Durante casi 20 años, las autoridades locales han realizado esfuerzos para erradicar la violencia dentro y fuera de los estadios de fútbol a través de programas sociales y estrategias que vinculan a los hinchas. No obstante, enfrentamientos como los ocurridos el sábado en la vía Chía-Cota entre integrantes de Los del Sur y Nación Verdolaga (ambas fanaticadas de Atlético Nacional) o los desmanes en el estadio El Campín el 3 agosto del año pasado en un partido de Santa Fe y el equipo verde, entre una larga lista de sucesos que involucran a barras de Bogotá en otras ciudades del país, han vuelto a poner en la palestra la situación de algunas barras de la ciudad.
Uno de esos programas fue Goles en Paz, estrategia que nació el 31 de mayo de 2004 a través del decreto 614. En dicho documento se formalizó la creación del comité de seguridad y convivencia para los espectáculos de fútbol profesional. El programa estuvo a cargo del padre Alirio López (1954-2021) y estaba conformado por las secretarías de Gobierno y Salud, el IDRD, la Policía Metropolitana de Bogotá, Bomberos, la Dimayor y representantes de los clubes profesionales.
El objetivo de Goles en Paz era, entre otros, promover e impulsar acciones de prevención de violencia en el fútbol, adelantar medidas necesarias para la protección del público asistente y fijar variables para calificar el riesgo de los encuentros futbolísticos.
De ahí nacieron la Mesa Distrital de Barras y los Consejos locales de barras en las localidades, los cuales funcionaron hasta 2016, año en que dejaron de sesionar y el programa se pausó.
Según el ‘Diagnóstico sobre participación juvenil en Bogotá 2019’, del Idpac, en localidades como Suba, Antonio Nariño, Barrios Unidos, Bosa y Engativá, desde 2010 hasta 2016, se evidenció una disminución de los incidentes de violencia asociados a barras futboleras reportados a través de la línea Nuse-123.
Se creó un programa para generar oportunidades para los jóvenes y que tiene un componente de género muy fuerte e impulsado por mujeres
Si se incluyen los datos hasta 2019 en cada uno de estos sectores, los índices muestran una tendencia aún más definida: Suba, reducción del 96 %; Antonio Nariño, del 55 %; Barrios Unidos, del 72 %; Bosa, del 90 %, y Engativá, del 45 %.
No fue sino en septiembre de 2020 cuando la Secretaría de Gobierno relanzó la estrategia, justo en el momento en que el fútbol se reactivó en Bogotá al cabo de varios meses de pandemia. En su momento se anunció que Goles en Paz 2.0 trabajaría en conjunto con los presidentes de los clubes y con los líderes de las barras de fútbol para mejorar la convivencia de los jóvenes barristas en sus localidades, “con oportunidades en educación, formación y empleo”; además, el programa contaría con un eje transversal de género y tendría como objetivo principal que El Campín volviera a llenarse con las dos hinchadas en los clásicos capitalinos.
Ricardo Ruge, director para la Convivencia y Diálogo Social del Distrito y presidente de la Comisión de Fútbol de Bogotá, señaló que durante la pandemia, cuando no hubo partidos, se identificó un aumento del número de riñas entre de barras en la capital.
“Finalmente, ir al estadio es para muchos una válvula de escape. Por este motivo se iniciaron diálogos para definir cuál era la estrategia para garantizar la convivencia no solo dentro de los estadios, sino fuera de ellos. En ese momento se acordó volver a diseñar el programa, cambiar su dependencia y convertirlo en una dinámica de convivencia y diálogo”, explicó el funcionario.
Hoy, Goles en Paz trabaja con 14 barras de seis equipos en 19 de las 20 localidades de la ciudad. Además, la dependencia señaló que ha trabajado en tres componentes: territorial, para generar participación a través de los consejos locales; de gestión, para fortalecer la oferta interinstitucional, y en el estadio, para garantizar la convivencia.
“Se creó un programa para generar oportunidades para los jóvenes y que tiene un componente de género muy fuerte e impulsado por mujeres. Además, hay un enfoque de memoria en el cual se habla del aguante bogotano y del barrismo como patrimonio ciudadano”, dijo Ruge.
No obstante, para Andrés Dávila, doctor en Ciencias Sociales y docente de la Universidad Javeriana, esta estrategia carece de la fuerza que tenía la primera versión y eso puede explicar los hechos de violencia.
“Goles en Paz se acabó con el padre Alirio. Se le abona el intento por retomarla, pero está istración no ha hecho nada para robustecer la idea. (...) No es posible que se tenga información sobre un encuentro deportivo en la ciudad de Tunja, al que asistirán bandos históricamente enfrentados, y que las autoridades no se organicen para evitar encuentros como el que ocurrió. El encuentro de los hinchas se pudo prevenir”, señaló Dávila.
Al respecto, Ruge reconoce que hubo un error logístico provocado “por el incumplimiento de las rutas pactadas”, pero que este hecho no puede “opacar el trabajo de miles de jóvenes desde el barrismo social”.
En conversación con EL TIEMPO, Néstor Rosanía, experto en seguridad ciudadana y director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, explicó que las barras bravas se han convertido en un asunto de seguridad ciudadana y de orden público que tiene que ser atendido. “Hay tres variables de análisis. Dentro de algunas barras, de las principales capitales y ciudades intermedias, hay parches grandes que están dedicados al microtráfico, narcotráfico y barreras invisibles entre los barrios”.
Dávila, refiriéndose a Goles en Paz y a otras estrategias similares, propone una mirada más tranquila y sosegada. “Hay que entender qué es lo que pasa, pero ojo, eso no quiere decir que se pueda justificar lo que pasó el sábado u otros episodios de violencia irracional. Es fundamental erradicar la idea de que acabar con las barras es la mejor opción y entender las dinámicas comunitarias de estas”, agregó.
Finalmente, Ruge sostiene que Goles en Paz 2.0 ha permitido que se lleven a cabo más de 97 partidos sin tener una sola riña. “Hemos recibido cerca de 1.000 hinchadas y se ha trabajado con hinchadas tradicionales, y aunque claramente episodios como los de agosto del año pasado nos preocupan, trabajamos para fortalecer la orientación y así lograr atender y garantizar la cohesión de todos los comités de barras”, concluyó el funcionario.
La violencia en el barrismo en cifras
De acuerdo con un estudio realizado por Andrés Nieto, experto en seguridad, cultura y convivencia ciudadana de la Universidad Central del 2021, se estima que alrededor de 92.000 hinchas pertenecen a cerca de 32 barras organizadas en el país. “Según datos de Medicina Legal y Policía, entre 2008 y 2021, se han registrado 166 muertes relacionadas, es decir 1 cada mes”, explicó el experto.
Además, de 2010 a 2020 se ha presentado una disminución mensual promedio de estas muertes del 62 por ciento. “Se puede deber a la normativa de las comisiones de seguridad en el fútbol de 2010”, señaló.
EL TIEMPO