon en el Atlántico 5.451 empresas, un 34 % más que 2020 y un 25 % más que 2019, durante el mismo período.
Vendedor de queso Foto:Vanexa Romero/EL TIEMPO
De estas nuevas unidades productivas, 5.418 (99,39 %) son microempresas; 28 (0,51 %), pequeñas empresas; 4 (0,07 %) medianas y 1 (0,02 %), grande.
El comercio fue el sector de mayor dinamismo con 2.326 empresas creadas entre enero y marzo del año en curso, lo cual representa un 35 % más que el 2020 y un 29 % con respecto a 2019.
Entre esas unidades se encuentra La Osadía, el nombre que Lafaurie y Herrera le dieron a su emprendimiento. Osadía por el atrevimiento de invertir los ahorros familiares en un negocio en plena pandemia.
Las ventas van bien, lo mismo que la relación con sus clientes y en especial con las personas del sur del Atlántico, que se benefician con la compra de sus productos. Por eso, decidieron pensar en un negocio de manera formal.
“Fue un desafío salir en ese momento de la pandemia. Traer los productos desde el sur no fue fácil, cumplir con medidas de bioseguridad, ganarse la confianza de los productores de leche y queso, para que nos entregaran un producto a la medida que queríamos ofrecer. Todo fue un trabajo largo y de paciencia”, recuerda Herrera.
Un estudio de la Universidad Libre de Barranquilla señala que el queso distribuido en expendios mayoristas de Barranquilla procede de 36 municipios y corregimientos del Caribe colombiano. La investigación estima que los volúmenes distribuidos oscilan entre 50 y 2.000 kilos por día.
El queso en las redes sociales
Una vez inscrito en la Cámara de Comercio, decidieron poner en práctica su idea de negocio. “Nuestros puntos de venta apuntan a ser referencias de buena atención, salubridad y calidad”, explica Lafaurie.
Hicieron una inversión en las vitrinas, materiales de bioseguridad y exposición y despacho de productos, uniformes de trabajadores.
Vendedor de queso Foto:Vanexa Romero/EL TIEMPO
En estos momentos cuentan con dos puntos, uno en el barrio Recreo y otro frente al parque Washington.
La Osadía es la fuente de sustento de seis familias, pero la cadena productiva del negocio implica vincular a las mujeres del sur productoras de los bollos, a los ganaderos de la cooperativa que se les compra queso, suero y leche cruda. Es decir, unas 20 personas.
“También contratamos el domicilio y el pago de una persona que nos mueve las redes sociales, porque allí es donde están nuestros clientes potenciales”, indica Lafaurie.
Vendedor de queso Foto:Vanexa Romero/EL TIEMPO
Ahora trabajan en el montaje de otros dos puntos, algunas algunas islas en centro comerciales y ya tienen personas interesadas en montar franquicias en Bogotá.
La expansión de la venta de queso costeño bajo esta presentación de La Osadía va bien.
Dentro de las novedades del negocio está la promoción a través de las redes sociales. Galerías de fotos profesionales y videos con todos los productos se pueden encontrar en Instagram. En los próximos días entran a ofrecer sus productos en plataformas como Ifood.
En los puntos de venta se puede comprar con transferencia electrónica, mediante Código QR. La Osadía trabaja en tener su aplicación que le permite a las personas hacer sus pagos en línea.
“Los nacidos en esta tierra han visto el queso o el bollo costeño en las esquinas, o a campesinos llevarlos en bultos en el hombro. Ahora los tienen en su celular. Es algo muy nuestro que merece tener una mejor presentación”, concluye Herrera.